La senda de los Nazaríes
Mengíbar
Las primeras noticias de Mengíbar son de 1225, cuando Fernando III atacó su castillo a la vuelta de una expedición por el sur. Mengíbar se alza sobre un suave promontorio, y ya en el centro de la villa se aprecia de inmediato la Torre del Homenaje de su antiguo castillo. Aquí la vida gira en torno a la plaza, donde se alzan el emblemático torreón, la Casa Consistorial, el Palacio de los Señores de la Chica y la iglesia de San Pedro Apóstol.
Andújar
A mediados del XII, Anduyar es ocupada por Alfonso VII, y poco después vuelve a ser conquistada por los almohades. A raíz de un gran terremoto, fue reconstruida con un potente recinto defensivo que la convirtió en una de las plazas más notables de la alta Andalucía. Conserva vestigios de la muralla, la mudéjar Torre del Reloj y la Iglesia de Santa María, que antes fue mezquita.
Arjona
En este blanco caserío nació y se proclamó el primer sultán de los nazaríes Ibn al Ahmar. Aunque mantuvo su independencia como enclave aristocrático y encastillado, Aryuna cambia varias veces de manos por las disputas entre reyes de taifas, almorávides y almohades. El trazado de sus calles es casi el mismo de entonces, y conserva parte de sus magníficas murallas musulmanas.
Porcuna
La antigua Bulkuna vigila desde su cerro, el vasto espacio de la campiña. Tras la toma por los cristianos fue convertida en sede de encomienda y en un bastión inexpugnable. En su famosa la torre del homenaje del alcázar, conocida como la Torre de Boabdil, permaneció prisionero Boabdil, el rey Chico, tras ser apresado en la batalla de Lucena.
Linares
A fines del siglo IX, el arabizado Qastuluna fue el refugio del rebelde muladí Ibn Saliya. En Linares se mantiene uno de los torreones del antiguo castillo, construido entre los siglos VIII y el XII. Su estilo responde al planteamiento de las fortalezas levantadas en Siria, siguiendo el modelo bizantino. En Linares es imprescindible visitar el yacimiento del esplendoroso Cástulo, así como su rico paraje minero.
Jodar
Jódar sobresale en medio de la campiña como un faro sobre el descomunal arrecife de Sierra Mágina. Desde su excepcional posición, vigila el pasillo entre montañas formado por los ríos Jandulilla y Guadiana Menor, lo que le valió un gran protagonismo en época andalusí. Decían los antiguos que su castillo tenía un pozo cavado en la peña viva, tan hondo y con tanta agua, que podía sustentar a trescientos hombres y cien caballos.
Jaén, andalucia
La ciudad sorprende por su inmenso patrimonio andalusí, con edificios que sorprenden por su colosal tamaño. En una arteria principal, la peatonal Maestra Martínez, que unía la primitiva mezquita con la medina y con los barrios musulmanes, se llega al Palacio de Villardompardo. En su sótano están los mayores y mejor conservados baños árabes del mundo, un tesoro incalculable, así como su magnífico castillo.
La Guardia de Jaén
La Guardia es una villa diminuta, de estampa medieval y atmósfera campesina. En la antigua Mantisa musulmana del siglo VIII se establecieron los clanes árabes de los Uqaylíes y Asadíes, y formaron un reducto de aristocracia gobernante frente a la población jiennense. Aquí se alza su magnífico castillo y sus murallas, que guardaban celosamente la villa antigua.
Cambil
Cambil se arremolina alrededor de dos imponentes barrancos rocoso. Tiene un gran valor ya que fue la última población de Jaén que estuvo en manos nazaríes, la última en ser reconquistada. El núcleo de Cambil es andalusí cien por cien. Hacia el siglo XIII se apuntan ya las dos pequeñas aldeas que lo formaban, Qanbil y Alhabar, protegidas por sendos fortines y separadas por el río.