Berlín: anatomía de una ciudad verde

Empeñada en abordar el futuro desde un punto de vista ecológico, la capital alemana conjuga la ebullición de las tendencias urbanitas con el compromiso con el planeta. Su capacidad para soñar una vida más plácida, sin ruido y sin malos humos, la convierte en una de las metrópolis más sostenibles del mundo.

Berlin

Vista del museo Bode en la Isla de los Museos

/ Cristina Candel

Fueron los propios vecinos quienes la salvaron de su condena al olvido. La vieja fábrica de reparación de trenes, que había nacido en la extinta Prusia y había dado vida a vagones y locomotoras (guerras mediante) hasta la Alemania reunificada, dejó de ser un solar decrépito cuando artistas, grafiteros o simplemente gente del barrio con espíritu de comunidad lo transformaron en lo que es hoy: Raw, un espacio libre para uso sociocultural con bares, terrazas, discotecas y hasta un rockódromo y un skatepark.

Años después, cuando el valor del suelo se disparó como un misil en esta zona del Berlín occidental cercana a la East Side Gallery (el tramo del Muro que se mantiene intacto con sus icónicos murales), también fueron las protestas ciudadanas las que desinflaron el sueño de unos especuladores que se frotaban las manos. Algo que ya había ocurrido, una década atrás, con el aeropuerto de Tempelhof, reconvertido en uno de los parques urbanos más extensos del mundo, con muchas más hectáreas que el neoyorquino Central Park: en esta ocasión hasta lograron un referéndum para impedir que este reducto de la naturaleza se transformara en asfalto.

Berlin

Puente de Oberbaum sobre el río Spree

/ Cristina Candel

Hay en Berlín todo un afán por reciclar los espacios urbanos sumidos en el abandono, por alumbrar nuevas formas de convivencia en locales enmohecidos por el desuso. Es esta capacidad de reutilización, con el foco siempre en el respeto al medio ambiente, la que hace de la capital alemana un modelo de sostenibilidad difícilmente equiparable. Porque puede que esta ciudad viva una ebullición constante de tendencias urbanitas, pero todas buscan soluciones verdes para un futuro mejor.

Berlin

Uno de los lagos del pueblo de Lychen

/ Cristina Candel

Por su elevada conciencia ecológica, su adaptación al cambio climático y una eficiente planificación urbanística que conjuga la tecnología con la integración comunitaria, Berlín es un espejo en el que mirarse. En una metrópoli en la que un tercio de la superficie está ocupado por parques, la mitad de sus habitantes carece de automóvil y algunos de los edificios públicos se han construido con materiales recuperados, la felicidad solo se concibe libre de gases tóxicos. La capital que despunta en Europa por su carácter industrial y posmoderno tiene un fuerte compromiso con el cuidado del planeta.  

Berlin

Ruta con burros en la granja Celine Aktiv Reisen

/ Cristina Candel

"Empezando por la movilidad, el gran reto de los centros urbanos para la reducción de emisiones. Un apartado en el que, desde hace tiempo, Berlín lleva la delantera." Quien habla es André Sacharow, especializado en tours a pie por la ciudad. Y razón no le falta: más allá de su eficaz red de tranvías y ferrocarriles suburbanos, 1.500 autobuses eléctricos circulan por las calles, con líneas especialmente diseñadas para recorrer, de forma cómoda y sin atascos, todos los puntos de interés. Como la número 100, que fue la primera conexión entre el Este y el Oeste y pasa, básicamente, por los principales monumentos. 

Berlin

Barrio de Kreuzberg

/ Cristina Candel

Eléctricos son también muchos de los ferris que surcan el río Spree de manera tan silenciosa que hasta se puede escuchar el canto de los pájaros. Incluso hay catamaranes que funcionan con energía solar en los meses en los que el astro rey brilla con más fuerza. Uno, muy interesante, es el que navega por el barrio de San Nicolás, testimonio de los orígenes de la ciudad, al paso de la catedral y la Isla de los Museos, con la nueva visión del Foro Humboldt y las diversas interpretaciones que suscita: para algunos representa la sobriedad del arte conceptual, mientras que a otros les trae reminiscencias a los monótonos bloques de viviendas. Esta misma travesía concluye en el distrito parlamentario, coronado por la cúpula desnuda del Reichstag, donde a lo lejos se puede intuir, en lo que fuera la antigua frontera, el llamado Parlamento de los Árboles. Un monumento compuesto por piedras conmemorativas, partes originales de las instalaciones fronterizas, dibujos y textos de diversos artistas, que fue creado como tributo a quienes perdieron la vida tratando de superar el muro de la vergüenza.

