Seis lugares que tienes que fichar para practicar deportes de invierno donde sí hay nieve

Estos son algunos de los destinos donde el manto blanco está garantizado casi siempre.

Lejos quedan los tiempos en que la nieve era percibida como un motivo para permanecer en casa arrebujados alrededor del fuego contando viejas historias. En la actualidad es vista como un motivo de disfrute, la excusa perfecta para practicar mil y un deportes de invierno en un bien cada vez más escaso.

El 'freerider' Flo Orley practicando 'snowboard' en Innsbruck, Austria.

El 'freerider' Flo Orley practicando 'snowboard' en Innsbruck, Austria.

/ ©Innsbruck Tourismus/Klaus Polzer.

Baqueira Beret, España

Hace unos años, los primeros copos aislaban el Valle de Arán del resto de la península, y la apertura natural de sus valles hacia el norte hacía que hubiera más comercio y vida en general con Francia. Todo cambió con la construcción del túnel de Viella en 1948, que permitió con el tiempo la llegada del turismo de nieve hasta más allá de Salardú, a un lugar llamado Baqueira Beret. La estación cumple en diciembre sesenta años, disfrutando de la ventaja de ser el lugar de los Pirineos donde se registran mayores precipitaciones de nieve, seguido por los valles navarros de Valcarlos y Zugarramurdi, con permiso del cambio climático.

Baqueira Beret.

Baqueira Beret.

/ ©Manuel Brandão Photo

Alpe d’Huez, Francia

La montaña de Alpe d’Huez se ubica en los Alpes franceses y es una vieja conocida de los seguidores del Tour de France, pero en invierno cambia la dura ascensión al puerto de montaña por los remontes y reivindica ser uno de los mayores dominios esquiables del mundo. Además, cuenta con una excelente exposición al sur, lo cual le regala horas y horas de sol para disfrutar de sus pistas. Para quien le parece poco, el descenso de la Sarenne está equipado de luces para disfrutar de la nieve también de noche. Y para los más atrevidos, Le Tunnel propone un paso excavado en la roca al que se accede desde lo alto del Pic Blanc, a 3.330 metros de altura. 

Baqueira Beret.

Baqueira Beret.

/ Getty Images

Innsbruck, Austria

En Innsbruck se sale de casa con el snowboard al hombro y, en pocos segundos, el eficiente transporte público deja atrás los edificios barrocos y te deposita en lo alto de un pico con panorámicas de la ciudad. La región de los Alpes austríacos cuenta con el Olympia SkiWorld Innsbruck, instalaciones olímpicas que son el paraíso de snowboarders y freeriders. El K-Park dedicado a ellos es accesible desde Kühtai, entre el remonte Alpenrosenlift y el Hohe-Mut-Bahn, pero más emoción ofrece aún el Nitro Skylinepark, un superpipe de 120 metros de longitud y más de cinco metros de altura equipado con un sistema de sonido atronador, para que no falte de nada.

'Snowboard' en Nordkette, Innsbruck.

'Snowboard' en Nordkette, Innsbruck.

/ ©Innsbruck Tourismus/Tom Bause.

Ylläs, Finlandia

El esquí de fondo nació más como una necesidad invernal que como un deporte. En los países nórdicos descubrieron pronto que resultaba más eficiente deslizarse que patear la nieve con raquetas, y hoy se valora porque implica mover todos los músculos del cuerpo. A unos 200 kilómetros por encima del Círculo Polar, el resort finlandés de Ylläs garantiza extensiones heladas y puntos señalizados donde detenerse a hacer un fuego, tomar un té y seguir la marcha. Aquí lo que importa es el contacto con la naturaleza, garantizado dada la escasa población de Laponia finlandesa. Al final del día, inevitable ceder a los placeres de una sauna de humo.

Esquí de fondo en Ylläs, Finlandia.

Esquí de fondo en Ylläs, Finlandia.

/ Getty Images

Oslo, Noruega

El trampolín de salto de esquí de Holmenkollen se alza por encima de la ciudad de Oslo, y en las largas noches de invierno, reluce inquietante en el barrio de Vestre Aker. Se ha remodelado al menos en 19 ocasiones desde su inauguración en el siglo XIX y se lo considera uno de los más modernos del mundo en su clase. La peculiaridad es que se llega hasta él en metro y, aunque su uso se reserva a los profesionales, el complejo comprende el Museo del Esquí, donde un simulador muy realista nos permitirá vivir la experiencia del salto sin sufrir las fuertes rachas de viento lateral que azotan la cima. Y sin romperse la crisma.

Whistler Blackcomb, Canadá

Puede que Whistler Blackcomb sea la mejor estación de esquí del continente americano, pero de lo que no hay duda es de que allí todo es colosal. Por eso la carretera que lleva de Vancouver hasta las pistas es conocida con el sobrenombre “del mar al cielo”. Al llegar, prodigios como el Peak 2 Peak Gondola, inaugurado durante los Juegos Olímpicos de Invierno de 2010, salvan cerca de 3 kilómetros de longitud en el valle Fitzsimmons sin soportes intermedios. El dominio se reclama inventor del heliesquí, donde un helicóptero deposita al deportista en lugares inalcanzables de otra forma. Hay 475 descensos distintos, a elegir según las condiciones climáticas. 

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