Región de los Lagos chilena, una ruta por su desbordante naturaleza

En este territorio, hogar de mapuches y huilliches, se concentran siete parques nacionales con lagos que parecen mares, volcanes de nieves perpetuas, bosques de árboles milenarios y fuentes termales en cañones que parecen sacados de un cuento.

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Caminata por el Parque Nacional Alerce Andino

/ Carlos Rodríguez Zapata

Chile es el país más largo del mundo: de norte a sur, se extiende por una franja de más de 4.000 kilómetros, un vasto territorio salpicado de maravillas naturales, algunas de las cuales han acabado convertidas en símbolos cuya fama ha traspasado fronteras. ¿Quién no ha oído hablar del Parque Nacional Torres del Paine o el desierto de Atacama? También goza de una merecida fama la mayor extensión de hielo en el hemisferio sur fuera de la Antártida: el Campo de Hielo Patagónico. Y qué decir de la isla de Pascua y sus moáis. Es, en suma, un inmenso país en el que disfrutar de la naturaleza en estado puro, a salvo de la intervención de la mano del hombre.

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Cascadas de Trayenco en Hualaihué.

/ Carlos Rodríguez Zapata

Pero Chile no acaba ahí. Cuenta con otros territorios que no tienen nada que envidiar a los mencionados. Uno de ellos es la llamada Región de los Lagos, una extensión más o menos del tamaño de Aragón, en la que se encuentran siete parques nacionales, 15 volcanes (entre los que destaca por su cono casi perfecto el volcán Osorno, puerta de entrada a la Patagonia chilena) y, sobre todo, cientos de lagos con nombres mapuches como Puyehue, Rupanco, Yelcho, Tagua-Tagua, junto con el lago más grande de la región y el segundo más grande de Chile: el lago Llanquihue. Un nombre muy curioso que significa "lugar hundido". Todo un prodigio acuífero que hace de este territorio una verdadera joya de la naturaleza.

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Hotel Andes Lodge en el estuario de Reloncaví

/ Carlos Rodríguez Zapata

A orillas del lago Llanquihue se encuentra la ciudad de Puerto Varas, muy cerca de Puerto Montt, la ciudad más importante de esta región a la que dedicaron canciones desde Víctor Jara (Preguntas por Puerto Montt) hasta el popular grupo chileno Los Iracundos. Puerto Varas y el lago Llanquihue conforman una de las zonas turísticas más importantes de Chile. Para comprender mejor esta bonita ciudad nada como subir al monte Calvario, desde donde se obtiene una fantástica panorámica. Desde allí se ve la iglesia del Sagrado Corazón de 1915, inspirada en las iglesias de la Selva Negra alemana, sobresaliendo de los tejados de la ciudad. Detrás de ella asoma el lago Llanquihue y, como telón de fondo, los volcanes Osorno y Calbuco, armonizan una postal de ensueño.

Herencia alemana en Puerto Varas

Puerto Varas fue fundada por los colonos alemanes en 1854. Al pasear por sus concurridas calles encontramos a turistas y grupos de montañeros que quieren disfrutar de los deportes de riesgo y aventura, de los baños en los cientos de lagos, de las termas y del rafting por los numerosos ríos que discurren por la zona. No es de extrañar que Puerto Varas sea la base principal para conocer toda esta hermosa región.

Hay que hacer una visita a la Plaza de Armas, centro neurálgico de la ciudad, a la calle San Francisco, su principal arteria y, sobre todo a la Costanera, un paseo "marítimo" que se antoja como un magnífico recorrido a orillas del lago Llanquihué, donde se ve a la gente paseando y bañándose en verano y en la que se encuentra la casa-museo del pintor Pablo Fierro. Es una antigua casa de electricidad cuya fachada un tanto kitsch no deja indiferente a nadie.

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Escalera del Pasaje Ricke en Puerto Varas.

/ Carlos Rodríguez Zapata

Pero hay más, mucho más. Lo que más atrae a los visitantes de Puerto Varas es la gran cantidad de edificios que tienen que ver con el pasado colonial de los alemanes que se asentaron en esta zona, en la segunda mitad del siglo XIX. Eran los tiempos de la República, que buscaba establecer población en un entorno prácticamente despoblado y desconocido. Aquí se encuentra la estación de bomberos Germania, cuyos camiones están rotulados en alemán con la palabra Feuerwehr (cuerpo de bomberos), el Club-Restaurante Alemán, el Colegio Germania, la Clínica Alemana o la curiosa escalera del pasaje Ricke, decorada con mosaicos de motivos florales y que asciende hasta uno de los cerros de la ciudad donde se asienta el Kunstgarten, un jardín-espacio que alberga exposiciones artísticas.

