Si vas a Paraguay la sopa la comerás con tenedor: descubre uno de los platos estrella de su gastronomía

Cogemos la maleta y ponemos rumbo a Paraguay, pero en esta ocasión no vamos a descubrir lugares tan emblemáticos como Asunción, con su Palacio de los López, la Catedral Metropolitana o el Panteón Nacional de los Héroes. Tampoco vamos a visitar la Ciudadela Cerro Corá, enclave conocido por ser el escenario de la última batalla librada por las fuerzas paraguayas durante la Guerra de la Triple Alianza. Hoy nos embarcamos en un viaje culinario para descubrir el plato estrella de la gastronomía paraguaya, así como su bebida nacional. Dos exquisiteces que conviene probar… cuanto antes.

La gastronomía paraguaya es un tesoro culinario que refleja la rica diversidad cultural y la herencia histórica del país. Con influencias indígenas, españolas y criollas, la cocina paraguaya ofrece una amplia gama de sabores, ingredientes autóctonos y platos emblemáticos que cautivan los sentidos de todo aquel que se anima a probarla. Desde la sopa paraguaya y el tereré (que hoy son los protagonistas) hasta estofados y guisos que nos hacen comprender mucho más su cultura a través del sentido del gusto.

Arrancamos con una sopa, pero, en este caso, hay que olvidarse de la cuchara, ya que la sopa paraguaya no tiene nada que ver con las sopas que estamos acostumbrados a consumir en el sentido más tradicional. Este plato es una especie de pastel, más que una sopa en sí, y su nombre puede resultar confuso para quienes no están familiarizados con la receta.

La sopa paraguaya es un plato a base de harina de maíz, cebolla, queso y grasa de cerdo, entre otros ingredientes. Para conocer su origen debemos remontarnos a la época colonial, cuando los guaraníes adoptaron la costumbre española de consumir pan. Y, como el maíz es uno de los ingredientes locales por excelencia, acabaron elaborando esta deliciosa variante.

¿Cómo se prepara la sopa paraguaya?

La preparación de la sopa paraguaya es relativamente sencilla, pero hacen falta unas manos expertas y mucha paciencia para conseguir el punto óptimo. Lo primero que hay que hacer es rehogar la cebolla en grasa de cerdo. Se reserva. Se prepara la harina de maíz, remojándola en leche tibia y se agrega a la cebolla, que ya ha cogido todo el sabor de la grasilla. Después, se añaden los huevos y el queso rallado, se coloca la mezcla en un molde y se hornea hasta que adopte una textura consistente y la superficie esté algo dorada. Voilá, ya tenemos una rica sopa paraguaya.

La sopa paraguaya es un plato tan versátil que sirve tanto de acompañamiento como de plato principal. Gracias a su sabor y textura es, sin duda, el plato estrella en muchas celebraciones y no puede faltar en reuniones familiares o celebraciones especiales; de hecho, es común que se encuentre en las mesas paraguayas durante Navidad o Semana Santa, aunque su popularidad sirve para que se disfrute todo el año.

Curiosidades sobre la sopa paraguaya

En Paraguay resulta muy recurrente la expresión ‘¿Cuándo se come la sopa?’ en referencia a todas aquellas parejas que llevan muchos años de noviazgo, pero no han pasado por el altar, ya que, generalmente, este plato es un imprescindible en cualquier enlace paraguayo. Además, el viajero debe saber que esta delicia cuenta con otras variantes también muy interesantes, como la sopa so’o (con relleno de carne) y la sopa ryguazú (con relleno de pollo).

Tereré, bebida nacional de Paraguay

Hemos hablado del plato más representativo de Paraguay y ahora llega el momento de centrarnos en su bebida nacional, el tereré. Esta infusión hecha a base de hojas de yerba mate, otras hierbas (algunas se consideran medicinales), agua y mucho hielo tiene sus raíces en la América precolombina y destaca por sus propiedades vigorizantes. Además, hay quien dice que calma la sed mejor que el agua.

Más allá de los beneficios y sabor que aporta el tereré, destaca por su alto componente social, ya que es común que los paraguayos queden para tomar esta bebida. Su preparación no es compleja, pero requiere de varios utensilios. Por un lado, se prepara en una jarra conocida como tykuador. Una vez listo, se sirve en un recipiente llamado guampa (que suele estar fabricado con cuernos de animales) y el cebador se lo va ofreciendo a los presentes según el sentido de las agujas del reloj. Y, como última curiosidad, el viajero debe saber que solo se dan las gracias cuando no se quiera seguir disfrutando de ninguna ronda más de esta deliciosa bebida.