Bienvenidos a Capalbio, "la pequeña Atenas" de Italia

Viajamos hasta la Maremma para descubrirla sobre una colina

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En los últimos coletazos territoriales de la Toscana y a un paso de la región de Lazio, donde se encuentra la inmortal Roma, encontramos un pequeño pueblo de apenas cuatro mil habitantes que concentra un importante conjunto histórico-artístico asentado en lo alto de una colina, lo que le ha valido el sobrenombre de "la pequeña Atenas".

La última población de la Toscana

La Toscana se despide por el sur de sus límites regionales con una localidad que no puede dejarnos mejor sabor de boca. En el límite de la provincia de Grosseto y de la célebre Maremma, Capalbio es mucho más que un pueblo con un entorno privilegiado.

Campos de Capalbio

/ bisla / ISTOCK

La última población de la Toscana, frente al mar Tirreno, forma parte de la antigua zona pantanosa de la Maremma, un espacio de marismas con numerosas reservas naturales. La franja litoral, con el conocido lago de Burano como principal protagonista, es la antesala de un punto elevado con valor estratégico que cuenta con más de un millar de años a sus espaldas.

Vista aérea de Capalbio

/ isaac74 / ISTOCK

El núcleo antiguo de Capalbio constituye un excelente balcón sobre la marisma, el mar, los campos y los bosques que lo circundan, gracias a que se asienta sobre una colina. Dada su fisionomía con su casco histórico rodeado completamente de murallas, se ha dado a conocer popularmente como "la pequeña Atenas".

Calles de Capalbio

/ clodio / ISTOCK

La atracción de este pueblo toscano para la población de Roma lo ha convertido en uno de sus destinos veraniegos de mayor importancia. La equilibrada combinación de patrimonio, naturaleza y playas de la zona le ha valido para contar con un gran reconocimiento.

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Desde fuera, Capalbio se erige como un bastión de cuya silueta sobresale la Roca Aldonbrandesca, una fortificación de origen medieval cuyo torreón constituye el punto más elevado de la localidad. Junto a su imponente baluarte – desde el que se obtienen unas increíbles vistas de los alrededores - se encuentra el palacio Collacchioni, un edificio renacentista famoso por albergar en su interior el piano que tocó Giacomo Puccini durante su estancia en Capalbio.

Calles de Capalbio

/ arkanto / ISTOCK

A los pies de esta vetusta construcción, todo un entramado de calles se abre paso ocupando la colina, al abrigo de las murallas almenadas que dejan abertura por ciertos tramos a través de monumentales puertas. Recorrer el conjunto significa perderse en el tiempo, aunando el sentir de sus piedras con la certeza de hallarse en un lugar con alma.

Un litoral muy bien conservado

Desde lo alto de la población de Capalbio divisamos a corta distancia la línea costera con el mar enfrente. Mientras que a nuestro alrededor alcanzamos a disfrutar de un gran manto arbóreo y campos de cultivo, tras estos últimos aparece una de las joyas naturales de la zona, el lago Burano. Reserva Natural y Oasis de WWF, se trata de una superficie de más de cuatrocientas hectáreas protegidas, con el lago ocupando una cuarta parte de ellas, aproximadamente. Esta laguna costera separada del mar por una barrera de arena se ha convertido en un magnífico reducto para las aves y en un rincón cargado de riqueza natural.

Lago Burano

/ Lupone

A ambos flancos del lago, varios kilómetros de arenal y dunas se extienden en un continuo interminable que representa una razón de peso para atraer a los veraneantes año tras año a una zona que, por sus características de área protegida y sus escasos accesos, se ha mantenido preservada a lo largo del tiempo, haciéndose valer como uno de los más atractivos tramos del litoral toscano.

Jardín del Tarot

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Junto a estos alicientes para visitar Capalbio encontramos otro completamente sui géneris que poco o nada tiene que ver con los anteriores. Hablamos de un mágico parque situado a ocho kilómetros de la localidad. El Jardín del Tarot es un original y surrealista espacio inspirado en el Parque Güell de Barcelona que fue creado por la artista Niki de Saint Phalle. Un recorrido por veintidós esculturas – algunas alcanzan los quince metros de altura -, a cual más caprichosa, que representan los veintidós arcanos del Tarot.