La "Playa de las palomitas" de Fuerteventura, el tesoro canario que hay que proteger
Uno de los lugares más populares de la isla de las playas kilométricas
En el extremo norte de la isla de Fuerteventura, una insólita playa se ha convertido en el símbolo de un fenómeno natural de gran belleza y vistosidad.
Entre las poblaciones de Corralejo y Majanicho, la ya popular «Pop Corn Beach» - según su nombre en las redes sociales – se ha consolidado en los últimos años como un foco de atracción dentro de los puntos imprescindibles para visitar de la isla de los majoreros. Un lugar deslumbrante que, sin embargo, es absolutamente necesario respetar y conservar.
La joya de la Caleta del Barco
A apenas unas cuantas centenas de metros del pequeño pueblo de pescadores de Majanicho, ubicado en la costa norte de la isla de Fuerteventura, se abre hacia el océano la legendaria caleta del Barco, en cuyo litoral, según la tradición oral, encalló hace siglos un barco pirata que asediaba los navíos que procedían de América.
El pecio encontrado hace décadas en estas aguas parece hablarnos de una historia que guarda buenos tintes de realidad pero, más allá de las leyendas, este tramo costero del municipio de La Oliva – uno de los más extensos de todas las islas Canarias, incluyendo en su territorio el islote de Lobos – esconde además un tesoro natural.
En efecto, allí donde atendíamos a relatos de piratas se localiza una curiosa e insólita playa que ha alcanzado en los últimos años una gran popularidad. En un área accesible aunque exenta de servicios, a pesar de su cercanía la localidad de Corralejo, la «Pop Corn Beach» se ha convertido en todo un fenómeno en las redes sociales.
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La playa de las palomitas
Célebre desde 2015 tras su asalto a la popularidad en la red social de Instagram, la «Pop Corn Beach» es en realidad la playa del Bajo de la Burra.
Accesible desde una pista de tierra y a media distancia entre los núcleos de Corralejo y Majanicho, se trata de una playa situada en una zona de aguas someras en las que el acusado crecimiento de algas ha provocado la existencia de una especie de piedrecitas de diferentes grosores que hacen las veces de una capa de arena.
Estas piedrecitas, que en realidad no son sino algas calcáreas que, al ser arrastradas hacia la orilla por la marea y morir pierden el color dando lugar a esa típica apariencia de palomitas de maíz tras erosionarse durante décadas, provienen de los campos de rodolitos o maerl que flotan en las aguas poco profundas del estrecho de Bocaina – que separa las islas de Lanzarote y Fuerteventura -. Unos gránulos conocidos localmente como «confites» y cuya forma y color han provocado que se confundan con palomitas de maíz.
Tal es su atractivo que algunos turistas han llegado a sustraer puñados enteros de la playa, lo que está completamente prohibido dado el riesgo de que esta peligrosa práctica acabe con este tesoro natural. Afortunadamente, la mayor parte de las personas que visitan este lugar respetan al máximo este entorno y entienden la importancia de su conservación tal y como se encuentra. Solo gracias a este respeto podremos seguir disfrutando de esta maravilla que, al igual que otros pequeños reductos de estas características de la isla de Fuerteventura, tardan una enorme cantidad de tiempo para formarse – las algas calcáreas crecen a una velocidad de tan solo uno o dos milímetros al año – y llegar a pesar lo suficiente como para ir fijándose al fondo marino al no poder ser ya arrastradas por la corriente.
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