Bohemia del Este: un paseo por Chequia entre caballos, palacios y puentes asombrosos

Esta región no tiene nada que ver ni con la bohemia ni con los bohemios. Bohemia del Este es un territorio checo donde afloran castillos, palacios y templos, renacentistas, barrocos o modernistas. Un rincón centroeuropeo que rinde culto al caballo y al turismo activo con el puente voladizo más largo del mundo.

Localidad de Hradec Králové.
Localidad de Hradec Králové. / Cristina Candel

En 1995 la conversión de un aeródromo militar en aeropuerto civil transformó a Pardubice en una ciudad de paso clave para visitar Praga. La ubicación de esta ciudad de Bohemia del Este, a 100 kilómetros de la capital checa y a 50 minutos en coche o tren, era magnífica para ser un trampolín, en el caso de España de ciudades como Alicante, Gerona o Málaga, hacia el Puente Carlos y el Castillo de Praga. Todavía hoy sigue siendo así, aunque algunos visitantes se han percatado de las bellezas de Pardubice y sus alrededores y participan en recorridos por esta esquina del oriente checo.

Señorial, universitaria y coqueta son los adjetivos más atribuidos a este Pardubice del que se tiene noticia desde 1295, aunque fue al final del siglo XV cuando vivió su máximo esplendor de la mano de los señores de Pernstejn, la familia más poderosa de Bohemia del Este. A esta época pertenecen los edificios emblemáticos de la ciudad como la Iglesia de San Bartolomé, católica aunque la mayor parte de la población era protestante en sus inicios, el templo que se transformó en el mausoleo privado de Wilém de Pernstejn, o la Torre Verde, de 60 metros de altura y 154 escalones, que guarda en un mural de su fachada el escudo de la ciudad con el caballo como protagonista en la leyenda más conocida de la localidad. Se dice que en el asedio de Milán en el siglo XII los nobles checos fueron sorprendidos cuando cerraron las rejas de entrada de la ciudad partiendo en dos partes a un valeroso caballo del noble Jesek que aguantó con vida hasta el campamento militar. Hoy la figura del medio cuerpo del animal sobre fondo rojo brilla en el escudo de Pardubice.

Museo de Bohemia Oriental de Hradec Králové.

Museo de Bohemia Oriental de Hradec Králové.

/ Cristina Candel

Dentro de ese casco viejo de Pardubice, en el que se intuyen las orillas del río Elba, relucen también con un encanto especial varias callecitas con arcadas que conducen a la Plaza de los señores de Pernstejn, un amplio espacio urbano con 30 casas nobiliarias y de comerciantes. Tres de estas construcciones se convirtieron a principios del siglo XX en el imponente Ayuntamiento enfocado hacia la Columna de la Peste en el centro de la plaza y hacia Pernik, una pequeña tienda de pan de jengibre, el recuerdo más típico a la hora de las compras, con forma de corazón y siempre con la figura del caballo presente, entre 70 y 170 CZK (coronas checas). 

No cabe duda que este animal equino se encuentra ligado a la historia de Pardubice desde la Edad Media, pero fue en 1874 cuando se celebró la primera carrera de caballos con obstáculos (Velká Pardubicka) que es hoy cada segundo domingo de octubre el acontecimiento más popular de la ciudad. Unos 15 jinetes disputan este derby superando el foso de taxis, el obstáculo más complicado del viejo hipódromo (1856), ante la presencia de más de 50.000 espectadores, tantos como los que atrae la Zlata Prilba (El Casco Dorado), la competición de motos speedway más antigua de Europa que se celebra a finales de septiembre. 

Edificio en la Plaza de los Pernstejn, Pardubice.

Edificio en la Plaza de los Pernstejn, Pardubice.

/ Cristina Candel

Motociclistas y yóqueis recuerdan de alguna manera a los caballeros que poblaban las salas del Palacio de Pardubice (1491), un edificio renacentista de cuatro alas rodeado por una robusta fortificación. Surgió así un edificio que es medio palacio medio castillo, cuyo sistema de fortificación representaba la cumbre de las técnicas tardogóticas de defensa. En su interior se pueden admirar bellos frescos en los aposentos de los señores de Pernstejn, la colección del Museo de Bohemia Oriental y una capilla donde las parejas pueden casarse alquilando el lugar por unos mil euros. Bajo esta capilla sorprende un enorme cajón de madera de cuatro metros de longitud y 800 kilos de peso que pudo ser una de las cajas fuertes de la familia.  

Una yeguada histórica

En la actualidad, la influencia equina de Pardubice es visible también en una de las yeguadas más antiguas del mundo. Kladruby nad Labem fue fundada por el emperador Rodolfo II en el siglo XVI creando una raza de caballos autóctona checa, considerada única para tirar de los carruajes de emperadores y reyes. En sus orígenes se produjo un mestizaje con ejemplares españoles e italianos que acabaron siendo vendidos por la familia Pernstejn a los turcos. Entre 1579 y 1918 estos establos fueron considerados las caballerizas reales en las que se gestaban los animales destinados a las cortes imperiales de Viena y Praga y hoy algunas casas reales, como la danesa o la sueca, cuentan con ejemplares de este linaje poderoso de caballos al que se le dio el nombre de kladruber (K). En la corte de Margarita II de Dinamarca, ahora de su hijo Federico, seis kladruber se emplean en el tiro de carros, mientras que en la de la reina Silvia de Suecia son utilizados para montura por la Guardia Real.

