¿Viajas sola? Entonces tienes que conocer a Andrea Bergareche
¿Te atreverías a viajar sola hasta lugares remotos? Eso es lo que pensó Andrea Bergareche, autora de 'Yo viajo sola' una guía para explorar el mundo a tu manera. Hemos hablado con ella y esto es lo que nos ha contado...
Con tan solo 29 años, Andrea Bergareche, autora del blog Lápiz nómada, ya ha visitado más de 20 países. Como ejemplo de esta nueva generación viajera de mujeres, decidió empezar a hacerlo en soledad, superando todos los miedos y dudas que surgieran antes de dar el paso.
De esta experiencia y de haber pasado varios meses de su vida recorriendo Sudamérica, surgió la idea de compartir todo lo que había aprendido en su primer libroYo viajo sola, un cuaderno de viaje donde comparte consejos, desde cómo preparar tu maleta, hasta cómo elegir el destino y cómo moverte por allí, pensando siempre en velar por tu propia seguridad. “Si emociona pensarlo, imagínate hacerlo...” Esto es lo que nos ha contado:
¿En qué momento sentiste que debías compartir tu experiencia con el mundo? Primero con tu blog y ahora con el libro...
Todo empezó cuando decidí hacer mi primer viaje sola de mochilera por Sudamérica. En un principio iba a ser un viaje de dos meses a Argentina y Paraguay, pero terminó durando siete meses. Como no quería que solo fuese un viaje turístico como tal, decidí abrir 'Lápiz Nómada' como una plataforma en la que compartir mis experiencias y que de esta manera fueran útiles para todos aquellos que se estuviesen planteando lo mismo, pero les faltaba el valor o tenían miedos... A la hora de viajar sola, me encontré con mucha gente inconsciente -por no decir loca- que me decían que por viajar sola me iban a pasar cosas malas. A muchas mujeres eso nos asusta y muchas veces dejamos de hacer viajes soñados por los miedos que nos inculcan. Por ello decidí escribir este libro, con una intención clara: ayudar a todas esas mujeres que desean hacer un viaje en solitario pero que no saben por donde empezar.
¿Crees que vivir viajando es algo que se pueda sostener durante mucho tiempo?
Vivir viajando se puede sostener todo el tiempo que se desee, es cuestión de ganas. Siempre y cuando hayas creado una forma de generar ingresos mientras viajas. Lo que pasa es que viajar también cansa. Una cosa es irte de vacaciones y una muy diferente es vivir en movimiento continuo. La no rutina puede ser agotadora. Es importante tener un 'campamento base' al que volver, saber cuando regreses tus cosas te estarán esperando. También conozco gente que ha hecho del viaje su casa, es decir, que cuentan con un transporte propio que les sirve de hogar.
27 años y 20 países, ¿qué es lo próximo en tu lista?
Ahora mismo estoy en India, llevo ya mas de seis semanas recorriendo el país. Mi idea es quedarme más tiempo aquí, seguir a Nepal y tras ello seguir improvisando. Quizás Myanmar, Tailandia, Filipinas, Indonesia... No tengo vuelo de vuelta ni ninguna prisa por volver.
Das consejos sobre cómo viajar sola, pero, ¿alguna vez has sentido miedo estando sola y lejos de casa?
Creo que nunca he sentido miedo como tal, de ese que te paraliza. Incluso en las situaciones más complicadas he sabido reaccionar. A veces soporto estas situaciones con humor -o mal humor-, como el otro día que estaba en un pueblo en el que apenas hay turismo y donde tenía como a treinta hombres mirándome fijamente... Al final es saber enfrentarse y saber reaccionar, si hace falta pegar un grito, defenderte, aunque nunca he tenido que llegar a ese extremo. No hay que aguantar y callar. Un grito a tiempo o una patada puede salvarte de situaciones complicadas. El miedo te paraliza y es un obstáculo más que una herramienta.
Si solo tuvieses que dar un consejo a una mujer a punto de embarcarse en un viaje en solitario, ¿cuál sería?
Si solo fuese uno éste sería: anímate. Que dejase de preparar una lista gigante de pros y contras, que dejase de escuchar los consejos de quien nunca ha viajado, que dejase de absorber los miedos ajenos y que se compre un vuelo ya. Todo es mucho más fácil de lo que nos hemos imaginado desde casa. Lo que se tenga que resolver, ya se irá haciendo sobre la marcha.
De los países que has visitado, ¿cuál ha sido tu favorito hasta ahora y porqué?
Hay dos que me han gustado especialmente. Uno sin duda es México. Llegué allí para estudiar y durante cinco años estuve yendo y viniendo. Se acabó convirtiendo en mi casa, hice amigos, casi familia... Es un país que te acoge con los brazos abiertos, la gente es muy cálida, siempre va a haber alguien que se preocupe por ti, simplemente por humanidad. El otro es Bolivia. Es un país genuino, apenas explota su turismo y es muy auténtico. Puedes ver la figura de las cholitas que a mi me apasiona y convivir con ellas, además tiene unos paisajes excepcionales: las lagunas de sudlipel, la isla del sol... Son paisajes salidos de una postal.
¿Y el que menos te ha gustado?
Creo que no hay uno que pueda decir que es el que menos. Al final todos te aportan algo. Quizás Tailandia sea el que más me ha decepcionado, por la cantidad de turismo que hay y lo explotado que está, pero esto os lo cuento hablando desde una pequeña experiencia. Quiero darle otra oportunidad y conocer otras zonas.
La historia más fascinante que te ha ocurrido en un viaje
Una de esas de película, me sucedió cuando estaba en Colombia haciendo dedo con mi amiga Marina y nos paró un camionero, que estaba casado pero era un seductor nato. Su camión se llamaba Princesa y mi amiga y yo nos convertimos durante día y medio en las reinas del camión. Nos trató súper bien, nos contó muchas historias, pasamos por zonas controladas por los paramilitares y la guerrilla... En un momento paró el camión para vender un arma de contrabando a uno de los paramilitares, mientras esperábamos en la cuneta. En otro punto se subieron los hinchas de un partido de fútbol. Fue un viaje en autostop en el que nos cuidó muchísimo, después nos ayudó con el transporte público hasta nuestro alojamiento y hasta llamó para ver si habíamos llegado bien.
¿Y la más divertida?
A la que le guardo muchísimo cariño fue a una vez que estaba en Cuzco. Volvía por la tarde caminando por la plaza de San Nicolás, cansada, con ganas de llegar y un artesano se puso a hablar conmigo. En un principio le contesté brevemente, pero luego acabé sentándome a hablar con él. Después de una hora o más hablando, me preguntó si había probado la chicha -bebida típica de Perú- y le dije que no porque no quería probarla en un sitio turístico. Me dijo que conocía una chichería muy humilde en las laderas de Cuzco, en la que si quería, iba a probar la genuina. Así lo hicimos y todavía recuerdo el lugar: cuatro paredes, un juego del sapo o la rana, tres hombres mayores jugando y Alfonso, el dueño de la chichería con dos barriles al fondo. Nos sirvió un vaso gigante y en uno de esos momentos había unos niños mirando por la ventana a los que quise hacer una foto. En cuanto saqué la cámara se armó el furor, Alfonso se fue a su casa a por un sombrero y una chaquetilla para posar ante mi lente, mientras todos se morían de risa. Cuando pensaba que todo estaba terminado, me hicieron posar a mi con todo. Fue una historia divertida y que guardo con muchísimo amor.
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