Y, sobre todo, hay numerosas casas privadas con nombres germanos de sus antiguos propietarios: Schafer, Weiser, Wetzel, o Hausdorf son algunos ejemplos de las casas construidas con entramados de madera y revestidas con tejuela de alerce de variados colores que han sido declaradas monumentos nacionales y que nos sitúan en un espacio que bien podría estar en Alemania o Suiza.

Carretera Austral

En la Plaza de Armas de Puerto Varas nace la mítica Carretera Austral, que llega hasta Villa O’Higgins, 1.240 kilómetros al sur. Conocida oficialmente como la Ruta 7, es casi tan mítica como la Ruta 66 norteamericana. Un verdadero sueño para los amantes de la aventura y los intrépidos buscadores de emociones fuertes, gracias a que atraviesa una orografía desmesurada. Desde bosques, ríos, cascadas y lagos, hasta fiordos y glaciares, en un frenesí de accidentes geográficos que obligan a hacerla no solo en automóvil, buses o bicicletas, sino también en transbordadores de coches y peatones. Siguiendo esta carretera desde Puerto Varas, a poco menos de una hora llegamos al Parque Nacional Alerce Andino. Su nombre lo dice todo. El alerce es un árbol milenario (algunos suman más de tres mil años) de madera impermeable y casi indestructible. Tienen una altura de unos 50 metros y sus atributos han hecho que estén en peligro de extinción desde la llegada de los primeros colonos a esta región, aunque actualmente está muy protegido.

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Iglesia del estuario de Reloncaví

/ Carlos Rodríguez Zapata

En el parque se pueden hacer varias rutas senderistas, y en una de ellas, la llamada Alerce Milenario, con una longitud de cuatro kilómetros y unas tres horas de duración, es posible ver un ejemplar majestuoso. Un poco antes, los saltos del río Chaicas merecen una parada. Otros árboles de gran porte que también podemos admirar son el canelo o el arrayán. En cuanto a la fauna, es fácil observar el pájaro chucao e incluso zorros.

Siguiendo la Carretera Austral hacia el sur, hacemos la primera parada obligatoria en la Caleta La Arena, para coger un transbordador que atraviesa en 15 minutos el estuario de Reloncaví y que termina en la Caleta Puelche. Antes de llegar a Hornopirén habrá que hacer un alto en Mañihueico, donde se encuentra el Museo de Veleras Chilotas. Ahí nos encontraremos con su mentor y constructor de lanchas, Jaime Gallardo, el último constructor de estos veleros. Jaime sigue en activo, aunque a punto de jubilarse, y nos explica las antiguas técnicas de la construcción de embarcaciones.

Hornopirén

La ciudad Hornopirén y el Parque Nacional homónimo son otros de los destinos imprescindibles de la Región de los Lagos. Considerada la puerta norte de la Carretera Austral, Hornopirén es una pequeña ciudad de obligada visita. Su coqueta Plaza de Armas, con los bancos sobre piedra volcánica, las farolas de madera de alerce y la iglesia de la Sagrada Familia, revestida con tejuela de alerce de color rojo, conforma un entorno armonioso. En los alrededores se encuentra también una Plaza de Artesanos, un pequeño mercado típico de artesanía ideal para comprar todo tipo de recuerdos (sobre todo de madera) y productos gastronómicos como mermeladas caseras, miel, queso, etc.

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Recolección de miel en el valle de Cochamó

/ Carlos Rodríguez Zapata

También es el lugar ideal para degustar en los puestos de comida al aire libre los productos marinos o de río y sobre todo el famoso asado de cordero al palo que se hace allí mismo. El Parque Nacional de Hornopirén forma parte de la Reserva de la Biosfera de Bosques Templados Lluviosos de los Andes Australes. Un ecosistema que comprende los volcanes Yates y Hornopirén, además de tres lagos principales: Cabro, Inexplorado y Pinto Concha y el río Blanco, que recorre todo el Parque. Los paisajes modelados por el paso de los glaciares y por la actividad volcánica que se observa en los numerosos senderos que discurren a través de él nos llevarán, aunque ya fuera del parque, hasta las cascadas de Trayenco.

