20 maravillas del mundo que hay que ver en la vida


Gran Muralla China
Contando sus ramificaciones supera unos 20.000 kilómetros que no, no logran apreciarse desde el espacio. Sobre lo que no cabe puntualización posible es que se trata de la mayor obra de ingeniería de la Humanidad.

Machu Picchu, Perú
La más imponente ciudadela inca, aislada entre montañas a un centenar de kilómetros de Cuzco, conserva los andenes de cultivo de su sector agrícola y los templos desde los que se regía este gran centro político, religioso y administrativo del siglo XV.

Petra, Jordania
Tres noches por semana, la ciudad secreta que los nabateos esculpieron en las rocas se ilumina con miles de velas: desde el desfiladero del Siq, que entre moles de piedra rosada conduce a ella, hasta la fachada grecorromana del Tesoro.

Moáis en la Isla de Pascua, Chile
No hay en todo el planeta lugar habitado más alejado de tierra firme y pocos que escondan tantos misterios. ¿Pudo ser la voracidad por erigir el casi millar de estos ídolos –algunos de más de 10 metros de altura– lo que acabó con la civilización rapanu?

La Alhambra, Granada
Además de la delicadeza y el refinamiento de sus palacios y jardines, el complejo nazarí trasciende como un símbolo de convivencia entre culturas, del encuentro entre Oriente y Occidente que una vez se dio en Andalucía.

Tombuctú, Malí
En el borde del Sáhara, esta remota ciudad de mezquitas de adobe se convirtió desde la Edad Media en un centro del saber, donde las rutas caravaneras, amén de marfil o esclavos, trasegaban libros y todo el conocimiento de la época.

Templos de Angkor, Camboya
Engullidos por la jungla, los templos de Angkor desvelan el legado en piedra del imperio jemer, cuyos reyes levantaron un entramado de ciudades concebidas a la medida de los dioses. Su complejo de Angkor Wat es la joya de la corona.

Estatua de la Libertad, Nueva York, Estados Unidos
Nació en el estudio parisino del escultor Frédéric Bartholdi, se empaquetó en cajas y viajó en barco hasta Nueva York como regalo de Francia a Estados Unidos para conmemorar el centenario de su independencia.

Ópera de Sídney, Australia
De los cientos de diseños que en 1955 se presentaron a concurso, resultó ganador un joven arquitecto danés que recibió tantas críticas por los retrasos y los sobrecostes que abandonó el edificio a medio hacer. Años después los australianos seguían pagando la obra con una lotería ad hoc, aunque la espectacularidad de su Ópera asomada a la bahía seguro que les ha compensado.

Cataratas de Iguazú, Argentina y Brasil
¿Qué país podría soñar con una frontera más fotogénica? El río Iguazú se desploma por casi tres centenares de saltos que marcan las lindes entre la provincia argentina de Misiones y el Estado brasileño de Paraná.

El Cervino, Suiza e Italia
La montaña perfecta, la maldita o, para muchos, la más bella del mundo. La inconfundible pirámide que corona el Cervino o el Matterhorn –su nombre a cada lado de la frontera– viene siendo el sueño de todo escalador desde que, en 1865, Edward Whymper lograra hacer cumbre.

Torre Eiffel, París, Francia
Furibundos parisinos exigían que aquel montón de chatarra –como le decían– fuera desmontado tras la Exposición de 1889 para la que se construyó. El candelabro hueco, otro de sus apelativos entonces, se salvó gracias a que su cima venía que ni pintada para colocar antenas.

Uluru, Australia
Puro magnetismo en esta mole de arenisca de 348 metros de alto y nueve kilómetros de contorno, más conocida por el nombre de Ayers Rock que le dio el primer blanco que la escaló. Los aborígenes jamás harían algo así en su montaña sagrada. Admirarla solitaria sobre el desierto, en uno de esos atardeceres rojos del Outback australiano, ya es privilegio suficiente.

Kilimanjaro, Tanzania
Las nieves eternas del techo de África parece que no lo son tanto y sus glaciares podrían desaparecer a una velocidad alarmante. Con sus 5.895 metros, se trata de la más accesible de las grandes cimas del planeta.

Iglesias de Lalibela, Etiopía
En esta remota villa monástica el cristianismo, fruto del aislamiento, evolucionó de forma muy singular, hasta el punto que su docena de iglesias talladas en roca viva acogen ritos y peregrinaciones que no parecen de este mundo.

Palacio de Potala, Tíbet
Gravitando sobre la ciudad de Lhasa, este epicentro del budismo tibetano fue morada ancestral de sus líderes espirituales, los Dalai Lama, hasta que el último abandonara este reino del Himalaya tras la invasión china de 1959.

Islas Galápagos, Ecuador
Darwin se sirvió de este laboratorio natural para desarrollar su teoría de las especies. El quizá archipiélago más intacto del globo se visita hoy en pequeñas embarcaciones que van recalando por estas islas donde los animales, sin miedo al hombre, se dejan admirar sin sobresalto.

El Kremlin y la Plaza Roja, Moscú, Rusia
El corazón y al tiempo el cerebro de la madrecita Rusia queda alojado aquí desde que el zar Iván II, en el siglo XV, abriera esta descomunal plaza que con el tiempo se fue cubriendo de palacios y catedrales.

Fiordo de Milford Sound, Nueva Zelanda
Sus paredes a la vertical, arañadas por el tul de las cascadas que se estampan desde los riscos, se ciernen sobre los quince kilómetros de este dedo del Mar de Tasmania. Para los maorís es Piopiotahi; para el cine de ficción, el escenario imprescindible de 'El Hobbit' y 'El Señor de los Anillos'.

El Gran Cañón, Estados Unidos
Cualquier adjetivo se le queda corto a esta colosal grieta de más de 450 kilómetros horadada durante millones de años por el río Colorado. Sus gargantas y desfiladeros de roca cobriza han quedado para siempre asociadas a las películas del Far West.