Los mejores moteles de carretera de Estados Unidos: pura esencia americana
Sórdidos y decadentes, estos alojamientos de neón que irrumpen en medio de la nada alimentan la memoria sentimental del séptimo arte. Hoy se revitalizan para lucir más decentes, pero nada les hace perder su aura legendaria.
Son parte histórica de la cultura americana, esos moteles que se alzan en tierra de nadie y al pie de la carretera, a los que el viajero llega arrastrando sus botas polvorientas y cargando sobre sus espaldas kilómetros y recuerdos. El cine, claro, ha hecho lo propio para atornillarlos en el imaginario con el aura mítica de los road trips.
El caso es que estos alojamientos, presumiblemente baratos y desprovistos de todo lujo, nada tienen que ver con los cánones del confort actual. Al menos los que nos han legado las películas. Apenas unas habitaciones simples (que no sencillas), deficientemente iluminadas y con discutible privacidad, en las que la decoración ni siquiera se ciñe a la categoría de escueta.
Aquí donde hemos visto a nuestros ídolos tramar asesinatos, refugiarse de la justicia o entregarse a tórridos encuentros, lo que se llama encanto precisamente brilla por su ausencia. Pero los tiempos han ido cambiando… y los sueños de asfalto también. Y aunque la estética sigue remitiendo a ese híbrido entre aparcamiento y gasolinera, aunque ahí siguen los neones y las máquinas expendedoras avivando las ascuas de la decadencia, aquellos moteles nacidos en los años 20 al calor de los trayectos en automóvil hoy lucen algo más curiosos, revitalizados según la funcionalidad contemporánea. En el afán por dar una vuelta de tuerca al aquí-me-paro-aquí-me-hospedo, algunos hasta hacen del diseño su carta de presentación.
Los nuevos moteles incorporan elementos que, dicen, hacen la vida más fácil. Pero lo que nunca perderán (y crucemos los dedos para que así sea) es su esencia cinematográfica. La del aguacero bajo el que conduce Marion Crane cuando, a través del parabrisas, vislumbra el motel que será su perdición. La del escarceo de Thelma en ese otro motel, con el autoestopista chuleras que luego la desplumará. La de aquel motel más en el que se aloja la excéntrica familia Hoover en su ruta al concurso Little Miss Sunshine. De Nuevo México a San Francisco y de Nashville a Texas, repasamos algunos hoteles de carretera y manta en los que revivir (o al menos imaginar) estas escenas del séptimo arte.
El trágico destino del Lorraine Motel
Fue el 4 de abril de 1968, a las seis y un minuto de la tarde, en el Lorraine Motel de Memphis, en el estado de Tennessee. Martin Luther King hablaba con otros activistas sobre la huelga de basura que azotaba la ciudad, apoyado en la baranda del balcón de la habitación 306. De pronto, una bala le atravesó la garganta. Así fue como el líder del movimiento pacifista que acabó con la segregación racial, el icono de la lucha por la justicia social, el autor de los discursos más coherentes del siglo XX, vio cómo su voz se apagaba para siempre.
Un trágico destino que convirtió a este alojamiento, más que en un centro de peregrinaje, en un símbolo de reflexión sobre el dolor y la vergüenza. Hoy este viejo motel de carretera, que conserva triunfante su neón, es el Museo de los Derechos Civiles, erigido no solo en honor del reverendo, sino en el de todos los afroamericanos. Ahí no solo se pueden admirar fotos, vídeos y documentos sobre la historia de aquel movimiento que logró cambiar el curso de la nación, sino también asomarse al mismo cuarto, contemplar los zapatos desatados en el suelo, los platos con los restos de comida, la cama deshecha en la que durmió por última vez aquel que algún día tuvo un sueño.
Los mejores moteles de carretera de EE. UU.
Austin Motel, en Austin
Su emblemático letrero de neón con la premisa “Tan cerca pero tan lejos” permanece en pie desde 1938, año en que abrió sus puertas este motel al sur del río Colorado, sin haberlas cerrado desde entonces. Destaca también su piscina en forma de riñón.
Calistoga Motor Lodge & Spa, en Napa
Tanto se ha revitalizado este motel de los 40 que hoy forma parte de la marca JdV by Hyatt, que incluye hoteles vibrantes e independientes. Su actualización a los tiempos que corren incluye piscinas minerales alimentadas por aguas termales geotérmicas.
Blue Swallow Motel, en Nuevo México
La Ruta 66 tiene en este motel uno de los alojamientos más legendarios, un emblema de aquellos good old days que persiguen quienes se aventuran en este mítico viaje. Aunque su neón no ha dejado de brillar, sus habitaciones reformadas conservan la atmósfera de antaño.
Antelope Lodge, en Texas
Perdido en un pliegue del desierto, este icónico motel de los 50, con patio central a la sombra de los pinos y porches característicos en cada habitación, proporciona una experiencia vintage. Sus interiores, sin embargo, gozan de comodidades contemporáneas.
Sunset West Hotel, en Los Ángeles
Con una estética de los años 50 y ubicado en Sunset Boulevard, este motel de cómodas habitaciones con cafetera y televisión (algo muy apreciado en este tipo de alojamientos) goza de una piscina exterior para refrescarse de los calores californianos.
Madonna Inn, en San Luis Obispo
Es el sueño de todo amante del kitsch. Un motel emplazado a mitad de camino de San Francisco y Los Ángeles, cuyas habitaciones lo mismo tienen decoración de leopardo como lucen enteramente fucsias o cuentan con chimenea de piedra.
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