Yeguada de Kladruby nad Labem.

Yeguada de Kladruby nad Labem.

/ Cristina Candel

La caballos kladruber, inscritos en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1995 en la categoría de Paisaje de crianza y doma de caballos de tiro ceremoniales en Kladruby nad Labem, son de color blanco (para carruajes de nobles y ceremonias) y negro (para el clero y funerales) y se distinguen por su cabeza abovedada (roman nose), una elevación entre la frente y los orificios nasales. Hoy existen tres establos que albergan 250 caballos, entre los que destacan 20 sementales reproductores, y cada año nacen unos 40 potros. Otros 250 kladruber se crían en Slatiňany, a unos 40 kilómetros, confirmando que nunca se ha interrumpido la cría de estos caballos desde el siglo XVII. 

Actualmente, su precio oscila entre 6.000 y 10.000 euros y su rentabilidad es incuestionable. De ahí que en la yeguada trabajen 55 cuidadores, que colaboran también en la escuela del complejo con 119 estudiantes, en su mayoría mujeres, que aprenden a cuidar, montar y manejar los carruajes. La formación corre a cargo del Estado checo y los jóvenes solo deben hacerse cargo de la manutención y del alojamiento en la yeguada.

Plaza de los Señores de Pernstejn en Pardubice.

Plaza de los Señores de Pernstejn en Pardubice.

/ Cristina Candel

El Sky Bridge 721

De camino hacia la frontera de Polonia, el Sky Bridge 721 desafía todos los cálculos previsibles al unir dos cumbres, la montaña Slamník y la montaña Chlum, en esta región con una longitud que lleva implícita en su apellido, 721 metros, y a una distancia de 95 metros de altura a partir del suelo. Hasta ahora más de 350.000 personas se han dejado llevar por la adrenalina, caminando lentamente por esta magnífica pasarela, la más larga del mundo, y olvidándose del vértigo, en un paisaje repleto de árboles, visibles también desde el Sky Walk, otra laberíntica estructura irregular de madera que se eleva a 1.116 metros del nivel del mar. Todo el conjunto asombra en este paraje de Dolní Morava, una pasarela en forma de espiral que invita a los visitantes a pasear entre las nubes, aunque cabe la posibilidad de descender igualmente por un vertiginoso tobogán hasta el suelo.

Atracción Sky Walk en Dolní Morava.

Atracción Sky Walk en Dolní Morava.

/ Cristina Candel

El Sky Bridge721 requirió dos años de duro trabajo y una inversión de ocho millones de euros para ponerlo en marcha. Hoy la seguridad de este gran puente está garantizada para todo tipo de público desde los niños a los ancianos. Solo se puede caminar en un sentido por la pasarela en un tramo cuyo ancho es de 1,21 metros y sus creadores consideran que es mejor no pensar en las 405 toneladas que soporta el conjunto, 94 de acero. 

Sí resulta conveniente saber que el fuerte viento es la única causa por la que se puede cancelar este paseo y que nunca puede haber más de 500 personas al mismo tiempo sobre la pasarela. Desde el comienzo del recorrido hasta el final solo hay un desnivel de 10 metros, de 1.125 a 1.135 metros, pero apenas se nota durante el camino. “Las vistas son realmente magníficas —comenta Veronika Tobišková, responsable del Turismo de Bohemia del Este— aunque no dejas de pensar que te encuentras en medio de la nada por encima de una gran masa forestal, preciosa tanto en primavera como en invierno cuando la nieve aparece… Lo importante es estar tranquilo y superar este reto en la naturaleza”. Esas panorámicas se dirigen a Králický Sněžník (1.423 metros), el llamado Techo de Europa, no porque sea la elevación más alta del viejo continente, sino porque en esta montaña de los Sudetes Orientales surge una rica cuenca de agua que fluye a tres mares distintos: el Mar del Norte, el Mar Báltico y el Mar Negro. También en este punto brotan las primeras aguas del río Morava que forma el histórico límite entre Bohemia y Moravia.

El Sky Walk

Al terminar el paseo por el puente lo normal es tomar un sendero de tierra circular interpretativo que informa sobre la historia, las antiguas fortificaciones militares y la geografía de esta región. En solo 30 minutos alcanzarás el ya citado Sky Walk, muy próximo al Telesillas Sněžník, que permite acceder a esta cumbre desde el valle, aunque otros visitantes prefieren tomar la bicicleta y cubrir un recorrido de cuatro kilómetros. En el Sky Walk, una construcción de madera en espiral de 55 metros de altura, solo hay que recorrer una amplia pasarela muy accesible ya que pueden llegar incluso los coches de niños pequeños y parar en todos los miradores imaginables que muestran el macizo de Kralický Snežník, si diriges tu vista hacia el exterior, o la retorcida estructura interior si das la vuelta a la cabeza y observas una red de cinco caminos de madera conectados entre sí. 

