El primer spa inmersivo de la península está en Barcelona
Aquí haces relax 360º: ondas cerebrales, terapia lumínica, aromaterapia y sonidos 4D a lo ASMR. Así es el nuevo siestódromo de Rituals.
Bajas hasta el sótano y lo primero con lo que te topas es con personas metidas en cápsulas con pantallas y luces de ciencia ficción. Sientes que te acabas de desconectar de Matrix. Y razón no te falta: aquí se viene a desconectar. Aunque, en este caso, del estrés y de las prisas. Es el nuevo Mind Oasis de Rituals (paseo de Gràcia, 6), el primer spa inmersivo de la Península y quinto en el mundo (se suma a los de Ámsterdam, París, Amberes y Frankfurt), estrenado pocos días antes de estas Navidades.
Aquí se sirven dos tipos de terapias. Primera, el hidromasaje sin agua. Segunda, el masaje mental. Sí, suenan a película de Spielberg. Puedes hacer ambas o apostar solo por una, depende el tiempo que tengas. Los precios son asequibles —a partir de 19,50 euros para sesiones exprés de 20 minutos—. Al fin y al cabo, “queremos democratizar el spa, que sea algo accesible para todos”, asegura Rosa Martín, Brand Communication Specialist de Rituals. ¿Lo más recomendable? Probar ambas en una sola sesión: la primera, para relajarse, y la segunda para tocar el Nirvana. Una experiencia tan relajante que cuenta casi como un viaje astral. “Alguno se ha dormido en el masaje mental”, bromea Rosa.
Para entender qué es el spa inmersivo, empecemos por la primera fase del circuito, el hidromasaje sin agua —y no, no es el eufemismo de la Generalitat para recortar el agua en los gimnasios—. Es una especie de cama de masajes que vibra de forma inteligente adaptándose a tu altura y regulando la intensidad según la parte del cuerpo que masajee. Por ejemplo, con movimientos más largos en las piernas y con movimientos más cortos e intensos en las cervicales. Pero lo que convierte la experiencia en inmersiva es que, a a la vez, estimulan el resto de los sentidos. Te cubre una pantalla con luz desinflamatoria e inductora de colágeno, te acompañan sonidos de naturaleza al más puro estilo ASMR, y, además, hay aromaterapia, soltándote olores relajantes para convertirlo en una experiencia 360º.
Después de haber relajado los músculos, te llevan al masaje mental. Y aunque suene a lobotomía, nada más lejos de la realidad. Esta cápsula promueve un estado de meditación perfecto y de regresión al vientre materno. Literalmente: la butaca donde te reclinas emula la sensación gravedad cero, para sentir que flotas. A esto se suman sonidos 4D (siete altavoces con paisajes sonoros naturales y relajantes), terapia lumínica (ondas de luces para causar emociones positivas en el cerebro) y vibraciones hápticas (ondas que remiten a la sensación de sueño de tu cerebro). Adiós estrés.
Nada más cerrar la cabina del masaje mental, una voz te habla desde los siete altavoces con total nitidez. ¿Dios? Te preguntas en ese estado semigrogui tras el hidromasaje sin agua. “Para empezar, pulsa el botón verde. Para cualquier problema, pulsa el botón negro”. Sí, como los botones del pánico de una escape room.
Le das al verde y las voces te acompañan con una respiración guiada. Al cabo de unos minutos, ya tienes los ojos cerrados y el cerebro desconectado, como si estuvieras asistiendo a una función escolar. Relax garantizado en lo que dura la pausa del almuerzo. “De hecho, vienen personas que trabajan por la zona a desconectar”, cuenta Rosa. Anotad: aquí tenéis un siestódromo para las jornadas laborales estresantes.
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