11 restaurantes remotos por los que vale la pena viajar

La gastronomía se ha internacionalizado cada vez más en los últimos años. Los nuevos estilos de cocina han adquirido cada vez más relevancia, y si antes ir a comer era un plan sencillo, ahora se puede convertir en toda una experiencia. Por ello, algunos establecimientos apuestan por ofrecer un servicio totalmente exclusivo, o ubicarse en lugares remotos a los que solo acudirán los clientes que quieran disfrutar de sus servicios. Hoy os presentamos un listado de once restaurantes alejados de grandes ciudades por los que valdrá la pena viajar.

El restaurante Koks se encontrabaen la orilla del lago Leynar, en el archipiélago de las Feroe. Aunque por fuera puede parecer una sencilla casa de madera, dentro, el chef con dos estrella Michelin Poul Andrias Ziska prepara unos platos de alta cocina totalmente exclusivos. El chef, en busca de un reto aún mayor, decidió trasladarlo a Ilimanaq, un diminuto pueblo de apenas 100 habitantes, a tan solo 300 kilómetros del Círculo Polar Ártico. Y por supuesto, llegar hasta él no es nada fácil. Primero has de volar hasta Ilulissat, en la bahía de Disko, y posteriormente coger un barco que te llevará hasta este pueblo en media hora. Para no hacer el viaje en balde, el restaurante ofrece a sus comensales pernoctar una noche en uno de sus 15 bungalós de lujo.

El restaurante Bocavaldivia está regentado por el chef Rodrigo Pacheco, que basa todos su platos en un bosque comestible. Su carta es una apuesta total por la sostenibilidad, consiguiendo todos los ingredientes que necesita en el entorno que rodea al establecimiento. Por ello, el menú varía varias veces al año para adaptarse a los ingredientes que le ofrece la naturaleza. Este local forma parte del hotel Tanusas, un resort prácticamente aislado del mundo. Además, los comensales podrán participar activamente en la preparación de sus platos, recolectando algunos ingredientes de la huerta o pescando algunos peces.

El Meza Malonga Lab se encuentra en el centro de África y está regentado por el chef congoleño Dieuveil Malonga. Este cocinero practica la cocina de afrofusión partiendo de las recetas tradicionales africanas. Además de cocinar, Malonga aprovecha los beneficios de su restaurante para impulsar su proyecto Chefs in África, que busca promover a nuevos talentos africanos en el mundo de la cocina. Entre sus próximos objetivos, está abrir un nuevo restaurante en la República Democrática del Congo.

El restaurante Slippurinn lo encontramos en la pequeña isla islandesa de Heimaey, liderado por Gísli Matthías Audunsson. El chef hace una apuesta total por la cocina de proximidad, motivo por lo que gran parte de sus platos se basan en algas, frutos del bosque, hierbas silvestres y hortalizas muy resistentes al frío. El local se ubica en un antiguo taller de barcos que fue totalmente restaurado y reacondicionado. Esta isla, de apenas seis kilómetros de largo, tiene un difícil acceso al ser un lugar muy ventoso, estar rodeada de dos imponentes volcanes y con el barco como único medio para llegar hasta ella.

El resturante Wolfgat se encuentra en el remoto pueblo de Paternoster, y dio la sorpresa cuando en 2019 se coronó como el ganador de un World Restaurant Award. Los productos locales y autóctonos vertebran una carta compuesta por Kobus van der Merwe, que no duda en modificar su oferta en función de los productos disponibles en cada época del año. El local está dentro de una antigua casa de pescadores que fue remodelada antes de su apertura.

A 3.800 metros de altura se encuentra el restaurante Mil, en la zona del Valle Sagrado de la ciudad de Cuzco. Se trata de un local sostenible que fomenta el desarrollo social regentado por Virgilio Martínez, Pía León y Malena Martínez, tres chefs comprometidos con las comunidades que viven en la región. A pesar de su complicada ubicación, por la poca infraestructura y la altura, logran llenar todas sus mesas cada día. Toda su vajilla ha sido elaborado manualmente por artesanos de la zona y los productos del menú, basados en gran medida en raíces, hierbas, carne de res o tubérculos, se intentan manipular lo mínimo posible.

En los bosques del sur de Suecia encontramos el restaurante Knystaforsen, con el chef Nicolai Tram a la cabeza. Aquí el protagonista es el fuego y las brasas, donde se elaboran prácticamente todos sus platos. Con una estrella Michelín en su poder, este local apuesta mayormente por vegetales e ingredientes locales. Cada producto se aprovecha en su totalidad, reduciendo el desperdicio al máximo para mantener sus valores de sostenibilidad. El hecho de apostar por este modelo de cocina, hace que solo pueda abrir tres días a la semana, de jueves a sábado.

En las costa suerte de Zanzibar, sobre una formación rocosa en medio del mar, se encuentra el restaurante The Rock. Se puede acceder a él andando cuando la marea está baja o en una barca cuando está alta. Su aforo se limita a doce únicas mesas, pero sus espectaculares vistas del Índico valdrán la pena, si consigues mesa. Su carta está protagonizada en gran medida por pescados y mariscos que se capturan el mismo día.

Si alguna vez has soñado con comer bajo el mar rodeado de peces, el restaurante Ithaa es tu lugar. A cinco metros bajo el mar, este local ofrece unas vistas panorámicas del fondo marino. Su carta está protagonizada mayormente por platos europeos centrados en pescados y maricos, a los que se le da un toque tropical. Este establecimiento, en el momento de su apertura, ostentó el título del primer restaurante submarino del mundo.

Sin embargo, el Subsix llegó unos años después para arrebatarle la exclusividad de restaurante submarino. Ubicado también en las Maldivas, este local sumerge a sus clientes en un comedor a 20 metros bajo el mar. Sin embargo, su acceso es algo más difícil, pues hay que llegar hasta su entrada en una lancha motora y después bajar tres pisos hasta el comedor. Pero el esfuerzo valdrá la pena, pues las vistas panorámicas que ofrece para contemplar la vida marina son absolutamente espectaculares.

El restaurante Furneaux Lodge está en la zona norte de la isla sur de Nueva Zelanda, en los fiordos Marlborough. Su acceso solo es posible en barco o helicóptero, ante la ausencia total de infraestructuras. Pero su menú, basado en productos frescos neozelandeses, merecerá la pena el esfuerzo de llegar hasta allí. Además, forma parte de un tranquilo hotel en el que podrás alojarte unos días para desconectar del estrés.

En conclusión, explorar los restaurantes más remotos del mundo es una experiencia verdaderamente fascinante y enriquecedora para los amantes de la aventura y la gastronomía. Estos destinos culinarios únicos nos transportan a lugares apartados y nos permiten disfrutar de comidas excepcionales en entornos extraordinarios. Desde acogedores refugios en las montañas hasta pintorescos establecimientos en islas remotas, cada restaurante ofrece una combinación única de sabores locales, tradiciones culinarias y paisajes impresionantes. Si estás dispuesto a aventurarte fuera de los caminos trillados y te gusta descubrir tesoros gastronómicos escondidos, no dudes en poner estos restaurantes remotos en tu lista de pendientes.