Aurora Boreales
Para los inuit de Alaska y Groenlandia, las auroras son los espíritus de los muertos que suben al cielo: si silbas, se acercan; si ladras, huyen. Los sami de Laponia también vinculan las luces del norte con el más allá y con la música, cuando dicen que este gran espectáculo se debe a las almas de las mujeres que bailan y agitan sus faldas junto al fuego. Casi todas las tradiciones coinciden en su admiración por un fenómeno que viste el cielo de colores. Las luces del norte deben su existencia al choque de las partículas arrastradas por el viento solar con la atmósfera terrestre. Las protones y electrones que llegan del Sol son atrapados por los campos magnéticos terrestres y crean una nube con la forma de un "donut" que gira en torno a los polos, sobre los 70 grados de latitud. Las partículas solares chocan con los gases de la atmósfera en la ionosfera, a unos 100 kilómetros de altura, donde la densidad atmosférica es mayor, y las moléculas del aire devuelven la energía ganada en forma de luz visible: el oxígeno es responsable de dos colores básicos, el verde y el amarillo, mientras que el nitrógeno provoca las masas azuladas y los bordes púrpura. El francés Pierre Gassendi bautizó a las luces del norte en el siglo XVII con el nombre de "Aurora", la diosa romana del amanecer, porque parecen surgir del este, donde nace el sol. El califi cativo "boreal" viene de la palabra griega que designa el norte. La aurora boreal es más visible en otoño y primavera, sobre la medianoche, en los lugares que recorre el paralelo 70: al sur de Groenlandia, norte de Alaska, Rusia y Canadá y en la Laponia fi nlandesa y noruega. La ciudad noruega de Alta, a 70 grados exactos de latitud norte, presume de ser la "ciudad de las luces del norte".
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