Las ciudades más bonitas de América
Antigua (Guatemala)
La que fuera capital de Guatemala goza de emplazamiento espectacular en un cuenco flanqueado por tres volcanes (Del Agua, Del Fuego y Acatenango). Además, su belleza colonial, restaurada tras terremotos e inundaciones, es una de las mejor conservadas que existen. El empedrado íntegro de sus calles, las casas bajas con perfumados jardines y las muestras dispersas de arquitectura barroca la convierten en un encantador enclave oculto en una panorámica dramática, pero pequeño y recoleto, a la medida del hombre.
Cuzco (Perú)
Cerca del cielo, a 3.400 metros de altura, se extiende esta joya en un despliegue de fachadas blancas, balcones de madera labrada y rincones porticados que recogen la nostalgia de los pueblos castellanos. El llamado ombligo del mundo se jacta de su mestizaje arquitectónico: de haber sido levantada con sabor colonial sobre las ruinas de la capital de los Incas. Por eso la Plaza de Armas, con la Catedral, convive a pocos pasos con los restos del Qorikancha o Templo de Oro, reconvertido en convento.
Quito (Ecuador)
Fue, junto a la polaca Cracovia, la primera ciudad del mundo declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y, aunque no lo logró, una de las últimas finalistas en el certamen de las Siete Ciudades Maravilla. Nada extraña. La capital ecuatoriana es un tesoro encajado entre fuerzas telúricas y agraciado con el casco histórico más grande y mejor conservado de América Latina. Desparramada por las faldas del Pichincha a más de 2.800 metros de altura, su entrañable carácter andino la convierte en única.
Viejo San Juan (Puerto Rico)
El empeño de los españoles por sembrarlo de obras defensivas -la Fortaleza, el Fuerte de San Cristóbal y el Castillo de San Felipe del Morro- le dio el título de la ciudad inexpugnable. Abrochado por estos muros, se trata de uno de los conjuntos monumentales más impresionantes del Nuevo Mundo, que brinda un paseo por 500 años de historia. Calles adoquinadas en azul y fachadas históricas de colores dan pie a bares y terrazas que alumbran una de las vidas nocturnas más animadas del Caribe.
Trinidad (Cuba)
Es la niña mimada de la isla, la colorida ciudad Patrimonio Mundial que creció al calor de la caña de azúcar (llegó a ser la mayor productora mundial) y que presenta, maravillosamente conservada, la arquitectura de los siglos coloniales expresada en viviendas, calles y plazuelas ambientadas por el ritmo sabrosón propio de Cuba. Además, está enclavada entre la sierra de Escambray y la inmensidad turquesa del Caribe, lo cual la erige en el lugar ideal para disfrutar de las playas y el senderismo.
Ouro Preto (Brasil)
Esta pequeña ciudad del Estado de Minas Gerais, cuyo nombre (Oro Negro) procede de aquellas minas de oro que la convirtieron en una joya codiciada, exhibe de su pasado portugués una gran herencia arquitectónica del siglo XVIII. Anacrónica y fascinante, su visión resurge en el fondo de un valle como un destello de la historia. De cerca, sus recargadas iglesias barrocas transportan a un mundo fantástico que atrae a miles de turistas, ávidos también de descubrir su entorno de cascadas y bosques nativos.
Granada (Nicaragua)
A orillas del Lago Cocibolca o Gran Lago de Nicaragua, esta ciudad bañada por el sol y la alegría es la más antigua del país y una de las más cosmopolitas, plagada de museos, galerías de arte, restaurantes, bares y mucho ambiente. Su catedral neoclásica, la Plaza de Jalteva con sus corredores porticados, la Casa de los Leones, el Convento de San Francisco y el Parque Colón dan muestra de la singular belleza de esta desconocida población en la que Rubén Darío dejó su huella.
San Miguel Allende (México)
A la parroquia de San Miguel Arcángel que, con su llamativa fachada de estilo neogótico, es el símbolo de su entramado urbano, hay que sumar las callejuelas empedradas, los patios arbolados y las hermosas edificaciones del período del Virreinato. Por todo ello está ciudad del estado de Guanajuato está considerada como una de las más bellas de México. Además, cuenta con una importante actividad termal en reputados balnearios y hace gala de una intensa actividad artística.
Colonia de Sacramento (Uruguay)
Su emblemática Calle de los Suspiros ha sido catalogada como una de las más hermosas de América, dentro de una ciudad serena y apacible: casas de estuco plenas de jazmines y buganvillas, y calles solitarias alumbradas en la noche con la luz amarillenta de los faroles. Una ciudad pintoresca recostada sobre el Río de la Plata, que antaño fue manzana de la discordia entre España y Portugal y hoy exhibe ambas herencias arquitectónicas.