Pueblos fresquitos para esquivar el calor
Rincones de nuestra geografía donde en verano la chaqueta no sobra, las noches transcurren bajo manta y el aire acondicionado es un fenómeno marciano.
Puede que sea por la altura o por los vientos frescos de las cumbres o por hacer gala de una naturaleza lluviosa donde el sopor encuentra tregua. El caso es que estas localidades son ajenas al achicharramiento estival. ¿Quién dijo que España era el reino del sol y la playa? Si quieres un verano en el que el mercurio no explota, estos son tus destinos ideales:
Sallent de Gállego (Huesca)
Es el típico pueblo del Pirineo aragonés, en el norte de la provincia de Huesca. Y aunque está hundido en un valle para defenderse del viento y absorber las horas de sol, su altura (1.305 metros sobre el nivel del mar) y la conjunción de dos ríos (Gállegos y Aguaslimpias) le recompensan con una temperatura media de 13,4 grados en verano, ideal para para entregarse a las caminatas por el Circo de Piedrafita, los Picos del Infierno, el Ibón de Anayet… Enclaves casi siempre atestados de montañeros que pasan del bochorno playero.
Puebla de Lillo (León)
La provincia de León tiene en este pueblo a los pies de los Picos de Europa uno de sus exponentes más fríos. Apenas unos12 grados alcanza el verano en este antaño asentamiento medieval, localizado en la comarca del Alto Porma. Lagos de origen glaciar, pantanos para actividades náuticas y bosques autóctonos con pinos milenarios conforman el paisaje de su entorno, la mayor parte del año cubierto por la nieve. Sus contundentes platos de montaña, incluso en estos meses ¡quién lo diría! resultan de lo más reconfortante.
Ezcaray (La Rioja)
Unos 15 grados de media recoge en estos meses este bello municipio de La Rioja, emplazado a unos veinte minutos de la famosa estación de esquí, donde la gastronomía exquisita, regada con vinos universales, es una de sus grandes bazas. Aquí nada de sudar la gota gorda puesto que el periodo estival se asemeja a una brillante primavera. Aquí el verano deja paso a la caza y la pesca y a unas fiestas de sabor popular a las que habrá que asistir equipados para el fresquito.
Griegos (Teruel)
Los paseos por sus bosques frondosos, sus extensos campos de cereales y sus dolinas kársticas están, en este lugar, alentados por el fresquito. No en vano las estadísticas meteorológicas señalan el límite de las provincias de Teruel y Guadalajara como la franja que registra las temperaturas mínimas más bajas durante el periodo veraniego. Precisamente aquí se emplaza Griegos, que tiene el honor de estar catalogado como el pueblo más frío de España. En sus bellas calles empinadas tan propias de la Sierra de Albarracín habrá que prescindir del abanico, puesto que ha habido agostos, cuentan los lugareños, en los que no se han superado los 0 grados.
Cangas de Narcea (Asturias)
Los detractores del hirviente verano encontrarán en esta población asturiana, capital del Puerto de Leitariegos, un clima nada caluroso que no suele superar los 14 grados. Rodeada de bosques de hayas y robles al abrigo de la sierra, la localidad escapa a las típicas precipitaciones asturianas y al mismo tiempo, al calor soporífero de otro puntos de la geografía española. Por eso es uno de los lugares apropiados para pasar un verano fresquito.
Navacerrada (Madrid)
Sí, también en la capital existe un rincón donde no llega la alerta por achicharramiento. Está, claro, en la sierra, donde se registra una media de 15 grados, con temperaturas agradables durante el día y un frescor que requiere arroparse durante la noche. Es lo que tiene estar a más de 1.500 metros de altitud, lo que convierte este lugar en un destino de vacaciones para los urbanitas que no quieren desplazarse demasiado.
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