Sobre dos ruedas

Pero, precisamente por esta cercanía entre los hitos arquitectónicos, el centro es ideal para ser descubierto en bicicleta, como llevan haciéndolo los berlineses mucho antes de la fiebre por los sistemas de bike sharing que hoy ofrecen todas las ciudades. Más concienciados aún son los Green Bike Tours, que brindan recorridos sobre dos ruedas por la ciudad, pero desde un punto de vista sostenible: en sus rutas guiadas no faltan los edificios energéticamente eficientes, las empresas con techos verdes o los locales que promueven una economía circular. Y si no, siempre quedará el medio de transporte más antiguo que existe: el de las propias piernas. En este caso lo mejor es descargarse la aplicación Going Local, para conocer las atracciones de cada uno de los 12 distritos, o About Berlin, que hasta recrea momentos históricos para lograr una visión del futuro a través de un viaje en el tiempo.

Berlin

En kayak por uno de los lagos de Lychen

/ Cristina Candel

"Todo esto deja claro que en Berlín los malos humos no son bienvenidos", bromea Sacharow. "Como tampoco lo es el desperdicio de alimentos", añade, adoptando entonces un tono más serio. Porque si algo ha aprendido esta ciudad en los últimos tiempos, es que la revolución verde también pasa por el estómago. La capital alemana no solo apuesta por una restauración responsable, orientada al comercio justo y basada en productos ecológicos de temporada y de proximidad, sino también por los establecimientos que promueven el respeto al clima y al medio ambiente. Algo que, si bien podría parecer ambicioso, está interiorizado en el día a día.

Berlin

Haubentaucher Berlin, restaurante y copas en la zona de RAW–Gelände

/ Cristina Candel

Pocas ciudades hacen gala de ser un auténtico paraíso para los veganos, con casi un local en cada manzana y con opciones alternativas a la carne y el pescado en la mayoría de los menús. Además, hay tal furor por los huertos que motean el paisaje urbano que raro es el restaurante que no cuenta con el suyo propio. Otros están comprometidos con devolver los excedentes alimenticios a la cadena de suministro, generando así un circuito cerrado. Y otros tantos con hacerlo a supermercados ecológicos para que nada se desperdicie. Tres medidas que cumple a la perfección el que tal vez sea el pionero en el enfoque ecológico: Frea, en el distrito de Mitte, cuyos fogones elaboran únicamente platos con ingredientes orgánicos regionales. Después, con las sobras, producen su propio compostaje que en menos de 24 horas retornan a los agricultores y a las granjas que les abastecen.

Berlin

En bici junto al museo Bode. 

/ Cristina Candel

Los más sofisticados encontrarán esta orientación sostenible en la cocina de temporada de Nobelhart & Schmutzig, que tiene una estrella Michelin y está incluido en la lista de The World’s 50 Best. Y los más desenfadados podrán hacer una ruta de street food por el barrio de Kreuzberg, para muchos el más vivo y original de Berlín. En contra de lo que suele ocurrir, aquí donde la apisonadora de la gentrificación devolvió el brillo a una zona antes fea y degradada, la autenticidad se ha mantenido firme. Puestos callejeros, restaurantes de delicias tan típicas como el schnitzel (una suerte de escalope) o la currywurst (salchicha con curry) y locales insólitos como Goldies, que proclama sin complejo su oferta de Best Bad Food in Town (la mejor comida mala de la ciudad) son parte de los recorridos gastronómicos por este distrito heterogéneo y desprejuiciado, al que la comunidad inmigrante ha reforzado la idea de tratarse de una pequeña Estambul.

Los pulmones de la ciudad

Después, con la barriga llena, habrá que buscar algún parque en el que respirar aire puro. Algo que no es difícil en esta ciudad con más de 300 km2 de zonas verdes, de las cuales la mitad son bosques. Y aunque el más famoso es el parque de Tiergarten, el pulmón principal, conviene explorar otros menos frecuentados, pero igual de interesantes. Por ejemplo, el Gärten der Welt (Jardines del mundo), en el que se puede dar una vuelta al globo entre árboles, plantas y flores: desde la estética zen del jardín japonés hasta la vegetación tropical del balinés, pasando por el coreano, el judío, el renacentista… y hasta un oriental que simula el paraíso que promulga los versos del Corán. Todas las fórmulas del paisajismo, con sus correspondientes lagos, fuentes, templos y pabellones, están presentes en una superficie equivalente a la de 60 campos de fútbol. 

