Villas en las que sentir la campiña andaluza
Écija
Los campos de Écija dibujan una paleta de colores infinita. Almendros, olivos, colza, girasoles, trigo, limoneros, algodón, remolacha y diferentes frutales pueblan el extenso valle hasta donde alcanza la vista. Es tierra de caballos y bellos cortijos. A la ciudad, que es Conjunto Histórico Artístico, se la conoce como la Ciudad de Las Torres por las once elevan en su perfil hasta el cielo y las nueve espadañas que rematan sus templos. El casco urbano, riquísimo en palacios y miradores, guarda vestigios de asentamientos romanos, visigodos y musulmanes. La Plaza de España de Écija es intimista y acogedora, escenifica a la perfección la vida cotidiana de esta ciudad que cuenta con 2000 años de Historia. Impresionante es el palacio de Benamejí, sede del Museo Histórico, un bellísimo ejemplo del barroco civil andaluz. E imprescindibles son el palacio de Peñaflor y su característica fachada en curva, y el de Valdehermoso, lo mismo que la iglesia de San Francisco, Santiago, San Juan, San Gil o Santa Ana casi todas del XVIII.
Estepa
A Estepa, que es Conjunto Histórico Artístico, se la conoce como el Balcón de Andalucía por su privilegiada ubicación y por sus miradores. Su casco urbano se asienta sobre las laderas del cerro de San Cristóbal desde donde, en días claros, se divisan Sevilla, Córdoba, Málaga, e incluso las cumbres de Sierra Sur de Sevilla. Esta tierra luce campiña hasta en su escudo, que refleja un campo de plata, una cepa con racimo de uvas, hojas de higuera y espigas de oro. Roma creo Estepa cuando arrasó la ciudad anterior para levantar Ostipo y, tras los romanos, los árabes la acorazaron con murallas y alcazaba. Siglos después, los cristianos erigieron sobre la mezquita la Iglesia Fortaleza de Santa María de la Asunción donde aún se mantiene en pie la Torre del Homenaje del XIV. Estepa suma monumentos civiles y religiosos de insuperable valor artístico y arquitectónico e impresionante miradores con vistas a la campiña. Entre sus muchas edificaciones destacan las iglesias de San Sebastián del XVI, la del Carmen del XVII, el Convento de Santa Clara del XVI y el Convento de San Francisco del XVII. La casa palacio de los Marqueses de Cerverales y la Torre de la Victoria son un deleite, así como sus innumerables arcos diseminados por las callejuelas estepeñas. De fama merecida son además sus exquisitos mazapanes.
Osuna
El paisaje que rodea Osuna ofrece uno de los mejores exponentes de campiña sevillana ya que está ubicada sobre una colina triangular desde la que se divisan olivares y tierra serranas con una enorme riqueza natural. Osuna, con su terreno paisajístico, su Castillo, Universidad, Colegiata y las torres de sus iglesias, plantea uno de los escenarios urbanos mejor integrados con su entorno, entre las poblaciones de campiña. Atravesada por veredas y cañadas reales, es un destino ideal para el avistamiento de aves ya que cada año acuden flamencos, ánsares, garzas reales y patos malvasía en su viaje a tierras más cálidas. Su enorme patrimonio natural ha diseñado seis magníficos: Sendero la Gomera, Sendero Necrópolis, Río Corbones, Las Lagunas, Sendero La Calderona y Sendero Ípora-Los Naranjos. La villa ducal de Osuna es Conjunto Histórico y no es para menos, su origen se remonta al siglo 1000 aC., a la época de los tartessos. Obligatorio es detenerse en su Colegiata, en el Monasterio de la Encarnación y en su renacentista Universidad. Toda la villa está salpicada de palacios barrocos y caserones señoriales del más puro estilo sevillano
Marchena
En el centro de la campiña sevillana, en un punto de comunicaciones entre las ciudades de Sevilla, Antequera y Écija, se alza Marchena. Esta estratégica ubicación hizo que tuviera presencia de población humana desde la prehistoria. De hecho, aquí existió Montemolín, un asentamiento tartéssico ubicado en las cercanías de la actual población. Llamada Colonia Martia por el Imperio Romano, fue denominada Marssna ’ah por los árabes quienes la rodearon de murallas salvadas por con magníficas puertas, entre las que destacan el Arco de la Rosa o la de Morón. Desde el siglo XIV perteneció a los Ponce de León, linaje de los marqueses de Cádiz y duques de Arcos, poderosa casa nobiliaria que la hizo capital de sus estados y que, gracias a su mecenazgo, le dio décadas de esplendor entre el XV y el XVIII. Es obligado pasear por el barrio medieval de San Juan con su muralla musulmana y por las puertas de Sevilla y de Morón. Casas señoriales, iglesias y palacios se suceden a lo largo del casco antiguo, e importante es el Museo de Zurbarán. La villa, declarada Conjunto Histórico Artístico, está muy vinculada al flamenco y es cuna de músicos universales como Pepe Marchena, o el guitarrista Melchor de Marchena. Actualmente, Marchena es una gran villa agrícola de la campiña andaluza, quizá la menos conocida, pero llena de tesoros. Y es que la blanca Marchena se extiende entre dos colinas en medio de la fértil cuenca del río Corbones por lo que posee interminables campos de trigales en la llanura y olivares en las alturas.
Carmona
El retrato que ofrece la vega desde Carmona es una de las mejores imágenes de la campiña de la provincia de Sevilla, que parece que no tiene fin. La sorpresa es mayúscula cuando tras kilómetros de cultivos, surge formidable la bella e impresionante ciudad romana. En Carmona la referencia patrimonial gira en torno al portón de Sevilla, que abre la muralla y que, desde el siglo III adC, cumple la misión de atalaya sobre la campiña. En la plaza de San Fernando, epicentro de la vida local, están la antigua Audiencia, el convento de la Madre de Dios y algunas casas con balcones desde donde se presenciaban los festejos, procesiones, ferias y escarmientos públicos. Sorprendente es la Plaza de Arriba, el antiguo foro romano y, aún más, la porticada del mercado de abastos. Aquí, Pedro I el Cruel mandó construir sobre el viejo alcázar árabe un fastuoso palacio en el que más tarde residieron los Reyes Católicos durante el asedio a Granada. Hoy es un Parador de Turismo con unas vistas inigualables sobre el horizonte de la campiña. Cuajada de palacios, casas palacio, casonas, iglesias, conventos, capillas y plazas, Carmona es un canto a la riqueza arquitectónica civil y religiosa. Su Necrópolis Romana, descubierta en el XIX, es referencia internacional en mausoleos colectivos.