Laponia finlandesa: un sueño entre auroras, renos y huskys

Si queda un mensaje grabado en la memoria tras visitar la Laponia finlandesa es, sin duda, el de acabar de hacer el viaje de nuestras vidas.

Laponia finlandesa

Vista al horizonte en la Laponia finlandesa

/ NAPA74 | Istock

Colores ocre resaltan en un paisaje inhóspito teñido de blanco cuando los últimos coletazos del sol se dejan ver en un territorio en el que la noche polar acecha. Un lugar frío en el que la luz es una bendición en los meses de invierno, dejándonos admirar algunos de los paisajes más deslumbrantes de la Tierra.

Y es que, sin duda, lo que más sorprende de esta porción de territorio al norte de Finlandia es su cielo, que en las últimas horas del día empieza a tornarse de tonos rosáceos, anaranjados y amarillentos en un espectáculo efímero que bien podría asemejarse al de admirar por primera vez las auroras boreales.

Cabañas del hotel Star Artic con los coloridos cielos antes del anochecer

Los colores ocre de los cielos de la Laponia finlandesa son una de las grandes maravillas que se pueden observar

/ Álvaro Martínez Fernández

Un crisol de colores que contrastan con los blancos suelos y que el frío no impide admirar. De hecho, uno de los grandes miedos de este viaje (aunque también una de sus grandes bondades), son sus bajísimas temperaturas. Pero son ellas las que crean sus cambiantes paisajes que, a pesar de parecer estáticos, rezuman un halo de misterio del que es imposible apartar la mirada.

Pero Laponia finlandesa es, sobre todo, sus Sami. O lo que es lo mismo: el pueblo indígena que lleva habitando la parte norte de Europa durante siglos y sobre los cuales no hay una información exacta de cuanta es su población. Lo que sí se sabe es que hay tres tipos de pueblos diferentes de Sami, dependiendo en la zona en la que vivan. Los Sami del Norte, que habitan en la parte de Noruega, los Skolt, en Rusia, y en Finlandia los Sami Inari, de los que ya solo quedan unos 600 que sepan hablar su lengua.

Laponia finlandesa

En la Laponia finlandesa es habitual encontrarse termómetros que marcan bajísimas temperaturas

/ Álvaro Martínez Fernández

Estos Sami son los que vivían entorno al lago Inari, uno de los lugares más especiales de toda la Laponia finlandesa por la magnitud de su afluente congelado en los meses de invierno, y también por ser uno de los puntos geográficos en los que mejor se ven las auroras boreales. De hecho, los propios lapones afirman que los grandes lagos atraen a estas danzarinas verdes que se ven en los cielos por la noche.

Respeto y profundo amor por la naturaleza

La tranquilidad reina en las regiones de Inari-Saariselkä, al norte de Laponia, y su tráfico también. Y es que, como cuentan sus propios habitantes, el semáforo más cercano a esta zona finlandesa está a, nada más y nada menos, que 220 kilómetros de distancia. Una realidad que no puede definir más la autenticidad de este lugar: poco masificado, donde el respeto a la naturaleza es religión y en el que los renos campan a sus anchas por carreteras, valles y montículos.

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Puesta de sol sobre un río en la Laponia finlandesa

/ Sara_winter | Istock

De hecho, el verdadero sueño lapón no es tener grandes tesoros materiales, ni la más puntera de las tecnologías. Allí el verdadero sueño es tener una casa roja al lado de un lago, con una sauna y una plantación de patatas. Sí, como lo lees. No es de extrañar en un país en el que los datos sorprenden tanto como su portentosa naturaleza: hay 3 millones de saunas y 188.000 lagos, que por separado son más que la población que habita todo este paraíso blanco: 183.000 humanos.

Pero las posesiones terrenales frente a lagos también tienen sus limitaciones, amparadas en lo que ellos llaman 'Jokamiehenoikeus', el derecho de toda persona a disfrutar de la naturaleza. En la Laponia finlandesa puedes acampar donde quieras, caminar y hacer uso de la madre naturaleza como quieras. Aquí las limitaciones terrenales no existen si vives en medio de un bosque o bordeando un precioso lago.

