Siete destinos espirituales para acercarse al turismo religioso
El turismo religioso mueve cada año a miles de viajeros que se desplazan a distintas partes del mundo movidos por su fe y espiritualidad. Un tipo de experiencia que, en España, encuentra su mejor ejemplo en el Camino de Santiago (Galicia), ruta que el pasado año logró un record histórico al recibir a más de 327.000 peregrinos de todo el mundo, la mayoría de ellos con un motivo religioso.
No obstante, al igual que el Camino, existen otros muchos destinos espirituales y lugares relacionados con la fe que podemos visitar para esta semana santa. Así que, si estás planeando una escapada de turismo religioso, apunta estos lugares de culto seleccionados por Musement, plataforma de reserva de actividades en destino a nivel mundial.
La Mezquita Azul (Turquía)
Se trata de una de las mezquitas más importantes del país y un referente para el Islam. Su construcción fue ordenada por el sultán Ahmed I para calmar a Alá, tras varias derrotas de su ejército en un periodo de guerras. La Mezquita Azul, inaugurada en 1617, cuenta con seis minaretes, en lugar de los dos o cuatro habituales, y debe su nombre a los más de 20.000 azulejos que cubren su interior y que crean una tonalidad azul.
El Muro de las lamentaciones (Jerusalén)
Es uno de los lugares más sagrados para los judíos, ya que es lo único que queda del Templo de Jerusalén. Frente al muro los creyentes no sólo se lamentan de la doble destrucción que sufrió el Templo sino que también oran, hacen peticiones, cantan alabanzas o realizan ceremonias. Además, existe la tradición de introducir trozos de papel entre sus rendijas con plegarias u oraciones. Si lo visitamos es probable que veamos a muchos judíos que recitan allí el libro de los Salmos.
Benarés (India)
Situada a orillas del Ganges, esta ciudad es la más importante de las siete ciudades sagradas del hinduismo ya que se considera que una de las cuatro cabezas del dios Brahmá, creador del universo y miembro de la Trimurti (junto a los dioses Shiva y Visnú), pudo descansar al llegar a Benarés.Además, es un destino de peregrinación para los hinduistas ya que creen que morir en esta ciudad les conducirá a la salvación al quedar liberados de la reencarnación. Pero no sólo es importante para esta religión sino también para el budismo ya que fue aquí donde Buda dio su primer sermón y dio inicio a esta religión.
Santuario de Fátima (Fátima, Portugal)
Su construcción surge tras la aparición de la Virgen, el 13 de agosto de 1917, a Jacinta, Lúcia y Francisco, tres niños que se encontraban con su rebaño de ovejas en Cova da Iria. En uno de estos encuentros, los niños afirman que la Virgen les pidió que se creara una capilla en su nombre y les reveló tres misterios que fueron descubriéndose, poco a poco, con el paso de los años.Desde entonces, Fátima se ha convertido en uno de los santuarios marianos más importantes del mundo, al que peregrinan más de cuatro millones de fieles cada año.
Lumbini (Nepal)
Es el lugar de nacimiento de Siddharta Gautama, Buda, por lo que se considera una ciudad santa dentro de esta religión. Según la leyenda, tras criarse como príncipe en un palacio, Siddharta, decidió conocer el mundo exterior. Fue ahí donde tuvo los ‘cuatro encuentros’ con un anciano, un cadáver, un enfermo y un asceta.Este hecho le afectó tanto que renunció a su modo de vida para buscar una solución al problema de la existencia. Un camino con el que, tras muchos años, alcanzó el ‘despertar’.
Capilla Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa (París, Francia)
En 1830, Sor Catalina, novicia de las Hijas de la Caridad, es testigo de varias apariciones. Primero, San Vicente de Paúl le muestra su corazón, tres días seguidos, de tres colores diferentes. Al poco tiempo, ve a Cristo presente en la Eucaristía y, algo más tarde, se le aparece como Rey Crucificado.Por último, ese mismo año, la Virgen se le apareció tres veces. En uno de estos encuentros, le pidió que hiciera una medalla con su imagen para proteger a quienes la usaban. Dos años más tarde, se crearon las medallas y empezaron a ser utilizadas por la población para protegerse del cólera que en ese tiempo asoló París ya que afirmaban que ‘curaban la enfermedad’.