El Camino de las Serranías, 8 pasos para soñar
Su extraordinaria belleza paisajística y medioambiental, hacen de las Serranías una de las grandes joyas de la biodiversidad de Castilla La Mancha. Entre hayedos y castillos, supone un increíble viaje de vuelta al Medievo.
La Ruta de las Serranías recorre el territorio del norte de la Provincia de Guadalajara, un espacio dominado por las sierras de Ayllón, Alto Rey y Sigüenza, donde se esconden rincones en los que la naturaleza ha permanecido inalterable, y con todo su esplendor. Su extraordinaria belleza paisajística y medioambiental, hacen de las Serranías una de las grandes joyas de la biodiversidad de Castilla La Mancha. Es un sencillo y armónico paseo por el nuevo Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, donde en sus 125.000 hectáreas se despliega el Hayedo de Tejeda Negra, una Zona de Especial Protección, e increíblemente bella.
Hasta aquí llega, con la primera repoblación cristiana de finales del siglo XI, el arte románico rural. Y de estos asentamientos, han quedado pequeñas iglesias románicas, que pueblan gran parte de las aldeas de estas sierras y, con un arte sencillo y armónico de gran encanto y tremenda originalidad.
También es un camino de paisajes semi vírgenes, donde cada rincón de esta Serranía tiene una gracia especial. Recorre ciudades mitrales declaradas conjunto histórico artístico, famosas salinas, pequeñísimas localidades, villas amuralladas, castillos, pequeñas iglesias románicas rurales con aire tan medieval que es una vuelta en el tiempo al Medievo castellano, cuajada de escudos, de torreones y matacanes. Aquí están las plazas medievales más interesantes de Castilla La Mancha y sobreviven arcos emblemáticos, como el de Arrebatacapas de Atienza, llamado así porque el viento arrebata las capas de los cofrades de la Hermandad, cuando lo atraviesan el día de la Caballada. Son sierras con importantes ferias ganaderas, tradiciones y fiestas ancestrales, donde la Caballada de Atienza, con más de 800 años de tradición, se lleva la palma.
Y también, la de los Danzantes de Galve de Sorbe, una histórica costumbre. Son pueblos de tradición gastronómica y buena mano para la cocina. La especial curación natural de los chorizos y jamones de Atienza les hacen excelentes. Impresionantes las setas de cardo, los níscalos y los apreciados boletus que acompañan a migas serranas y gachas. Los asados de cordero o cabrito, acompañado con plantas aromáticas de una zona, de las que ya se hablaba en el Cantar de Mío Cid, son un manjar.
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