Bosque en la Laponia finlandesa

Los cielos rosas, naranjas y amarillos sobre blancos bosques son la postal más increíble de la región

/ serts | Istock

El amor por la naturaleza de sus habitantes, el sentido del cuidado y el extremo conocimiento del entorno hace que les sea imposible prohibir que la gente disfrute de aquellos lugares en los que se ha construido. Es por eso que todo el territorio es libre de ser explorado siempre y cuando no se moleste o se intimide a quien se encuentre dentro de sus límites. ¿Quieres vivir dentro del bosque? Puedes, pero no puedes prohibir que nadie pueda disfrutar esa porción de territorio llena de árboles o lagos.

La región norte de Inari-Saariselkä es, ante todo, aventura: huskies, renos, motos de nieve, senderismo a altas horas de la noche en busca de auroras y deporte. Pero también es un lugar en el que la tranquilidad, el 'wellness' y el lujo se dan la mano. Estos espacios se materializan, principalmente, en sus sostenibles hoteles repartidos por todo su territorio. Unos preciosos emplazamientos preparados para el descanso, pero también los lugares en los que programar actividades.

Laponia finlandesa

Entrada a la recepción de Aurora Village Ivalo

/ Álvaro Martínez Fernández

Aurora Village, en Ivalo, es uno de ellos. Se ubica en uno de los laterales del lago Posovuopaja, a tan solo 15 minutos en coche del aeropuerto de Ivalo, y mantiene la esencia que se encuentra en toda la región: pequeñas cabañas de madera con vistas panorámicas del cielo y en el que el único ruido que se escucha es el mecer de los árboles. La tranquilidad está asegurada, y las actividades también. Una de las más punteras de este hotel es la de bañarte en un jacuzzi al aire libre súper caliente que contrasta con las bajísimas temperaturas bajo cero del exterior. También el lago, en el que recomiendan bañarse para seguidamente meterse en la sauna ubicada sobre unas maderas que flotan en sus aguas.

Laponia finlandesa

Sauna sobre un lago finlandés

/ Álvaro Martínez Fernández

Pero para entrar en contacto con el entorno y con nosotros mismos es vital programar una clase de yoga. Aquí las hacen en el interior de una Yurta, en una sesión que sintetiza perfectamente con el entorno: escucharnos a nosotros mismos, respirar y entrar en el modo ‘Laponia’, un lugar en el que la tranquilidad es religión.

Huskys, amor a primera vista 

Al sur de Ivalo, y traspasando algunos kilómetros de blancos paisajes y lagos es donde nos topamos con el 'Wilderness Centre's Husky Farm', una de las tantas ‘granjas’ de estos simpáticos perritos que se encuentran repartidas por todo el territorio. Estas granjas, además de ser un sueño hecho realidad para los amantes de los animales, son el lugar en el que practicar el ‘mushing’, la carrera de trineos tirados por perros.

Husky bebé del Wilderness Centre Husky's Farm

Husky bebé del Wilderness Centre Husky's Farm

/ Álvaro Martínez Fernández

Pero el encanto de este lugar no se materializa en esta actividad, sino en conocer de primera mano a sus cuidadores y, como no, poder acariciar y abrazar a estos perros de orejas erguidas y ojos marrones y azules que siempre están dispuestos a darte una gran dosis de amor. La experiencia se completa tomando uno de sus zumos de bayas caliente en una kuksa, taza local hecha con madera de abedul, a través de un amplio ventanal interior en el que encandilarse con los colores invernales. La hoguera encendida presidiendo la sala solo nos deja una sensación: este lugar no es de este mundo.

