Sensaciones pasiegas en el corazón verde de Cantabria

Vastas praderas, pueblos ganaderos, nobles casonas, densos hayedos, desfiladeros, invernales, flores, ríos y tradiciones componen el corazón verde de Cantabria.

Ruente
Ruente / Irene Gonzalez

Entre leyendas de anjanas recorremos el Valle de Cabuérniga y sus bellos alrededores, lugar donde allá por el siglo IX, arrancó la repoblación de Castilla con las corrientes migratorias conocidas como foramontanas. ¡Ponte un calzado cómo, y síguenos!

Fontibre, nacimiento del Ebro

Antes de entrar en el Valle, parada obligatoria es Fontibre, del latín Fontes Hiberis, Fuentes del Ebro. Este espacio es el punto inicial del río más caudaloso de España, y el segundo en longitud. Un caminito de piedra nos interna en el entorno del río hasta llegar al nacimiento oficial del Ebro, porque el real está en el Pico Tres Mares de donde también surgen el Pisuerga y el Nansa. Junto al manantial de Fontibre hay una columna de piedra, coronada por una pequeña estatua de la Virgen del Pilar, que tiene grabados los escudos de todas las provincias por los que pasa el río hasta su desembocadura.

Mirador de la Cardosa
Mirador de la Cardosa / Irene González

Mirador de Palombera

La carretera que trepa hacia el puerto de Palombera es una tentación constante, cada rincón invita a detenerse para observar la maravillosa espesura del mayor hayedo de la Cordillera Cantábrica: es la entrada al Valle de Cabuérniga y su Reserva del Saja, la puerta que nos adentra en la magia de Cantabria. Esta tierra es el reino del lobo, el urogallo, el ciervo, el corzo y el buitre leonado. Coronando Palombera está el Mirador de la Cardosa donde se alza una estatua de un corzo, emblema del mirador emplazado a casi 1 600 metros de altura. En estos lares pasta el ganado bovino y el equino, por lo que es habitual encontrarlos tranquilamente por la carretera.

Bárcena Mayor

Bárcena Mayor, conjunto Histórico Artístico, es la única población incluida en el Parque Natural Saja Besaya, y pasa por ser la más antigua de Cantabria. Imprescindible en ella es la Iglesia de Santa María del XVII, las primitivas Casas Rectorales, las casonas montañesas con amplias solanas y soportales abiertos por arquerías de sillería, o las hileras de casas de dos plantas, con soportal, solana y cerramientos de madera que constituyen la esencia de poblamiento montañés. Bárcena Mayor tiene un gran valor etnográfico, artístico e histórico, y una exclusiva arquitectura popular cuajada de hortensias, geranios y panochas.

Selores
Selores / Irene González

Selores

Atravesada por el río Saja, esta pequeña población de unos 100 habitantes tiene un encanto especial y unos caserones de vértigo. Entre ellos destaca la casona de los Cabeza, también conocida como Mayorazgo de la Fuente, de finales del XVII. Y para no perderse encontramos su Iglesia parroquial, de principios de 1900, y, cerca de ella, un humilladero de 1786. Merece la pena detenerse en Camino Real, una casona del XVII hoy convertida en hotel con encanto, ubicada en un hito del camino que siguió Carlos I a través del Valle de Cabuérniga.

Valle de Cabuérniga

Valle de Cabuérniga, situado en un llano y al pie de dos grandes alturas, es la capital del Valle. Declarada Bien de Interés Local, está cuajada de edificaciones de construcción tradicional, con elementos y materiales característicos de la arquitectura popular del Valle de Cabuérniga. Mantiene el aspecto tradicional de los siglos XVI, XVII y XVIII. Sin duda, destacan dos casonas, la de Rubín de Celis del XVII y la casona de Ernesto Lozano, así como la torre de Augusto González Linares.

Carmona.

Carmona.

/ Irene González

Carmona

Declarado Conjunto Histórico-Artístico, Carmona es uno de los pueblos más hermosos de Cantabria, lo que se comprueba de inmediato al pasear por sus caminos. Calles y casas de piedra, donde las flores son las protagonistas de los balcones de este pueblo ubicado en un enclave privilegiado. Es tradicional la cría de ganado vacuno de raza Tudanca, que se puede degustar en sus restaurantes, la artesanía en madera y las albarcas ya que aún pervive el ancestral oficio de albarquero. El Palacio de los Díaz Cossío y Mier del XVI se encuentra cerrado al público, por lo que solo se puede disfrutar su hermosa fachada. Interesantes los Miradores de la Vueltuca, collada de Carmona y la asomada del Ribero.

