Sala Equis, de la pornografía al cine de culto

El antiguo cine X de Madrid reabre sus puertas convertido en una sala de cine clásico y contemporáneo, con espacio para disfrutar de cócteles entre sus históricos muros.

La Plaza de la Sala Equis de Madrid
La Plaza de la Sala Equis de Madrid / LuciaMphoto2015

Después de tres años cerrado, el cine Duque de Alba de Madrid vuelve a ofrecer películas pero, esta vez, no son pornográficas. Un grupo de cinco amigos se propuso transformar esta sala de cines en un espacio moderno en el que proyectar películas clásicas en versión original junto a los últimos estrenos, y así nació Sala Equis, situada entre Tirso de Molina y la Latina, en la calle Duque de Alba, 4 (Madrid).

El palacete de la actual Sala Equis guarda mil historias entre sus paredes. De 1913 a 1933, fue la redacción del diario El Imparcial, donde se elaboraba el suplemento cultural “Los Lunes del Imparcial”, en el cual Miguel de Unamuno, Azorín o Pío Baroja dejaron su firma, junto a otras grandes plumas de la generación del 98.

Como curiosidad, “El Imparcial” también es el nombre del local destinado a la prensa y la gastronomía que lleva años instalado en la misma calle que la Sala Equis, y que es propiedad de los promotores de la iniciativa.

Pero la versión más famosa del edificio es su faceta de cine x. Aunque el cine Duque de Alba también proyectó películas para todos los públicos en un inicio, fue en la década de los 80 cuando vivió su época de esplendor con la proyección de películas eróticas y, posteriormente, pornográficas.

La remodelación de todo el local ha posibilitado la creación de diversos espacios de ocio y gastronomía como la terraza principal, donde pedir una cerveza mientras observamos los carteles originales de las películas que proyectaba el Cine Alba; el Ambigú, una sala para tomar cócteles y licores, manteniendo la tradición de este mismo espacio durante el siglo XX; y La Plaza, el antiguo patio de butacas adaptado para disfrutar de una oferta gastronómica de corte callejero, como hamburguesas, wraps, sándwiches o croquetas.

La música y el teatro también invaden ocasionalmente La Plaza. Conciertos acústicos y pequeñas piezas escenográficas se representan bajo la luz que se filtra por la claraboya del techo, que se ha mantenido intacta salvo por un ligero cambio: se puede abrir para que salga el humo en caso de incendio.

En cuanto a la sala de cine, consta de un espacio íntimo con 55 butacas de satén granate, con escasa iluminación y pequeñas mesas en las que apoyar el gin tonic durante la proyección de la película.

Las luces de neón rojas mantienen vivo el erotismo de la que fue la última sala de cine x de Madrid, que ahora acogen cultura bajo el nombre de Sala Equis.

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