Zumo frente a una hoguera

Zumo frente a una hoguera

/ HelenL100 | Istock

En lo alto de una montaña

Saariselka es una de las pequeñas y encantadoras localidades de la Laponia finlandesa. Una pequeña aldea de apenas un puñado de calles que es conocida por sus hermosos paisajes alpinos y sus numerosas pistas de esquí. Pero también por estar rodeado de bosques de abetos, ríos, lagos y montañas que la convierten en el escenario ideal para practicar actividades al aire libre, como la pesca.

laponia finlandesa

Los cielos desde lo alto de la montaña Kaunispää

/ Álvaro Martínez Fernández

Muy cerca de esta pequeña localidad y en lo alto de la montaña Kaunispää es donde nos encontramos con una de las vistas más privilegiadas de la zona: una panorámica a vista de pájaro de Saariselkä. Este lugar, donde se emplaza el 'Star Artic Hotel', tiene unas cabañas en las que admirar los últimos coletazos del sol es un auténtico espectáculo. Y más cuando, al caer la noche, puedes disfrutar de la tranquilidad de una sauna individual, que se encuentra en cada una de las cabañas esparcidas en lo alto de la colina.

Laponia finlandesa

Vistas desde el Hotel Star Artic, en lo alto de la montaña Kaunispää

/ Álvaro Martínez Fernández

Una de las bendiciones de este lugar es, también, el de poder tirarse por trineo en sus numerosas rampas. Y es que el complejo tiene repartidos por sus exteriores decenas de estos trineos con los que la diversión está más que asegurada.

Los renos, el epicentro de la vida

Una de las experiencias más alucinantes que se puede vivir en la región de Inari-Saariselkä es, sin duda, conocer a estos simpáticos y preciosos animalitos que campan a sus anchas por valles, carreteras y llanos. Y es que, aunque el animal nacional de Finlandia es el oso, es el reno el que se lleva todo el protagonismo. No es para menos, pues hay 203.000 renos frente a 183.000 humanos en Laponia.

Renos en la Laponia finlandesa

Renos en la Laponia finlandesa

/ RolfAasa | Istock

Los renos viven en libertad en Laponia, aunque esto no quiere decir que se traten de animales salvajes. De hecho, lo habitual es que pertenezcan a un pastor que conducen a sus rebaños a lo largo y ancho de la región manteniendo vivas las tradiciones de sus ancestros. Una forma de vida que viene de la antigüedad, cuando estos animales eran el recurso principal de su supervivencia: les servía de alimento por su carne y su leche, les daba el abrigo gracias a sus pieles y sus huesos y cornamentas les servían para hacer huesos y cornamentas. De hecho, la carne sigue gozando de una gran importancia en la gastronomía del país y está considerada como un manjar.

Pese a vivir en libertad, hay algunas pocas granjas de renos repartidas por la región. Una de ellas es 'Tuulas Reindeer Farm'. Esta granja con unos cuidadísimos renos tiene una particularidad: está custodiada por una de las pocas Inari Sami que quedan: Tuula.

Renos en Laponia finlandesa

Renos en Tuula's Reindeer Farm

/ Álvaro Martínez Fernández

Su historia es igual de curiosa que su preciosa granja, a las faldas del lago Mutusjärvi. Lo cierto es que su familia siempre vivió de los renos hasta que su padre, cuando tenía 15 años de edad, tuvo que partir a luchar en la segunda guerra mundial, en la que salió herido. La frustración se apoderó de ellos, ya que los Sami siempre se han dedicado al pastoreo de renos o a la pesca. Pero la solución llamó a su puerta por encabezamiento de la madre de Tuula, volverían a tener renos pero esta vez cercados en un amplísimo valle para no tener que hacerles el seguimiento en libertad.

Interior de casa Sami en Laponia

Interior de la casa de Tuula, una de las pocas Sami Inari de Laponia

/ Álvaro Martínez Fernández

En la actualidad Tuula sigue cuidando esta preciosa granja, muy extraña en Laponia en la que la libertad de estos animales es religión. Un lugar en el que, además de disfrutar de estos simpáticos animales, es posible conocer de primera mano la elaboración de la artesanía de la población Sami a través de las pieles.

Los Sami de cerca

Conocer de cerca la cultura del pueblo indígena de Laponia es, más que una necesidad, una obligación. Para ello es imprescindible visitar el Museo Siida, ubicado en la localidad de Inari. Este, de hecho, es el primer museo Sami del mundo, abierto en 1963.

