Cruzar un puente desde Galicia es la única manera de llegar a esta curiosa aldea asturiana

En la frontera entre Galicia y Asturias se encuentra un pueblo muy especial, donde la magia parece llenar cada rincón y la naturaleza cubre las casas abandonadas.

Espinaréu, la aldea asturiana que más se parece a una aldea asturiana

La diminuta aldea es muy poco conocida, pero cuenta incluso con una casa rural para desconectar por completo de todo
La diminuta aldea es muy poco conocida, pero cuenta incluso con una casa rural para desconectar por completo de todo / Turismo Asturias. Juanjo Arrojo

Un puente colgante sobre el embalse del río Navia es la puerta de entrada a una pequeña aldea de Asturias de tan solo nueve habitantes pero con un encanto sorprendente. A 280 metros de altitud se encuentra Riodeporcos, perteneciente a la parroquia de Sena (Ibias), que se esconde entre los valles y las montañas del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. Lo más curioso es que al pueblo no se puede acceder de otra manera que a pie y solo desde Galicia.

Vista aérea de Riodeporcos

Vista aérea de Riodeporcos

/ Turismo de Asturias. Juan de Tury

"Tramo compartido con Asturias" es el cartel que cuelga de uno de los postes del largo puente de madera que comienza en O Vilar de Cuíña, en Fonsagrada. Al otro lado, casas de piedra cubiertas de parras, alcornoques (ufreiras), higos y los borrachinos del madroño conforman Riodeporcos. Acceder a esta recóndita aldea es traspasar una puerta invisible que conduce a otro mundo, donde el entorno cobra vida y cualquier leyenda es susceptible de convertirse en Historia.

También es posible entrar al pueblo desde la montaña, aunque es preferible encontrarse la pintoresca villa de frente. La arquitectura tradicional de las casas combina con el verde y marrón de la naturaleza. Las parras se entretejen por las fachadas y van dando paso a la parte alta, donde hay una única casa rural con palomar y bodega. La vivienda es exactamente igual que las demás, antigua y de gruesos muros de madera y piedra, con cada espacio reacondicionado para hacer las estancias lo más cómodas posible.

Un sendero de más de 5 kilómetros

Antes de iniciar el sendero que parte desde allí se observa la capilla de San Roque. Ahí comienza una de las rutas más espectaculares de Ibias, que pasa por los pueblos de Peneda y Busto y las aldeas abandonadas de Bustelín y Penedela. El sendero lleva el nombre de P.R.AS-27 El Desfiladero de Bustelín y supone caminar casi seis horas (16,25 kilómetros) siguiendo las huellas de la búsqueda de oro de los romanos, sobre todo en la Cueva de la Osa y el Teso da Cuba.

La aldea de Peneda, a 700 metros de altitud, se sitúa a los pies de la carretera que conecta San Antolín con Sena. Este lugar de paso por la ruta conserva construcciones tradicionales como un hórreo teitado, una casona-torre con ornamentación pintada, restos de una palloza y una ermita dedicada a Santa Eufemia, con un teito y una antigua talla de madera. El siguiente pueblo es Busto (Bustu en bable), perteneciente al concejo de Valdés y a 75 metros de altitud. En sus alrededores se puede disfrutar de las vistas desde el Cabo Busto.

Panorámica del Cabo Busto con el faro como colofón

Panorámica del Cabo Busto con el faro como colofón

/ Istock / makasana

Las otras dos aldeas abandonadas tienen mucha historia que contar. Bustelín se ubica en el desfiladero del río del mismo nombre -uno de los más limpios y bonitos de Asturias-, comunicando con Riodeporcos por un estrecho sendero tallado en la roca. Quedan pocas casas en pie y se utilizan como cuadras. Peneleda, por su parte, se encuentra al término de una pista de tierra que conecta San Antolín con Sena. Conserva aún una ermita dedicada a San Antonio y algunas casas tradicionales, redondeando la espectacularidad de esta zona entre abandonada y hechizada.

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