Ruta del Califato de Córdoba
Espejo
Espejo se alza en plena campiña, en terrenos de cultivos de olivos, cereales y viñedos. Fundado a partir de su Castillo, es una deliciosa atalaya de calles empinadas y casas pulcras y encaladas. Su aljibe y sus magníficos edificios hablan del esplendor de la villa, que en tiempos nazaríes se llamó Al-calá, en alusión a la fortaleza que coronaba este asentamiento musulmán.
Castro del Río
Castro del Río fue una antigua e importante fortaleza almohade. Conserva restos de murallas y una riquísima historia, como demuestra el león ibérico que aquí se encontró. Hoy sigue guardando la estructura urbana de su origen árabe, que en la actualidad gira en torno a la Iglesia de la Asunción. Está rodeada de una rica campiña de cereal y olivos, con sistemas de regadío proyectados por los nazaríes.
Baena
Su increíble Castillo fue edificado en el siglo IX sobre restos romanos después del saqueo que realizó Omar Ibn Hafsun. Con los almorávides y almohades la fortaleza fue ampliada y llegó a tener siete torres. Tuvo dos puertas-torreones: el Arco Oscuro, con una sala con artesonado mudéjar donde se reunían los primeros Concejos, y la Santa Bárbara. Su zona vieja, tiene una clara evocación árabe.
Zuheros
La villa es Bien de Interés Cultural. En plena sierra de Córdoba, conserva una arquitectura popular de casitas blancas y tejados ocres. Ubicado a los pies del castillo árabe, sobresale la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios del XVI, así como el Museo Histórico, que los algunos hallazgos arqueológicos de la Cueva de los Murciélagos, una gruta natural, ya habitada en el Neolítico.
Alcaudete
Es un auténtico recinto defensivo levantado por los musulmanes. Situado en un enclave estratégico entre cristianos y musulmanes, el antiguo castillo andalusí de Alcaudete se eleva robusto entre la sierra y los olivares. Tan importante fue su control, que pasó de manos cristianas a musulmanas en diversas ocasiones. Hasta que los reyes castellanos se los cedieron a la Orden militar de Calatrava.
Alcalá la Real
Esta villa fue en tiempos la frontera entre los reinos de Granada y Castilla, así que era deseada por musulmanes y cristianos. Es una auténtica ciudad-fortaleza del periodo nazarí, donde destaca su impresionante Castillo de la Mota, con unas vistas de infarto a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar. Imprescindibles son su Museo Palacio Abacial y dar un buen paseo por el barrio de San Juan.