Un paseo por este museo es hacer un recorrido a la incógnita que ha sobrevolado siempre sobre la historia de este pueblo. De hecho, incluso para ellos es difícil de contar, ya que no hay absolutamente nada escrito sobre ellos. Todo lo que se sabe se ha ido contando de familia en familia. Pero la mayor de las complicaciones en la investigación parte de que este ha sido, históricamente, un pueblo nómada en el que no había un asentamiento fijo. Esto complica las labores de investigación al encontrarse muy pocos objetos y pertenencias históricas.

Interior del Museo Siida

Interior del Museo Siida

/ Álvaro Martínez Fernández

Lo que si se sabe, aunque no con demasiada exactitud, es que su lenguaje tiene más de 2.000 años y que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. De hecho hay diversas lenguas, todas consideradas diferentes. Algunas las hablan hasta 15.000 personas. Otras solo las hablan apenas 10 personas, y la mayoría de las que existieron han quedado extintas para siempre. La última en 2003.

El Museo Siida es un paseo por todo lo que se sabe de su historia. Una recopilación cuidada y mimada de aquellas historias que no se quieren olvidar. Trajes, objetos y muchísima historia escrita y audiovisual componen las salas de un espacio cultural que, sobre todo, sobrecoge y asombra por su belleza. Imprescindible pasear por sus exteriores para conocer de primera mano la arquitectura típica de esta población del norte de Finlandia.

El cielo se ilumina de verde

Las semanas previas a la noche polar en Laponia predominan por los días cortos. Por lo que, al caer la noche, solo queda una opción: ir a relajarse al hotel y a disfrutar de las actividades que se pueden hacer en su recinto. Uno de los más sorprendentes de la zona es el 'Wilderness Hotel Inari', con cabañas acogedoras, con sauna propia y vistas al Lago Inari, que en estas fechas ya empieza a verse completamente congelado.

Interior de una de las cabañas del Wilderness Hotel Inari

Interior de una de las cabañas del Wilderness Hotel Inari

/ Álvaro Martínez Fernández

Es uno de los lagos más icónicos de la zona y, también, uno de los que dicen atraer más auroras boreales durante todo el año. Y es que el pueblo de Inari, y sus alrededores, son el lugar en el que mejor pronóstico hay para verlas durante todo el año. La magia, de hecho, surgió ante nuestros ojos a las faldas de este imponente lago.

Vistas al lago desde el Wilderness Hotel

Vistas al lago desde el Wilderness Hotel

/ Álvaro Martínez Fernández

Pocas cosas nos han sorprendido tanto como poder admirarlas en vivo y en directo. Más en un lugar tranquilo en el que escuchar un solo sonido humano es tarea complicada. Un silencio roto por la euforia colectiva que se genera cuando, surcando los cielos con un imponente verde, empiezan a dar coletazos estas mágicas danzarinas de un efímero brillo. Un espectáculo lumínico, provocado por el viento solar y el campo magnético de la Tierra, que se conforma como una de las cosas que hay que admirar, al menos, una vez en la vida.

Auroras boreales en los cielos de la Laponia finlandesa

Auroras boreales en los cielos de la Laponia finlandesa

/ Álvaro Martínez Fernández

El 'Wilderness Hotel Inari' ofrece una actividad que, en una visita a la zona, hay que reservar: el Aurora Camp Trip. Allí conocerás a Anne, una finlandesa del sur que decidió irse a vivir al norte de Finlandia y que vive sin electricidad, alimentada solo por el fuego que ella misma enciende. Con ella es con la que, tras un paseo por el bosque, llegamos a una preciosa cabaña en la que completar la fascinación de las auroras boreales con unos pancakes caseros, cocinados en un fuego que preside el centro del espacio.

Cocinando Marshmallows en el Aurora Camp Trip

Cocinando Marshmallows en el Aurora Camp Trip

/ Álvaro Martínez Fernández

La cabaña sirve como un acogedor lugar para calentarse mientras se admiran las auroras en el exterior, en el que las temperaturas extremas son la normalidad. Pero también para conocer cuáles eran las visiones antiguas sobre estas danzarinas verdes. Para los Inuit, por ejemplo, las auroras no eran un espectáculo único: simbolizaban, en su cultura, a los espíritus de los niños muertos que jugaban en los cielos. Para los Sami eran algo parecido: cuando aparecían se encerraban en sus casas, estando prohibido salir a verlas por miedo de que fuesen algo dañino para sus pueblos. Los chinos, en cambio, las han visto históricamente cómo un mensaje de fertilidad.

