Yamaranguila, descubriendo el paraíso hondureño cuna de los lencas
Más allá de enclaves tan conocidos como La Ceiba o Roatán, Honduras tiene infinidad de pueblos con encanto. Y hoy visitamos uno que nos acerca hasta los lencas.
Viajamos hasta Honduras para descubrir un pequeño pueblo situado en el departamento de Intibucá cuyos orígenes se remontan a los lencas, grupo étnico que desciende de los indígenas relacionados con los pueblos de habla Chibcha que llegaron a Centroamérica. A 1.700 metros sobre el nivel del mar nos encontramos con Yamaranguila, municipio montañoso con amplios bosques de pinos, que cada año ganan terreno a la población gracias a la falta de empresas dedicadas a la tala y sus pocas carreteras.
Yamaranguila tiene censadas más de 23.000 personas, pero lo cierto es que todos se conocen y el nivel de seguridad que se vive en sus calles es bastante alto en comparación con otras poblaciones cercanas como La Esperanza. Aquí no hay apenas delincuencia y a día de hoy los vecinos no cierran las puertas de sus casas, porque todos son como una gran familia.
Llegar hasta este rincón de Honduras no es fácil, pero el viajero descubrirá un acogedor pueblo fundado en 1878 que le recibirá con los brazos abiertos. Su nombre deriva de la palabra zabalanquira, que significa agua de la pirámide y hace referencia a un cerro conocido como El Pelón. El pueblo se divide en tres zonas (la alta, la baja y la media) y, sorprendentemente, cuentan con un clima bastante particular, ya que la media de temperatura es de 11 grados durante todo el año, pudiendo llegar a los cero grados en invierno y no superando los 16 o 18 grados en los meses más calurosos.
Pese a ser un municipio relativamente pequeño, Yamaranguila se ha ido abriendo al turismo debido, en gran parte, a la amabilidad de sus gentes y los numerosos puntos de interés que se encuentran dispersos por todo el municipio. Esto le ha valido el reconocimiento de ‘pueblo con encanto’.
Yamaranguila, pueblo hondureño con encanto
Antes de empezar a recorrer esta joya en el corazón de Honduras, el viajero debe saber que este pueblo se dedica fundamentalmente a la agricultura y a la artesanía; además, gracias a su legado lenca cuentan con unas vistosas vestimentas típicas que todavía viste parte de la población local.
El viajero que llegue hasta esta fría población va a descubrir que sus habitantes se caracterizan por ser tranquilos, callados y muy trabajadores, sabiendo utilizar la materia prima para generar ingresos. Y ahora que ya conocemos algo más de la forma de ser de los habitantes de Yamaranguila ha llegado la hora de descubrir qué encantos nos ofrece el municipio. Y empezamos por los alrededores, ya que a pocos kilómetros del centro urbano se sitúa una espectacular mina de barro blanco única en Centroamérica y de la que se extrae material para elaborar piezas de artesanía. Debido a su espectacularidad, son muchos los viajeros que se acercan hasta las inmediaciones para conocer este espectáculo natural.
Pinares y minas de barro blanco en Intibucá
También en los alrededores descubrimos inmensos bosques de pinos y una cascada que bien merece unas cuantas fotografías. Eso sí, de bañarse en ella mejor no hablamos ya que según la población local es bastante peligrosa. También hay que acercarse hasta la Comunidad de Hortensias, el Valle de Azacualpa, el Cerro de Hoyos o la Comunidad de las Mesas, parajes naturales que nos enseñan la riqueza vegetal de la zona.
Una vez dentro del municipio podemos visitar la iglesia católica, uno de los edificios más llamativos gracias a sus dimensiones. Fue construida por los españoles que se establecieron en Honduras allá por 1890 y se sitúa en un lugar estratégico. También cuentan con una gasolinera (que se ha inaugurado hace tan solo un par de años), centro médico, un mercado verde en el que comprar productos locales, un Palacio Municipal y una pequeña comisaría de policía.
Pueblo lenca en el corazón de Honduras
Otro de los lugares que merecen una visita es la casa de la cultura, conocida también como Guanalaca (que significa ‘fantasía’ en lenca) y en la que se ofrecen interesantes exposiciones sobre artesanía local. Las piezas de barro blanco se muestran en sus vitrinas, pero también se pueden adquirir como recuerdo. Y no es lo único que se vende en Guanalaca, ya que también es posible adquirir café producido en el municipio, así como vino de papa, de mora o de guayaba. Exquisiteces que nos acercan a su cultura gastronómica y que el viajero podrá comprar por una cifra irrisoria si hace el cambio a euros.
En Yamaranguila existen varios restaurantes y alojamientos que permiten al viajero adentrarse en el corazón de la cultura lenca. Y, como colofón a la visita, nada mejor que sumergirse en su exquisita gastronomía, con platillos autóctonos que harán las delicias del viajero más foodie. ¿Un ejemplo? Sopa de gallina empinolada, chilate con cacao, ticucos de chipilín, atol de yuca, o tamalitos de frijol, entre otros.
En definitiva, Yamaranguila es un enclave único que permitirá al explorador descubrir un pueblo amable que compartirá sus tradiciones para acercar la cultura lenca a todo aquel interesado en descubrirla.
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