El Jardín del Tarot, mucho más que un Parc Güell en la Toscana
La artista franco-estadounidense Niki de Saint Phalle dedicó los últimos 24 años de su vida a esta gran obra que no terminó.
Con claras influencias del Parque de los Monstruos de Bomarzo (Italia), el Palacio Ideal del Cartero Cheval en Hauterives (Francia) y sobre todo del Parc Güell de Barcelona (España), Niki de Saint Phalle comenzó a elaborar lo que consideraba su "gran misión" en 1978. La artista franco-estadounidense trabajó en su Giardino dei Tarocchi (Jardín del Tarot) en Italia hasta su muerte en 2002, aunque sin terminarlo pero dejando claras instrucciones.
La influencia de la obra de Gaudí, que le causó "escalofríos, relámpagos y una gran inspiración" en su visita en 1955, se puede observar en elementos como las formas curvadas, los azulejos multicolores o la armonía con el espacio natural. Está formado por 22 esculturas de entre 4 y 15 metros de altura que representan los Arcanos Mayores del Tarot. Estas 22 figuras son un reflejo de la psique humana y representan las experiencias vitales. Antiguamente se conocían como las Cartas de Triunfo y representaban glorias de la época como el poder (Emperador), la Iglesia (Papa), el matrimonio (Emperatriz) o habilidades (Mago).
Figuras exactas e interpretaciones propias
La mayoría de obras que conforman el gran conjunto las modeló allí mismo, mientras que las piezas y aplicaciones más pequeñas las hizo en su taller de París. La ayudaron artesanos locales aportando materiales como el cristal o el metal, con técnicas como el trencadís, una variante modernista del mosaico. Algunas son réplicas casi exactas de las cartas del Tarot de Marsella, otras son interpretaciones.
El Mago para ella, por ejemplo, representaba el comienzo y los buenos augurios para su carrera artística. Por otro lado, la Emperatriz también era de gran importancia para ella, hasta el punto de que llegó a habitar en su interior. Es símbolo de fertilidad, feminidad, nacimiento y creación y, aunque por fuera tiene forma de mujer, por dentro es una casa perfectamente habitable repleta de espejos colocados en forma de mosaico. Tan inmiscuida estaba en su obra cumbre que había una figura que se le resistía porque le causaba terror: el Diablo, asociado a los vicios humanos y deseos materiales.
Saint Phalle ya tenía un estilo claramente marcado en el que destacaban el esoterismo y la simbología y que era capaz de plasmar en una gran diversidad de formatos: pinturas, esculturas, grabados, perfromances e incluso en la gran pantalla. La feminidad y el feminismo era para ella la clave -desde que conoció 'El segundo sexo' de Simone de Beauvoir- y su obra comenzó a mostrarse desagradable y controvertida a ojos de los más conservadores. Sin embargo, para el resto del mundo es una de las artistas más visionarias y originales de la segunda mitad del siglo XX, con un estilo propio e inconfundible que siempre la llevó en contra de lo establecido.
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