En contacto con la naturaleza

Despertarse frente al lago Inari es hacerlo en el paraíso. Una de las sensaciones que explican perfectamente la integración de la vida de los lapones en la naturaleza, que se mantiene intacta con el paso del tiempo. Despertar a través de unas enormes vidrieras, o de una cúpula de cristal que deja que los rayos del sol accedan al interior, es sucumbir a un espectáculo ante el que solo cabe constatar la pequeñez humana.

Pero la naturaleza se disfruta más acompañados de los verdaderos expertos en la materia: sus habitantes. Una de las actividades que más de moda se ha puesto en la zona es el baño de bosque, un ejercicio monitorizado en el que respirar, probar, sentir, oler y admirar todos esos pequeños detalles que se nos escapan al pasear por sus frondosos bosques.

Baño de bosque, una de las actividades clave para entrar en contacto con la naturaleza

Baño de bosque, una de las actividades clave para entrar en contacto con la naturaleza

/ Álvaro Martínez Fernández

La actividad se puede hacer en diversos sitios, pero no con tanto amor a como lo hacen en 'Arctic Sky Lapland', un pequeño resort de cabañas de madera familiar que es perfecto para encontrar la tranquilidad. Lo encontramos en medio de un paraje natural singular: miles de abetos que bañan un paisaje en el que la meditación es necesaria. Aunque para nosotros el baño de bosque, más que una meditación, es una forma de aprendizaje del entorno única e inigualable.

La belleza está en los pequeños detalles

Los últimos días en la Laponia finlandesa tienen un sabor amargo. Por dejar atrás unas vivencias que quedan grabadas en la memoria para siempre, por una parte, pero también por la delicadez de los detalles que se pueden ir encontrando en cualquier itinerario que se haga por su territorio. Desde sus cuidados hoteles, que respetan la naturaleza y la cuidan, hasta los amenities de hotel: en el que es habitual encontrarse geles y champús de Rituals. Pero, sobre todo, por cómo el corazón se te encoje recordando la pasión y la entrega de sus habitantes en que la gente entienda y conozca como es su amor por lo que les rodea.

Interior de una de las cabañas del Northern Light Village

Interior de una de las cabañas del Northern Light Village

/ Álvaro Martínez Fernández

La última noche de nuestro itinerario nos puso las cosas fáciles: unas cabañas colocadas milimétricamente entre los árboles, construidas con unas cálidas maderas y con unos techos panorámicos que son el sueño de todo mortal. El 'Northern Lights Village' es uno de esos hoteles que se quedan grabados perpetuamente en la memoria, pues hay pocos lugares en los que uno se quiera quedar a vivir para siempre. El encanto de sus pequeños detalles, materializados en unas camas perfectamente vestidas y en el cuidado de su entorno, se complementa a la perfección con una aventura que hay que vivir en la Laponia finlandesa: montar en motos de nieve.

Esta actividad es un buen cierre para un viaje en el que una semana se queda corta. Una travesía entre árboles de hojas blancas provocadas por la nieve, en la que se atraviesan ventiscas que no permiten ver más allá de unos pocos metros, bajadas a claros en los que el tiempo da un respiro o paradas en las que solo querrás sacar tu mano del bolsillo para fotografiar los iguales pero tan sumamente diferentes paisajes. Aquí, lo de menos, es la sensación de helor recorriendo tu cuerpo.

Y es que, definitivamente, un viaje a la Laponia finlandesa es un recuerdo para toda la vida. Por enseñarnos a cuidar más de nuestro entorno, por empaparnos de la amabilidad de sus habitantes y por volver a poner encima de la mesa la importancia de los detalles en todas nuestras acciones diarias. Y es que... si hay una sensación al montarse en un avión de vuelta es, sin duda, el de acabar de hacer el viaje de nuestra vida. Pero volveremos.

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