Puentenansa

Puentenansa se encuentra en un cruce de carreteras, la que viene desde el norte y atraviesa todo el valle del Nansa y la que proviene desde Cabuérniga a través de la collada de Carmona. Esta encrucijada está rodeada de encinares y regada por el Nansa que la convierte en el paraíso de los pescadores de truchas. Su gastronomía es muy apreciada por su excelente cocido montañés, su caza, las truchas, y como no, su carne de vacuno. Imprescindible un alto en la panadería Panansa, delicioso pan y mejores delicatesen.

Ruente

Ruente es el municipio más septentrional del Valle de Cabuérniga. Es abierto, con una orografía suave y un magnífico quejigal. Escondido tras las casas está el nacimiento de la Fuentona, un río que brota al pie de una pared de roca, catalogado de interés geológico. Tal es su caudal que, pocos metros más abajo, la corriente atraviesa un puente medieval de ocho ojos. Cuenta la leyenda que en el interior de la gruta vive una anjana, un hada buena en la mitología cántabra, protectora de las gentes buenas, de los enamorados y de los que se extravían en bosques y caminos. Degusta té y unos dulces en la Oca en el Océano, es una delicia.

Al fondo, casa de Concha Espina en Mazcuerra.

Al fondo, casa de Concha Espina en Mazcuerra.

/ Irene González

Mazcuerras

Al parecer el origen del término Mazcuerras procede del topónimo medieval Mescorez, presente en un documento fechado en 1184. Ésta es una bellísima población a los pies del monte Ibio, donde Concha Espina residió en una preciosa casa montañesa y donde ambientó su novela La niña de Luzmela. Otra finca magnífica es Las Magnolias residencia de la también escritora Josefina Aldecoa. La iglesia de San Martín del XVII y la ermita de San Roque del XVIII merecen ser visitadas. Esta mágica localidad se dedica a la ganadería, pero la actividad esencial es el cultivo de flores que cuenta con una gran tradición.

Tudanca

Tudanca es un típico pueblo montañés y, por su belleza, ubicación y contenido, es Conjunto Histórico nacional. Situado en la falda de la montaña de la Jorcada, a la derecha del Nansa y vigilada por la sierra de Peña Sagra, parece que el tiempo se ha detenido en Tudanca. En la parte alta se alza la sensacional Casona de Tudanca de 1750, residencia de José María de Cossío. Por ella han pasado Carlos Gardel, Unamuno, García Lorca, Alberti, Marañón, Gerardo Diego y Cela, entre otros de los grandes de las letras. José María de Cossío la cedió al Gobierno de Cantabria que la convirtió en museo. Hoy alberga una importante biblioteca con más de 25000 volúmenes, publicaciones desde el XVI, grabados y numerosos manuscritos, incluido el Pascual Duarte de Cela.

Tudanca

Tudanca.

/ Irene González

La Hermida

La historia de La Hermida está ligada a su desfiladero. Emplazada en la mitad del camino que discurre por su impresionante garganta, ha sido un exclusivo cruce de caminos, ya que ha tenido un papel primordial al conectar la costa Occidental con Potes. Desde el Mirador de la Hermida se aprecian espectaculares farallones rocosos casi verticales y laderas cuajadas de encinas. Su serpenteante carretera fue construía a finales del siglo XIX por la Marina con el objetivo de facilitar el transporte de la madera de los bosques para construir barcos. Las impresionantes crestas y riscos del desfiladero son un balcón sin igual desde el que observar a las rapaces, entre las que el buitre leonado, el águila real y el alimoche son los reyes de los cielos.

Lebeña

Lebeña es ideal para los amantes de la naturaleza porque se encuentra en un marco natural de belleza inigualable, con espléndidos paisajes de verdes laderas y grandes montañas. Cerca se encuentra el río Deva, de alto valor piscícola y en cuyos límites se sitúan los más importantes cotos de la región entre los que destaca el de trucha de Lebeña. A las afueras del municipio está su gran joya: Santa María de Lebeña, uno de los templos más interesantes de la arquitectura cristiana altomedieval. Santa María fue fundada por los condes de Liébana en siglo X y ampliada en siglos posteriores con el pórtico sur, la sacristía del costado norte y la torre neomozárabe.

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