El mejor après ski

Todavía hay quien va a Saint Moritz, Aspen o Cortina a esquiar. Pero lo que aporta el colorido al deporte blanco es el après ski, que en las estaciones más exclusivas consiste en dejarse ver en los sitios adecuados con la ropa que estará de moda la próxima temporada. Las aguas termales de Luchon, el lodo negro de Kitzbühel o los cócteles de Chamonix son parte del espectáculo.

El mejor après ski
El mejor après ski

Luchon, la aristocrática villa del Pirineo francés

Los habitantes de Luchon siempre han estado convencidos de los poderes mágicos de sus aguas termales. En el siglo I antes de Cristo transmitieron la certeza al cónsul romano, que construyó tres piscinas termales en la que se convirtió en la primera ciudad balneario del sistema pirenaico. A sólo 35 kilómetros de Vielha, Bagnères-de-Luchon, en el corazón de los Pirineos franceses, conserva sobre todo su carácter de centro termal de finales del siglo XIX, la edad de oro de los grandes balnearios europeos. Víctor Hugo, Flaubert, Lamartine y Rostand fueron algunos de los ilustres antecesores de los esquiadores que disfrutan de una de las pocas estaciones del mundo en la que se comienza descendiendo. Situadas en un promontorio natural, las pistas de Superbagnères gozan desde hace más de un siglo de una buena cantidad de días soleados. El destino atrae a familias enteras que, tras la jornada de esquí, pasean por unas calles siempre animadas e impregnadas de un refinado decadentismo.

Chamonix, la "jet" conquista el Mont-Blanc

La estación de Chamonix, situada al pie del Mont-Blanc, la cumbre más alta de Europa (4.807 metros), fue la sede de los primeros Juegos Olímpicos de Invierno en 1924. En aquella época, el valle y especialmente la villa de Megève veían pasar lo más exclusivo de la belle epoque por su casco medieval. Aunque más ajetreada, Megève no ha cambiado tanto y se llena de quienes acuden a ver y a dejarse ver. La alta sociedad más selecta y selectiva continúa exhibiendo sus mejores jerseys de lana por sus calles, abandona cantidades obscenas en las mesas del casino de The Esquinade Club o ensaya nuevas poses para sostener con estilo un cóctel en The Rols Club. A la villa alpina, a 70 kilómetros de la ciudad suiza de Ginebra, no le falta ni un tres estrellas Michelin, La Ferme de Mon Père. En sus mesas, el chef Marc Veyrat se encarga de separar a los comensales de algo más de 300 a a cambio de degustar armoniosos menús con nombres como Sinfonía o Sonata.

Información: www.chamonix.com

Kitzbühel: del auténtico esquí alpino a Mozart

La tercera semana de enero, Kitzbühel acoge la competición de esquí más famosa del mundo: la prueba del Hahnenkamm. Desde su creación, en 1931, la estación tirolesa arrastra una merecida fama. A ella contribuye su lago negro, el Schwarzsee, asfaltado de lodo oscuro de propiedades curativas. Aparte de disfrutar del ambiente romántico de la villa y de los horarios nocturnos de sus locales, desde Kitzbühel se organizan excursiones a Innsbruck y Salzburgo, inmersa aún en el Año Mozart. Información: www.kitzbuhel.com Cortina D''Ampezzo, puro diseño italiano Tan relativamente cerca de Milán, Cortina D''Ampezzo no puede negar su parentesco espiritual con la ciudad de la moda. La estación es un imán para lo más chic de Italia, que se lanza a la calle cada tarde para no perderse la enrosadina, un fenómeno lumínico que tiñe de rojo las montañas y aporta buen color al rostro menos pintado. Los localizadores de James Bond eligieron esta estación situada en el corazón de los Dolomitas y los principales diseñadores han abierto tienda en Corso Italia, la vía principal. De noche, sus locales se llenan hasta la madrugada, demostrando que a veces lo de menos es el esquí. Información: www.cortina.dolomiti.com Saint Moritz, clásico refugio de vividores Lo que ha seducido a los asiduos de la estación más exclusiva de Suiza es el paisaje. Situada en un alto valle, a su alrededor se extiende una cadena de lagos al pie del Piz Bernina, de 4.000 metros de altitud. Está de moda entre los famosos y es una de las estaciones más caras de Europa. Además de codearse con vividores y aristócratas, Saint Moritz ofrece baños en aguas minerales carbónicas, esquí fuera de pista en el glaciar Diavolezza y los bosques de Morterasch y descensos en Cresta Run, un tobogán para lanzarse boca abajo.

