Bardenas Reales, o una visita al escenario más delirante
Lo que no puedes perderte en esta especie de planeta Marte en pleno sur de Navarra.
Barrancos escabrosos por los que algún día fluyó el agua, cabezos de piedra caliza, cortados de hasta 300 metros y cerros solitarios que emergen desorientados en medio de un paisaje desértico. Todo ello moldeado por el agua y el viento, por las lluvias torrenciales y los golpes huracanados, que acabaron por esculpir esta desnudez esteparia en lo que curiosamente en el terciario (10 millones de años atrás) llegó a ser un inmenso lago.
Así son las Bardenas Reales, el escenario delirante que ocupa el extremo suroriental de Navarra. Un parque natural declarado Reserva de la Biosfera, en el que, a lo largo de sus más de 42.000 hectáreas, se suceden alocadas esculturas naturales por las que históricamente conducían sus ganados los pastores del Pirineo y que hoy recorren escasos turistas ávidos de oxígeno y de espacios despojados.
Las Bardenas Reales se pueden explorar a pie, en coche o en bicicleta, aunque también existe la opción de hacerlo a caballo o en segway. Sea cual sea el medio elegido, esto es lo que no puedes perderte:
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La Bardena Blanca
La más famosa y fotografiada, definida por cabezos erosionados, barrancos secos y aspecto desértico en su máxima expresión. Se accede por el sureste, desde la carretera N-134, o por el noreste, desde la carretera N-534, entre las localidades de Carcastillo y Alera. En este recorrido nos toparemos con puntos tan destacados como Castildetierra y el Rincón del Bu, en cuyos costados se cría el búho real. También se puede hacer una parada es la Balsa de Zapata, una pequeña represa que es lugar de cita de buena parte de la fauna que habita el parque.
La Bardena Negra
Se trata de la zona que alberga los únicos bosques de pino carrasco, acompañados de matorral. Se halla al sur del parque, ya en los confines de Navarra, para acceder a ella ha de tomarse la carretera N-125, entre Tudela y Valareña. Este itinerario contiene la reserva natural de Caídas de la Negra, cotas como Loma Negra y ermitas como la de Sancho Abarca, entre otros hitos.
El Vedado de Eguarrás
Emplazado debajo de la meseta de La Estraza, este paraje está protegido por unas pequeñas elevaciones que lo separan del resto de las Bardenas. En su interior abunda la vegetación, por lo que constituye un oasis dentro de la zona desértica. Dentro destacan las ruinas del castillo de Peñaflor.
Los miradores
No sólo son los lugares desde los que obtener las mejores panorámicas de las Bardenas Reales, sino también desde los que apreciar las diferencias entre las zonas. Destaca el Mirador de Aguilares, situado a pocos minutos del Centro de Información y Acogida al visitante, un fantástico balcón completamente accesible desde donde observar la Bardena Blanca. También el Balcón de Pilatos, desde el que se vierten, tal vez, las vistas más espectaculares, y que cuenta con dos accesos: el km 6,7 de la NA-125 (Tudela-Ejea de los Caballeros) o el km 8,5 de la carretera del Polígono de Tiro.
La Sanmiguelada
A tiempo se está de vivir esta singular experiencia, que tendrá lugar dentro de poco, el 18 de septiembre, día en que las Bardenas Reales aparecen invadidas por miles de ovejas. Se trata de una marcha que se remonta a la Edad Media y en la que, cada año, los pastores conducen sus rebaños desde los valles pirenaicos de Roncal y Salazar.
Un ritual que no sólo impacta por su imagen, más surrealista si cabe, sino que además se celebra acompañado de una degustación de migas, chistorra y vino.
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