Graceland entre cadillacs, moquetas y lentejuelas: nos colamos en el reino de Elvis Presley
La mansión que fuera el hogar del Rey del Rock and Roll, en Memphis, es el edificio civil más visitado de Estados Unidos, después de la Casa Blanca.
Aunque había nacido en Tupelo, no hay figura más indisociable de Memphis que la de Elvis Presley. Su nombre está ligado para siempre a esta ciudad del estado de Misisipi, en la que el rey del rock and roll había sido criado en las viviendas de protección oficial de Lauderdale Courts, inspirado por el blues de los clubes de la famosa calle Beale Street y descubierto por el legendario sello discográfico Sun Studio, que hasta la eternidad se jactará de este hecho, con el que dio comienzo el mito.
También en Memphis, donde Elvis llegó con la ropa raída y la guitarra a cuestas que le había comprado su madre (aunque, realmente, él quería una escopeta), la leyenda se hace vida en el que fuera su hogar de título universal: Graceland. Una mansión colonial de estilo criollo y toques georgianos que es el edificio civil más visitado de Estados Unidos, después de la Casa Blanca.
Las raíces de la leyenda
Fue en 1957 cuando el joven Elvis, que ya saboreaba las mieles del éxito, se hizo con esta casa. Tenía 22 años y gastó unos 100.000 dólares para volcar en ella todas sus pasiones y preferencias, todos sus gustos y excentricidades. Porque esta casa, que para muchos representa la materialización del sueño americano, para él fue, simple y llanamente, el lugar en el que estaban sus raíces.
Para el Rey, Gracesland fue siempre su hogar, incluso después de alcanzar la gloria universal y de viajar por otros muchos puntos del planeta. “Los momentos más felices que viví han sido en esta casa y junto a mi familia”, llegó a decir en cierta ocasión. Fue aquí también donde murió, en 1977, a causa de un paro cardiaco. Y hoy sus fans continúan llorando sus restos en la tumba que descansa en el jardín.
No vayas a Estados Unidos sin tu seguro de viaje, pues es un destino con un coste de vida alto, así como con un elevado coste en los temas relacionados con los viajes. Por no hablar de los elevadísimos costes de la asistencia sanitaria. Contrata el seguro de viajes de Intermundial, que ofrece un descuento exclusivo del 10% para los lectores de la revista VIAJAR, y evita todas estas sorpresas negativas.
Seguro de viaje ¿sí o no?
Si estás planeando un viaje, nuestra recomendación es que lo hagas siempre con un seguro de viajes.
Risas y lágrimas
Pero más allá de las lágrimas (que las hay, siempre, ante su lápida) visitar esta mansión es empaparse de la energía y la vitalidad que desprendieron sus ocupantes, cuando en esta casa siempre había gente alrededor y siempre pasaban cosas. Es algo que se aprende en el tour guiado que se ofrece desde el año 1982, cuando Priscilla abrió Graceland al público para que millones y millones de personas acudieran a rendir homenaje al músico más querido de todos los tiempos.
Elvis había prometido a sus padres, de origen humilde, darles una vida feliz. Y con la casa pareció cumplir esa promesa de la infancia. Así se percibe al recorrer sus estancias, como la cocina que recoge los rasgos de la América sureña, la sala de estar donde se reunía con sus amigos junto al piano, o la sala de televisión, en el sótano, donde ordenó instalar tres reproductores cuando se enteró de que el entonces presidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson seguía, a la vez, la información de las tres grandes cadenas estatales que existían en ese momento: NBC, CBS y ABC.
La habitación de la jungla
Moquetas de colores, gruesos terciopelos, paredes de estampados llamativos en tela o papel, muebles tapizados… Todo un universo se esconde en esta casa, a la que a duras penas se identificaría con la de un rockero al uso. Tal vez por eso resulta tan original y sorprendente.
Una extravagancia que alcanza su cenit en la habitación de la jungla, a la que Elvis llamó La Guarida. Muebles de madera tallada traídos de sus viajes a Hawái, objetos de la Polinesia, criaturas de piel sintética, una cascada en una de las paredes y una alfombra verde en el suelo (y en el techo) que facilitaba la acústica, puesto que este cuarto se convirtió en un estudio de grabación improvisado donde grabó seis canciones de su último álbum.
Fabulosos cadillacs
Más allá del resto de las salas, el bar, la piscina, el establo con sus caballos… en Graceland no hay que perderse las colecciones en la que se da cuenta de su pasión por el motor. Más de 20 automóviles y varias motos, con joyas tan codiciadas como las Harley, su avión privado, el Rolls-Royce Nube Plateada, la limusina Mercedes 600, el Ferrari negro, un BMW 507 Roadster de su época en la mili…
Pero sobre todo sus fabulosos cadillacs, de los que fue un amante confeso. No hay que perderse el Cadillac rosa de 1955 que le regaló a su madre (aunque esta nunca tuvo licencia de conducir), ni el Cadillac Eldorado, customizado por dentro, que fue el primero que le elevó a la figura de icono cultural.
Síguele la pista
Lo último