Estuario de Reloncaví

Retrocedemos hacia el norte para encontrarnos con uno de los accidentes geográficos más impresionantes de la región. Es el estuario de Reloncaví, que ofrece una de las imágenes más bellas de toda esta zona. Desde la Caleta Puelche, donde se deja la Carretera Austral, hasta Cochamó, se va bordeando el estuario por una carretera de ripio (así llaman aquí a las carreteras sin asfaltar), lo que hace que no haya mucho tráfico. Ir despacio permite disfrutar aún más de este espectáculo de la naturaleza. A lo largo del recorrido descubrimos varias instalaciones dentro del estuario: son las salmoneras, granjas piscícolas de cría intensiva de salmones, y también las granjas de choritos o choros, como denominan aquí a los mejillones. Actualmente Chile es el segundo productor y exportador de salmón del mundo. 

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Estuario de Reloncaví, uno de los accidentes geográficos más impresionantes de la región

/ Carlos Rodríguez Zapata

Para visitar el lago Tagua-Tagua, que se nutre del agua del río Puelo, lo mejor es alquilar un tour que nos llevará a los sitios más espectaculares, incluyendo una actividad de pesca de salmón y un almuerzo. Un pequeño embarcadero en Punta Canelo espera a los visitantes que quieren conocer este lago de aguas turquesas, donde habitan, entre otras aves acuáticas, las taguas, que dan nombre al lago. Y como colofón, una gran cascada se despeña desde una inaccesible muralla de roca, que descarga con tal fuerza en el agua que forma un espléndido arcoíris al que los paisanos de la zona le han dado el sobrenombre de "el velo de la novia". También los pescadores tendrán aquí un destino sin igual para la pesca del salmón, pues con un poco de suerte se pueden capturar ejemplares de más de 15 kilos. Como remate a toda una mañana de aventura, la empresa que organiza la visita al lago ofrece un estupendo asado de cordero al palo en una cabaña de pescadores.

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Arriero cerca del río Piedras en el valle de Cochamó. 

/ Carlos Rodríguez Zapata

Poco antes de llegar a Cochamó, la población más importante a la orilla del estuario de Reloncaví, nos dirigimos al valle del mismo nombre. Antes haremos un alto en una de las muchas fincas que se dedican a la cosecha de la miel. Los apicultores, con su imprescindible ahumador, sus trajes protectores amarillos y las colmenas, siempre pintadas de diversos colores, conforman junto al paisaje un fantástico entorno fotogénico, cuya máxima expresión es probar la excelente miel del ulmo, considerada la de más calidad de toda la producción mielera.

A caballo por el Cochamó

De todas las rutas que hay en el valle de Cochamó, la de la Junta es quizás la más conocida. Este sendero de 12 kilómetros de marcha a pie o a caballo entre la pluvisilva se ha convertido en una de las mejores sendas de toda la Región de los Lagos. Si la ruta a pie parece dura —sobre todo si ha llovido o hace mal tiempo, ya que hay mucho barro, raíces y además es angosta—, lo mejor es hacerla a caballo o acortarla hasta llegar al puente colgante de madera que hay sobre el río Piedras.

Si tenemos la suerte de que pase algún arriero con sus caballos y perros y que nos cuenten cómo es su vida, será toda una experiencia. Después de disfrutar de la ruta a caballo, el cuerpo pide un tiempo de relax. Así que nos acercamos a uno de los lugares más emblemáticos de la región. Se trata de las Termas del Sol, junto al río Puelo. Para acceder a ellas, una pasarela de madera va zigzagueando sobre un cañón exuberante. Los arroyos se represan en pozas de agua termal llenas de minerales que emanan vapor, donde se bañan los visitantes a temperaturas de entre 35 ºC y 45 ºC, en un contraste único de belleza y relajación, que hacen de ellas una de las mejores experiencias del viaje.

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 Camino al Lago Vidal Gormaz, Valle de Cochamó, Patagonía Chilena

/ Felipe Gallardo Mansilla / ISTOCK

Al final del estuario de Relancaví se encuentra la población de Cochamó. Su costanera y la iglesia parroquial, de estilo chilote, se alza pintoresca sobre el estuario, conformando una postal difícil de olvidar. Desde aquí, se deja la carretera de ripio para coger la carretera asfaltada que vuelve a Puerto Varas. Pero antes habrá que visitar el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, el más antiguo de Chile, creado en 1926. Su estrella más conocida son los Saltos del río Petrohué, desagüe natural del lago Todos los Santos. Unas pasarelas cruzan los rápidos y las espumosas cascadas de agua. Estas cataratas son de un intenso azul que contrastan con las rocas volcánicas, formando grandes pozas naturales que conforman una visión estremecedora con el volcán Osorno siempre como telón de fondo.  

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