Sky Walk en Dolní Morava.

Sky Walk en Dolní Morava.

/ Cristina Candel

Para los más valientes, la cima depara una nueva sorpresa si te atreves a tumbarte en una red suspendida hacia el vacío o a deslizarte por un tobogán de 100 metros de longitud. Las emociones no terminan en el Sky Bridge 721 o en el Sky Walk, ambos con apertura durante todo el año. Al regresar a la superficie, cuando terminas tu paseo por la gran estructura de madera, no resulta difícil resistirse a descender por un bob en la segunda pista de bobsleigh más larga de la República Checa (Mamutí horskou dráhu) que se extiende a lo largo de tres kilómetros. En la bajada los vehículos pueden alcanzar en algún tramo los 50 kilómetros por hora, superando 26 curvas, una de ellas de 360 grados, a unos 12 metros del suelo entre la masa forestal del bosque.

La Escalera Santa

Sin abandonar las tierras checas, pero muy cerca ya de la frontera polaca en el mismo Králický Sněžník, también es posible ver una copia exacta de la Escalera Santa por la que ascendió Jesucristo al Palacio de Poncio Pilatos. Esta escalera de la Fortaleza Antonia de Jerusalén se encuentra en el santuario mariano del Monte de Nuestra Señora, enclavado en Králíky y cada año la visitan 50.000 fieles, muchos de ellos subiendo los 24 escalones de la ascensión de rodillas. En 1700 este templo de la conocida “colina de la Madre de Dios” fue consagrado en 1700 y estuvo habitado por husitas y redentoristas, pero hoy no vive ningún monje en el monasterio.

Hradec Králové, el Salón de la República

El tour por Bohemia del Este puede concluir de nuevo junto al río Elba en Hradec Králové, hoy una ciudad muy viva de 93.000 habitantes con 10.000 estudiantes. Durante siglos fue una de las ciudades de dote de las reinas checas, sobre todo de una de ellas, la reina Elizabet Rejcka, quien huyó de la Corte de Praga para instalarse en esta ciudad que atesora en su casco viejo una gran cantidad de monumentos que van desde la Edad Media hasta el siglo XX. A principios del XIX, los arquitectos checos Jan Kotěra y Josef Gočár le dieron un nuevo aire a Hradec con su perímetro amurallado ya demolido, diseñando una urbe moderna con edificios en estilo modernista y funcionalista, de ahí que empezara a llamarse el Salón de la República. 

Palacio de Pardubice.

Palacio de Pardubice.

/ Cristina Candel

La plaza mayor de Hradec es, sin duda, el corazón del centro histórico de la ciudad, dominada en su lado occidental por dos construcciones: la Torre Blanca y la Catedral del Espíritu Santo. La primera adquirió su nombre gracias al color brillante de la piedra arenisca de Hořice que fue utilizada en su construcción y destaca por su altura de 72 metros. Llama la atención su Campana Augustin, de ocho toneladas, en la cuarta planta, el lugar elegido por muchos jóvenes de la ciudad para casarse siempre que sea una boda con muy pocos invitados. La segunda está unida al Colegio Jesuita y a una hilera de casas encantadoras del siglo XVI que se hallan en la calle dedicada a Juan Pablo II. Es quizás el rincón más hermoso de un Hradec Králové, que muchos checos consideran “el mejor sitio para vivir”, a pesar de que los precios de las casas son los más altos de la república después de los de Praga, Ostrava y Brno. 

Puente de madera de Dušan Jurkovič en Nové Město nad Metuj.

Puente de madera de Dušan Jurkovič en Nové Město nad Metuj.

/ Cristina Candel

Una joya escondida en Bohemia del Este

Su nombre es largo, casi impronunciable, pero hay que apuntarlo si visitas Bohemia del Este: Nové Město nad Metují. En su centro histórico, interesante y único asombra su pintoresca plaza mayor, que se llama Český Betlém. Destaca por el cercano castillo con una torre cilíndrica llamada Buttermilk y por las casas renacentistas con arcos y hastiales que rodean a este rincón urbano al que quizás le sobran los coches que aparcan en la plaza. Estas casas lucen todavía sus propios letreros, como una estrella de oro, un cordero dorado o una imagen de Jesucristo, en un conjunto muy bien conservado junto al antiguo Palacio de los Pernstejn, que desde 1992 pertenece a la familia Bartoň-Dobenín. El edifico está abierto al público, aunque en la actualidad se ha puesto a la venta y se cree que será el Estado checo el que se haga cargo de su conservación. Los jardines de este palacio multicolor, que recuerda de alguna manera al de Český Krumlov, son magníficos y en la parte trasera están conectados con un puente de madera muy bien conservado. 

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