Planes para perderte por Gijón y no perderte nada
Esto es lo que no puedes perderte en la más cosmopolita de las ciudades asturianas

Da igual ser un principiante o presumir de veteranía. La visita a Gijón pasa siempre por unos cuantos planes que implican vivir a tope todas sus facetas: la del mar y la montaña, la de la vanguardia urbana y el entorno rural, la de la cultura y la tradición. Porque aunque la más cosmopolita de las ciudades asturianas se reinventa constantemente, aunque a menudo hay secretos por descubrir, siempre quedarán los básicos que nunca fallan. Vamos con lo que hay que ver, hacer y sentir en la niña bonita del Cantábrico

La Playa de San Lorenzo
Claro, cómo no atender al mar que le golpea impetuosamente por el norte y que ha definido su historia y moldeado su personalidad. Situada en pleno centro, este emblemático arenal tiene forma de concha y está flanqueado de escaleras, entre las que destaca la número 4, la famosa Escalerona. Hay que pasear por la playa, darse un chapuzón (en verano) y también emprender una caminata por el Muro de San Lorenzo, especialmente con la luz espectacular que deja el amanecer sobre la bahía.

Cimadevilla
El casco histórico de calles húmedas y casas desconchadas condensa también la esencia marinera de Gijón. Cimadevilla es una suerte de península que separa al arenal anterior de la playa de Poniente, más calmada y familiar. Hay que perderse por sus callejuelas para descubrir la Iglesia de San Pedro, las antiguas termas romanas, el monumento a Don Pelayo y el majestuoso Palacio de Revillagigedo. También para maravillarse con los pórticos de la Plaza Mayor, la historia de La Tabacalera y la Casa Natal de Jovellanos, el hijo predilecto de la ciudad, aquel visionario ilustrado que impulsó la modernidad asturiana.

De sidras
Cimavilla, además de barrio pesquero, es el exponente de la sidra. Y nadie puede irse de Gijón sin tomarse un culín (o más bien uno detrás de otro), ya sea en la Cuesta del Cholo, donde los jóvenes se congregan en plena calle, o al abrigo de las sidrerías de dos de las plazas principales: la Mayor y la del Periodista Arturo Arias (más conocida como El Lavaderu). Entre botellinas y pinchos se acaba apurando el almuerzo.

Elogio del Horizonte
Nada mejor que subir al atardecer a lo más alto del Parque del Cerro de Santa Catalina para encontraremos con otro gran emblema de Gijón: el Elogio del Horizonte, la colosal escultura de Eduardo Chillida que se yergue imponente sobre el mar. Ella y el resto de las obras escultóricas (La Madre del Emigrante, Andarín, Homenaje a Galileo Galilei…) convierten a esta ciudad en un museo al aire libre.

La Ciudad de la Cultura
Otra visita interesante es a la Universidad Laboral que acoge la Ciudad de la Cultura. Y no tanto por admirar su bonita construcción (un conjunto de proporciones descomunales, inspirado en El Escorial y con la torre más alta de Asturias) como por asistir a algún interesante evento, puesto que aquí tiene lugar teatro, exposiciones de arte, conciertos… y toda clase de actividades. A cinco minutos aguarda el Jardín Botánico del Atlántico con auténticas joyas naturales. Entre ellas, el Monumento Natural La Carbayera de El Tragamón, con árboles de 400 años.

Un homenaje gastronómico
Claro, sería un crimen abandonar la ciudad sin constatar su calidad culinaria, que va más allá de la fabada, el pote y el cachopo. Para ello hay todo un rosario de establecimientos donde comer delicioso, desde las espichas y los llagares (donde degustar los platos más típicos regados, por supuesto, con sidra) hasta el estrellado restaurante Auga, comandado por Gonzalo Pañeda.

Gijón para disfrutar a tope
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