Hoteles con patio en Córdoba: dormir entre flores

Los patios cordobeses son Patrimonio Cultural de la Humanidad, motivo de fiesta y sana competencia vecinal y poderoso imán de turistas. El que sabe, pasa de modernos hoteles holísticos y elige uno con patio. 

Hoteles de Córdoba en los que querrás quedarte para siempre.
Hoteles de Córdoba en los que querrás quedarte para siempre. / D.R.

Un millón de personas —tres veces la población de Córdoba— se concentra en la ciudad califal durante la primera y la segunda semana de mayo, cuando se celebra la Fiesta de los Patios. Córdoba, en mayo, es la más deseada. Y la mejor opción para alojarse en ella, por motivos obvios, un hotel con patio. Dormir arrullado por el rumor de una fuente, aspirando el perfume de los claveles y los jazmines… Esto es patioterapia. Esto es vida.

Patio del Eurostars Coquistador.

Patio del Eurostars Coquistador.

/ D.R.

El patio más antiguo de Córdoba es romano y puede verse a través de un cristal bajo el comedor del Palacio del Bailío, que ha sido domus, palacio de moros y cristianos 

—incluido un bailío o caballero profeso de la Orden de San Juan—, hospital y hotel, uno de los más lujosos de la ciudad. En este patio se está tan ricamente, saboreando los platos del restaurante Arbequina —excelentes, las gyozas ibéricas y el curry rojo de carrillera al oloroso—, pero en el hotel hay otros dos, uno de ellos con piscina, donde tampoco se sufre. Séneca, el sabio cordobés, despreciaba el placer. Allá él.

Donde también se ven un montón de ruinas sin esforzarse mucho es en el Eurostars Patios de Córdoba. Tumbas romanas, un pozo, pilas de lavar, un muro almohade y un aljibe califal decoran los cinco patios que articulan y dan nombre y personalidad a este establecimiento. A la misma cadena pertenece el hotel Conquistador, donde hay un patio tipiquérrimo, con columnas y arcos pintados en blanco y albero, surtidores, naranjos y suelo bien enchinarrado, a tiro de piedra —o de chino— de la mezquita, que está en la acera de enfrente.

Terraza con piscina de agua salada del hotel Palacio del Posadero.

Terraza con piscina de agua salada del hotel Palacio del Posadero.

/ D.R.

A una tirada similar de la mezquita, a 50 metros, queda el hotelito Balcón de Córdoba, que es un fabuloso mirador de aquella y de toda la Judería. Acierta, sí, quien reserva una habitación con vistas. Pero no se equivoca quien elige una interior, porque sus ventanas dan a patios encantadores. Hay uno con fuente y naranjo secular, donde se come, otro cubierto y un tercero con acceso directo a la calleja de las Flores, famosa por sus paredes forradas de macetas de gitanillas y geranios.

Terraza del hotel La Llave de la Judería.

Las Casas de la Judería.

/ D.R.

Frente a la fachada sur de la mezquita, está el hotel Posada de Vallina, donde se hospedaron los alarifes que obraron la primera maravilla de Córboba. Dicen que fue una de las posadas más boyantes de la España medieval y que en la habitación 204 durmió Colón. Si es que pudo. Si no, andaría toda la noche arriba y abajo por el alargado patio, sorteando sillas de enea, columnas, macetas y mil posibles reparos de los Reyes Católicos a su estrambótico plan. Un alojamiento muy refinado no es.

Igual de histórico, pero bastante más elegante, es el hotel boutique Las Casas de la Judería, que está a un paso del Alcázar de los Reyes Cristianos, de las Caballerizas Reales y de los Baños Califales, emplazado en la casa-palacio de las Pavas, del siglo XVI, donde nació el poeta Góngora. Tiene tres patios y otra cosa muy de esta ciudad, el cordobán, decorando los cabeceros de las camas. Para dormirse ipso facto en ellas, nada como leer al susodicho. Mucho más entretenidas son las novelas que ha escrito y escribe la dueña de la casa, María Martínez-Sagrera.

Terraza del hotel La Llave de la Judería.

Terraza del hotel La Llave de la Judería.

/ D.R.

Hablando de dormir, hay un patio en Córdoba famoso por la siesta que se pegó el rey emérito a la sombra de un olivo. Es el patio del Olivo, en el hotel La Llave de la Judería, donde sigue en pie el árbol de marras, con más de 200 primaveras a sus espaldas, soberano e inmutable, mientras que el regio durmiente, ¡ay!, “¿qué se fizo?”. Otros rincones deleitosos de este pequeño hotel, resultado de unir tres casitas blancas de la Judería, son el patio del Pozo, con su fuente ronroneante, y la Terraza Escondida, ideal para ver cómo el alminar de la mezquita —o la torre de la catedral, que lo mismo da y lo mismo son— se viste de grana y oro con el último sol. 

En Córdoba hay patios populares, atiborrados de flores, y hay patios señoriales como el del hotel NH Amistad Córdoba. Es del siglo XVI y estilo mudéjar, con arcadas de ladrillo, columnas de mármol, capiteles corintios, surtidor central y austeras aspidistras: perfecto para tomarse un fino fresquito mientras fuera arde bajo el sol implacable la Judería, casi como ardió en 1391, aunque por otros motivos. 

Uno de los patios del Eurostars Patios de Córdoba.

Uno de los patios del Eurostars Patios de Córdoba.

/ D.R.

También hay patios de alquiler. ¿Y eso? Pues eso son Los Patios del Pañuelo, 14 apartamentos turísticos en una casa solariega del siglo XVII, con tres patios adornados con columnas de Medina Azahara, una fuente de piedra con cabezas de leones, un pozo, un aljibe y un precioso artesonado de madera, todo tan restaurado que parece nuevo. Y los hay, por último, solo para adultos. Nos referimos al Patio del Posadero, una casa del siglo XV transformada por Lisa y Jose en el hotel más pequeño de Córdoba, de solo seis habitaciones, toda únicas. Los más amorosos eligen la que se llama Quelo, con cama colgante. Y con acceso directo al patio, para no perder el tiempo subiendo escaleras, que hay prisa.

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