Así es el país más cerrado y misterioso del mundo
Conocido como la Corea del Norte africana, este país es uno de los más herméticos y desconocidos de nuestro planeta.
Cuando hablamos de un país cerrado y misterioso nos referimos a la escasa información que tenemos de él, pero también al hecho de sus malas comunicaciones con otros destinos, la vulneración de derechos humanos, la desconexión completa al internet mundial y el desconocimiento que tenemos de lo que pasa allí dentro. Con todos estos datos, el primer país que se nos viene a la cabeza es Corea del Norte, donde la libertad está completamente coartada o es inexistente.
Pero lo cierto es que hay otros muchos países que viven encerrados entre sus fronteras y que evitan todo contacto con el exterior. Esto se debe generalmente a la llegada al poder de un dictador o político que desea retener y controlar a la población. El mundo está lleno de lugares así, pero hay uno en concreto que llama especialmente la atención.
Este país destaca por el cierre total de sus fronteras, la imposibilidad de leer o conocer información de otros países a través de internet y sobre todo por el nulo respeto a los derechos humanos. Tras muchos años de guerra y conflictos políticos, este lugar quedó completamente desconectado del mundo real y ha terminado por convertirse en uno de los países más cerrados y misteriosos del mundo.
El conflicto que cerró un país
Viajamos hasta un país ubicado en el norte del continente africano. Conocido como Eritrea, este enclave es todo un enigma entre las alturas imponentes y los misteriosos valles del territorio que lo rodea. Muy cercano a Etiopía y bañado por las aguas del Mar Rojo, este país, que alguna vez fue parte del antiguo reino de Aksum, guarda secretos que desafían la realidad que podemos imaginar.
La historia de Eritrea está profundamente marcada por el dominio del reino Medri Bahri y la creación de la Eritrea italiana tras la anexión de reinos independientes. Pero en el año 1941, el Imperio británico conquistó Eritrea como parte de la campaña en África Oriental, y en 1993, después de años de guerra de independencia, Eritrea emergió como una nación soberana e independiente.
Pero lamentablemente esa independencia no logró crear una Eritrea libre, más bien todo lo contrario. El poder quedó en manos de un único partido político que lleva años posponiendo las elecciones nacionales y que ha llevado al país a un cierre hermético que hace saltar las alarmas de aquellos que luchan por los derechos humanos. Tras muchas investigaciones, se ha demostrado que Eritrea es el país con menos respeto a los derechos humanos del mundo.
Con fronteras cerradas, las interacciones con sus vecinos, especialmente Etiopía, siempre han sido muy tensas. La guerra fronteriza de 1998, apenas cinco años después de la independencia, terminó con la creación del Tratado de Argel en el año 2000. Sin embargo, la delimitación posterior de la frontera no fue aceptada por Etiopía que mantuvo y mantiene la ciudad de Badme ocupada.
Un país hermético
En este país, donde las religiones oficiales son el cristianismo ortodoxo y el islam, la población cristiana prefiere habitar en las zonas montañosas, mientras que los musulmanes y seguidores de religiones tradicionales se asientan en regiones costeras. Esta división geográfica refleja, de alguna manera, las dificultades y el malestar que definen a Eritrea, un país que desafía los derechos y el bienestar social.
La capital de Eritrea, es un lugar donde la desconexión con el resto de países es inigualable, de hecho recibe solo dos vuelos al día y están muy controlados. Las relaciones comerciales con otros países son prácticamente nulas, el acceso a Internet está capado y las violaciones a los derechos humanos ocupan el primer puesto. Detenciones ilegales y ejecuciones son parte de una realidad sombría que se esconde en el interior de este país casi desconocido.
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