Berlin

Jardín chino del Gärten der Welt (Jardines del Mundo)

/ Cristina Candel

Pero al hilo de la sostenibilidad, hay un lugar en Berlín donde se abraza de manera extrema. Un lugar que es ajeno a la norma, aunque sin incumplirla. Un lugar que aspira a una transformación social y ecológica. Se llama Teepee Land y lo encontramos escondido entre árboles y arbustos, junto a la orilla del Spree. ¿Y qué es exactamente? A grandes rasgos, un asentamiento comunal de tipis (sí, las viviendas cónicas de los indios) elaboradas con materiales reciclados. Eso a simple vista. Profundizando en su esencia hallamos otra parte de la sociedad que vive con pocos recursos y sin generar apenas emisiones, en un inédito y genuino espíritu de vecindad.

Berlin

Puerta de Brandemburgo

/ Cristina Candel

Unas 15 almas en invierno (que suben a 50 en verano) pueblan esta comunidad sin agua corriente ni calefacción, que tiene en la libertad su bien más preciado. Tan solo unas normas rigen entre sus miembros: nada de licores fuertes ni de drogas duras, nada de disturbios ni de violencia. A cambio, todas las labores revierten en el bien común, desde el cultivo de las hortalizas hasta las actividades culturales que se organizan a menudo, entre las que figuran jam sessions, cine al aire libre y noches de comedia. "Más que unos indios modernos, somos un proyecto cultural involucrado en el desarrollo urbano sostenible, la colaboración entre artistas y las formas alternativas de nomadismo", explica muy elocuentemente uno de sus miembros, que prefiere mantener el anonimato.

Berlin

Paseo por los Jardines del Mundo.

/ Cristina Candel

Encontrar este conjunto de tiendas de campaña en el centro de la ciudad es, cuando menos, una experiencia extraña. Y más si se tiene en cuenta que, en esta misma área, algunos de los clubs más reputados tuvieron que cerrar sus puertas debido a proyectos de urbanización y que, al otro lado del río, se han erigido recientemente prohibitivos lofts de lujo. Pero Berlín, ya se sabe, tiene una capacidad única para conjugar las contradicciones hasta hacer de ellas su propio latido. Y en este sentido, también a la vera del río se ha desarrollado Spreefeld, un modelo cooperativo de viviendas que es el contrapunto perfecto al negocio inmobiliario. Ideado por tres estudios de arquitectura, aquí lo que prima es el uso común de una buena parte de la superficie. E incluso de la energía, puesto que los miembros del grupo, que adquirieron sus propiedades a un precio de lo más asequible, comparten hasta el uso del coche.

Berlin

Biblioteca Estatal de Berlín, en el bulevar Unter den Linden

/ Cristina Candel

Más allá de estos experimentos, a los que no falta quien tilda de utopías urbanas, Berlín se reinventa cada poco tiempo, pero siempre bajo la misma premisa: la innovación y la sostenibilidad pueden (y deben) ir de la mano. Por ello no solo desarrolla medidas eficientes en materia de biodiversidad (edificios que se autoabastecen, hoteles que reciclan energía de los ascensores, colmenas en los rooftops…), sino que a menudo recuerda al visitante que, a un paso de la ciudad, descansan las virtudes ecológicas de la Alemania rural

Berlin

Sala del lenguaje y las palabras en el Christlicher Garten de los Jardines del Mundo

/ Cristina Candel

Más de uno se quedaría boquiabierto con las joyas naturales que aguardan a poco más de una hora de la Puerta de Brandemburgo. Entre otras, el Parque Natural de los Lagos de Uckermark, un hermoso paisaje acuático conformado por más de 200 lagunas que pueden ser exploradas en apacibles paseos en canoa y que brindan un hábitat estupendo a castores, grullas y águilas pescadoras. O la Reserva de la Biosfera Schorfheide-Chorin, un antiguo coto de caza imperial que es hoy la zona forestal cerrada más extensa del país. O el Wilpark Schorfheide, dentro de este territorio, donde se puede ver en libertad animales autóctonos de la región como el lobo, la nutria o el ciervo, y otros en peligro de extinción, como el bisonte, el alce y el peculiar caballo de Przewalski. A las puertas de la gran ciudad se esconde todo un mundo salvaje. Berlín no deja de sorprender ni siquiera en sus alrededores. 

Síguele la pista

  • Lo último