Los secretos de Galicia que muchos turistas no conocen
Paisajes impresionantes, ciudades y pueblos encantadores e incluso islas paradisíacas hacen que visitar esta región sea todo un hechizo.
Descubrir Galicia es perderse por acantilados sobrecogedores y playas rocosas, por exquisitos pueblos marineros y de interior, y visitar monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Añadamos a ello la sabrosa gastronomía y la extraordinaria hospitalidad y cordialidad del pueblo gallego y obtendremos como resultado un lugar donde gozar de manera absoluta de nuestros días de vacaciones o de una escapada de fin de semana. La terra meiga sorprende y engancha.
Conocida por los romanos como Brigantia, la zona de A Coruña rebosa una activa vida cultural. La capital es sede de la Orquesta Sinfónica de Galicia y en ella encontramos también numerosos museos como la Domus, el Aquarium Finisterrae y la Casa de las Ciencias. Ahora bien, para empaparnos de la esencia única de esta ciudad hay que perderse entre sus calles, visitar sus mercados y su lonja… Todo ello sin dejar de parar en cualquier tasca para disfrutar de la gastronomía local.
Lo idóneo es comenzar nuestra visita en la plaza del Obelisco para vivir el bullicio de las animadas calles comerciales Real y Rego del Agua, que desembocan en la hermosa plaza de Maria Pita con la Casa Consistorial de estilo modernista. Desde allí, uno puede sumergirse en la ciudad vieja, con la iglesia de Santiago, la plaza de Azcárraga, la colegiata de Santa María o la plaza y convento de Santa Bárbara. La visita se completa con un paseo por la avenida de A Mariña y sus característicos edificios de galerías.
Tierra de contrastes
No podremos considerar completa una visita a esta hermosa ciudad sin realizar un recorrido por su entorno, la costa da Morte y las Rías Altas, con sus faros y playas salvajes, los bosques encantados del parque natural de As fragas do Eume, los espectaculares jardines que se hallan en el Golfo Ártabro o los acantilados más altos de Europa, situados entre el cabo Ortegal y Cedeira.
Visita obligada merece Ferrol, posiblemente una ciudad que se diferencia del resto de las poblaciones gallegas por su creación, estilo y característica. Es una ciudad del siglo XVIII, pescadora e industrial. Además de su hermoso puerto natural, posee el exquisito barrio de la Magdalena, proyectado por orden de Carlos III y que se encuentra entre los arsenales y el astillero de Esteiro. Sus seis calles largas y estrechas, que se cruzan con otras nueve que las cortan perpendicularmente, incorporan una nueva estética racionalista y funcional en sus viviendas y desembocan, en ambos extremos, en dos grandes plazas: la de Amboage y la de Armas.
Desde el puerto, cerca del muelle de Cruxeiras, podemos recorrer la calle Espíritu Santo y la Plaza Vella, disfrutando de las fachadas de las viviendas tradicionales, en las que destacan sobremanera las galerías, tan tradicionales en las urbes gallegas.
Siglos de historia en Pontevedra
Construida con la paciencia que otorga el paso de los siglos, esta ciudad cuenta con un caso antiguo que posiblemente sea uno de los más bellos de Galicia. Sus deliciosas calles y plazas con nombres que evocan los antiguos gremios están repletas de edificios de arquitectura popular en un excelente estado de conservación.
Su extensa zona peatonal invita a largos paseos, a descansar en sus parques y plazas o a disfrutar de una tapa en cualquiera de sus animadas terrazas. No podemos pasar por alto una visita a la Basílica de Santa María, la Capela da Peregrina o el Convento de San Francisco.
Cerca de la ciudad, situado en un altozano desde el que se domina la ría, se halla uno de los monumentos más emblemáticos de la costa pontevedresa, el Monasterio de San Xoán de Poio, del siglo XVII, en un estilo mezcla de formas clasicistas y barrocas que además cuenta con una de las mejores bibliotecas de Galicia. En los jardines adyacentes al monasterio, podremos admirar uno de los hórreos de mayor longitud de toda la comunidad gallega.
Bayona: epicentro de las Rías Baixas
Elegante y antigua, Bayona es, ante todo, una ciudad de mar: un regalo de relax e historia de las Rías Baixas. Emplazada en un saliente sobre el mar donde se halla el formidable Castelo de Monte Real, hoy Parador de Turismo, y alrededor de su viejo puerto, la villa es un racimo de preciosas casa de piedra y granito.
Accedemos a su caso antiguo por tres entradas: la plaza de Santa Liberata, la del Padre Fernando y desde el crucero de la Trinidad. Es una ciudad hecha para caminar, sus calles estrechas y empedradas están salpicadas de restaurantes bajo soportales y entrañables iglesias. Un rincón que no debe pasarnos por alto es el parque que rodea al Castelo y circunda las espectaculares murallas que caen al mar. Desde allí hay unas vistas preciosas de las Islas Cíes. Además, para los amantes de la historia, al puerto de Bayona arribó la carabela La Pinta para anunciar a España y el mundo el descubrimiento de América.
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