Cenar con un extraño

Ni en la cocina de tu madre ni en el salón de un amigo. Internet es el sitio para encontrar una buena cena casera. Eso sí, cocinada por un extraño y degustada en su mesa junto a otros extraños. En eso se basa el éxito de webs como Eatwith o Bookalokal, los airbnb de la cocina. Ofrecen experiencias más auténticas, con residentes locales.

Antonio Ares
Antonio Ares

Sentarse en una mesa con extraños en casa ajena para compartir la cena y, de paso, probar la gastronomía local cocinada por un residente de esa ciudad es una de las tendencias viajeras más recientes. Webs como Eatwith, Bookalokal o Feastly conectan a cocineros amateurs con viajeros que buscan"comer en casa, pero fuera al mismo tiempo". El proceso es sencillo: hay que registrarse, elegir la opción más apetecible, reservar y pagar on line. El anfitrión fija el precio y estas webs cobran un porcentaje a los usuarios que va desde el 3% hasta el 20%. Para quienes cocinan es una forma de mostrar sus dotes culinarias y ganar algo de dinero sin tener que montar un restaurante. Los comensales, por su parte, comparten espacio y velada con locales, entran en sus casas y prueban sus recetas.

Calidad y seguridad de los ingredientes

Tanto éxito ha tenido esta fórmula, que la revista estadounidense Kinfolk Magazine empezó a organizar cenas privadas para la plantilla (en este caso con chefs y catering), después incluyó a los lectores y lo que nació como una pequeña reunión en Portland ha crecido hasta organizar comidas en todo el mundo. Así, el pasado octubre montaron su Messy Meal en 25 ciudades, desde Barcelona y Madrid hasta Berlín y México, con anfitriones y colaboradores locales. En la era de Facebook, Instagram y Twitter, la gente se entera de estas iniciativas a través de las redes sociales. Ya sea organizadas por publicaciones especializadas como la citada Kinfolk, por empresas de catering como Gourmetillo, que monta en Madrid sus cenas Imprebistró"para disfrutar de buena comida y mejor compañía en espacios imprevistos e inusuales" como una tienda de decoración o por los propios anfitriones en sus casas. "Vienen a estos eventos y conocen a gente que comparte su pasión por la comida", apunta Julie Pointer, community manager de Kinfolk. De la seguridad y calidad de los ingredientes se encargan las webs, que inspeccionan las casas, animan a los comensales a publicar sus críticas y utilizan etiquetas como EatWith Verified, señalando que han verificado el lugar, aunque no siempre consiguen que todo sea legal (para cumplir con las regulaciones a veces piden "donaciones" porque no se puede ofrecer comida por dinero en casa). Naama Shefi, directora de Marketing en EatWith, reconoce que lo de las regulaciones es todo un desafío:"Estamos aprendiendo en el proceso".

Compartir experiencias y sabores

Un proceso meteórico que comenzó en 2012 en Tel Aviv, donde Guy Michlin y Shemer Schwartz crearon EatWith tras unas vacaciones del primero en Creta y su "memorable experiencia" en el hogar de una familia contactada a través de un amigo. Allí le prepararon una deliciosa cena típica y compartió cuatro horas de charla sobre la crisis griega y la situación del país. "Cuando volví a casa soñamos con una comunidad global de comensales entusiastas y anfitriones apasionados. Una web donde los usuarios puedan descubrir deliciosa cocina casera y compartir sus experiencias", explica Michlin. Hoy dirigen la compañía desde San Francisco. Cuando llegaron a Estados Unidos consiguieron 39 hogares en diez ciudades en poco más de un mes, de las muchas en las que funcionan en todo el mundo, incluidas 17 españolas. También Booklokal ha crecido en poco tiempo. Fundada en 2012 por la neoyorquina Evelyne White, ya está en seis países, con Estados Unidos y Bélgica a la cabeza. Otra opción, como decíamos, es que los anfitriones solo pidan donaciones y no un precio por sus servicios gastronómicos. Es el caso de Hush Supper Club, que la vegetariana Geeta dirige en su casa de Washington DC desde 2010. Allí ofrece cocina india, lo maneja todo desde su propia web y organiza cenas de entre ocho y doce comensales tres veces al mes. "Funciono gracias al boca a boca y solo he tenido un problema, cuando se juntaron seis comensales muy distintos y difíciles de manejar", bromea Geeta.

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