David Summers: "En Medellín me presentaron a la hija de Pablo Escobar, era fan de Hombres G"

Cuando termina las grabaciones y las giras, procura refugiarse en la Sierra de Huelva o en una casa que tiene en Zahara de los Atunes. A sus 57 años, el cantante de Hombres G viaja con frecuencia a Estados Unidos y vive enamorado de México, "mi segunda casa". 

David Summers, Hombres G
David Summers, Hombres G / David Summers

Un árbol de la vida mexicano, algunas tallas de santos y varios retablos adornan el salón de su casa madrileña. Elementos decorativos que delatan la atracción que siente David Summers por México y su cultura. Son una pequeña muestra de miles de recuerdos acumulados en casi 40 años de giras.

Su madre es de Huelva y a su padre, Manolo Summers, le nombraron hijo adoptivo de Lepe. ¿Cuál es ahora su vinculación con esa ciudad?

El año que yo nací, 1964, mis padres compraron una casa en La Antilla. En aquella época, el ayuntamiento de Lepe te regalaba el terreno, si te hacías una casa, con el fin de atraer a la gente y convertir aquello en un sitio turístico. Mi padre hizo la casa número 12 y allí estuvimos veraneando toda la vida. Mi madre todavía la conserva, aunque ya no hay una docena de casas, sino un montón.

Desierto de Sonora, México

Desierto de Sonora, México

/ David Summers

¿Sigue yendo usted por allí?

Voy menos porque me compré hace 20 años una casa muy bonita en Zahara de los Atunes y desde entonces vamos allí. Pero mi hermano y mi madre siguen veraneando en Lepe.

Supongo que habrá recorrido medio mundo con su grupo Hombres G.

No he parado de viajar. Pero esos viajes no están programados para disfrutar, aunque a veces pasamos dos o tres días en una ciudad y aprovecho para ver todo lo que se pueda ver.

¿Por qué tiene en este salón tantos recuerdos de México?

He recorrido el país muchas veces y conozco México mejor que muchos mexicanos.

En ciudad Mitad del Mundo, Ecuador

En ciudad Mitad del Mundo, Ecuador

/ David Summers

¿Alguna vez ha vuelto a lugares que no tuvo la oportunidad de disfrutar por falta de tiempo?

Sí. Por ejemplo, he vuelto a Nueva York con mis hijos. Mi actual pareja es neoyorquina y vamos allí con frecuencia a dar una vuelta. A Londres he ido también muchísimo a grabar y, como turista, he estado en París, Ámsterdam, Roma, Venecia, Florencia… Italia me encanta, sobre todo el sur del país, Sicilia, Catania… La gente es muy amable y hospitalaria.

Si pudiera elegir un lugar para retirarse, ¿a dónde se iría?

He tenido mucho bullicio en mi vida y ahora busco todo lo contrario: estar tranquilo y que me dejen un poco en paz. Por lo tanto, pienso en mi casa de Zahara y en la finca que tenemos en la Sierra de Huelva. Silencio y tranquilidad, en campo o en playa. Andalucía es mi sangre, mi tierra. Pero ahora voy mucho a Galicia, a la Costa da Morte, porque mi pareja tiene a sus abuelos allí, y aquello es increíble. Estoy empezando a disfrutar de Galicia. Vamos a un pueblecito que se llama Caldebarcos, con una playa maravillosa y solitaria de 16 kilómetros que llega hasta Fisterra. Un paraíso, una locura.

San Francisco

San Francisco

/ David Summers

¿Cuál ha sido el viaje más increíble de su vida?

En 2008 hice un viaje a Egipto con mis hijos que no olvidaré en la vida. Hicimos un crucero precioso por el Nilo en un barquito, parando en todos los templos, hasta llegar a El Cairo. Me quedé fascinado con Egipto. Te meten en mastabas y ves unas tallas que dices: ʻ¿Cómo es posible que, mientras otros estaban tirando piedras a las cabras, esta gente estuviera tallando de esta manera?ʼ. No he visto nada comparable en mi vida.

¿El lugar más extraño donde ha tocado con Hombres G?

En una gira nos metimos por el interior de Ecuador. Actuamos en Cuenca y en Ambato. Gracias a mi trabajo, puedo decir que conozco Ambato, un lugar al que no habría ido en mi vida de no haber sido por un concierto. Tampoco pensé que iría tantas veces a Perú, ni que allí nos iban a querer tanto. No hay nada que me emocione más que llegar a un sitio en el que no he estado nunca y conocer a la gente de ese lugar.

¿Qué alicientes tiene moverse de un lado para otro durante las giras?

Pues, a veces, es más interesante que ir de turista. Si tú vas a México de turista, te llevarán a ver el Zócalo y la catedral, mientras que si vas de gira, trabajas con gente de allí y entras en lo más profundo del país. Además, viajamos por carretera y paramos en sitios extrañísimos para comer, algo que no hacen los turistas.

Con el grupo, de gira en Centroamérica

Con el grupo, de gira en Centroamérica

/ David Summers

¿Alguna anécdota relacionada con sus viajes?

Me ha pasado de todo. En los años ochenta, estábamos tocando en Medellín (Colombia) y al terminar el concierto me indicaron que la hija de Don Pablo Escobar quería saludarme. Era una niña bajita, rodeada de guardaespaldas. Otra vez, volviendo de Cali, nos pararon los de las FARC y nos sacaron a punta de pistola del coche. En aquella época estaban matando a gente todos los días. Me pregunto cómo me dejaría mi madre ir a esa gira, con apenas 21 años.

¿Colecciona souvenirs de los lugares que visita?

Ahora ya no tanto. Tengo la casa de la playa llena de recuerdos y de objetos de artesanía de mis primeros viajes, pero lo he ido dejando.

¿Dónde le han tratado mejor?

Con los artistas todo el mundo es simpático y agradable. En México me siento como en casa. Hasta el punto de que estoy tocando en otros países de Centroamérica y cuando llego a México me parece que he vuelto a casa.

En Nueva York

En Nueva York

/ David Summers

¿Prefiere el mar o la montaña?

Me gusta mucho el mar y tengo alma de marinero, como decía Joan Manuel Serrat. Me tira el olor del mar. Algún día me gustaría retirarme a un sitio desde donde pueda ver el mar.

¿Con qué viaje sigue soñando todavía?

Me apetece mucho ir a Jamaica. No he ido nunca y me parece imperdonable. Me encanta el reggae, el ska y toda la música que hacen allí. Tengo que verlo y estudiar lo que hace esa gente.

¿Cuál ha sido su último viaje de placer?

Estuve en Roma en las navidades de 2020, cuando en la tele ya se estaba hablando del coronavirus. Es una ciudad increíble, espectacular. No tienes que ir a ver algo concreto, sino que por la calle y en cualquier iglesia lo vas viendo todo. Es una locura, es que te come.

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