Información: www.stmoritz.ch

El recóndito encanto montañés de Hemsedal

Excursiones guiadas en esquís, maravillosas salidas en trineos tirados por perros, safaris en veloces motos de nieve, excursiones con raquetas, escalada a través de gélidas cascadas o esquí con cometa. Estas originales actividades forman parte del menú de après ski de Hemsedal, una estación que se encuenbtra ubicada en un idílico pueblecito de montaña publicitado como los Alpes escandinavos. Pequeño y familiar, está a mitad de camino entre los dos grandes núcleos urbanos de Oslo y Bergen. Cuenta con una buena oferta nocturna.

Información: www.hemsedal.com

Bulgaria y Eslovenia, al Este del esquí

Los esquiadores que persiguen por igual los descensos y el turismo están desplazándose hacia el Este del continente. Bulgaria cuenta con un buen número de buenas estaciones, como las de Pamporovo, Dansko y Borovets. Esta última, situada a 72 kilómetros de Sofía, es la más antigua, con un siglo de vida. Atrae a una buena cantidad de turismo europeo, que amanece bailando en locales cosmopolitas con nombres tan sonoros como Buzz Bar, Mamacitas o Bonkers Disco. Por su parte, Eslovenia presume de disponer de la estación alpina de Krvavec, situada a 25 kilómetros de la capital, Ljubljana, y a diez de su aeropuerto. Las pistas ofrecen unas vistas formidables sobre el valle de Ljubljana, y la ciudad, de callejuelas empedradas, constituye un ignoto y encantador pastiche arquitectónico. Eslovenia cuenta también con las estaciones de Rogla y Bled, famosa por su lago y su castillo medieval.

Las Rocosas de Norteamérica

Dicen que la nieve que cae en Aspen es la mejor del mundo. Sin duda, muchos ricos y famosos internacionales y una buena cantidad de aspirantes la consideran la más fotogénica. Es por eso que acuden cada temporada a desfi lar ante la cámara con la ropa de esquí que se pondrá de moda la próxima temporada. Un auténtico pueblo del oeste, erigido en la época en que las Montañas Rocosas se llenaron de mineros, y un centro victoriano son los escenarios chics de la intensa vida social de una ciudad en la que tiendas y restaurantes se cuentan por centenares. En las Rocosas canadienses, Whistler presume de un ambiente muy diferente al de Aspen. Con un desnivel de 1.600 metros, cuenta en su base con dos pueblos, Whistler y Blackcomb, de casas de madera separados por diez minutos de paseo y prácticamente peatonales. Si se elige la segunda villa, apostaremos por unas vacaciones tranquilas, mientras que si optamos por la primera tendremos a nuestra disposición decenas de tiendas, restaurantes y cervecerías, además de jacuzzis al aire libre.

Hace un siglo, Sapporo era tan sólo un puñado de cabañas habitadas por ainus y por unos pocos inmigrantes procedentes de Honshû. Tras benefi - ciarse hace unas décadas de unos planes de desarrollo estatales, la ciudad fue creciendo hasta convertirse en sede de las Olimpiadas de Invierno de 1972 y escenario del oro del fallecido Paquito Fernández Ochoa. Hoy constituye una importante estación y la sede del Festival Anual de la Nieve, una suerte de Fallas heladas que en la primera semana de febrero llenan el céntrico parque Odori de fi guras de hielo. Para estas vacaciones, Sapporo, además de ofrecer sus siempre animadas pistas olímpicas, dispone de un mercado de Navidad de inspiración alemana que permanece abierto hasta el 17 de diciembre.

Información: www.city.sapporo.jp

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