En imágenes: así ha gentrificado el grafiti el East End de Londres
El fotógrafo Dougie Wallace retrata las dos caras de la transformación de Shoreditch. La buena, y la no tan buena.
Dougie Wallace, reconocido internacionalmente por sus proyectos documentales de carácter social, y por un estilo directo que es el distintivo de su expresiva fotografía callejera, ha ganado prestigiosos premios, exhibido como artista en solitario o en exposiciones conjuntas en instituciones de renombre mundial y en festivales fotográficos, y es autor de una serie de libros, todos aclamados por la crítica. Aunque tiene su campamento base en Londres, los proyectos de este artista escocés lo llevan por todo el mundo. También lo han publicado o se han hecho eco de su trabajo algunos de los medios más prestigiosos del planeta. Cojan aire: The New York Times, The Economist, Le Monde, The New Yorker, The Guardian, The Independent, Observer, GQ, Vice, BBC, CNN, El País, Der Spiegel… Y son unos pocos ejemplos.
Su último proyecto ha sido East Ended, que expuso en Londres hasta un poco antes del inicio del confinamiento por la crisis del coronavirus. Retrata la transformación de esta zona de la capital británica, desde una óptica dual: la luminosa, esto es, la evolución de un barrio deprimido como Shoreditch en un símbolo de modernidad y en un foco de tendencias a nivel mundial, y por otro lado, el encarecimiento de las viviendas y locales, y del estilo de vida en general, que ha provocado una diáspora forzada de muchos de sus habitantes originales, por lo general con rentas bajas, que no pueden asumir los nuevos precios. Una transformación que tiene su origen en una espontánea expresión artística: el grafiti.
No todos ganan
“East Ended reflexiona sobre la gentrificación y cómo este proceso desencadena una relación ambigua y a menudo tensa entre el arte callejero y el comercial, el espacio público y los carteles publicitarios, la comunidad local y el capital global”, explica el artista, “la transformación del East End de Londres, de la decadencia urbana a la moda, es el último ejemplo del poder del arte callejero para regenerar un vecindario y hacerlo atractivo para la clase artística emergente”.
Wallace reflexiona sobre los murales que han ido invadiendo las fachadas de Shoreditch: “Antes de convertirse en una forma de arte reconocida, el arte callejero se llamaba grafiti, asociado a una decadencia que reducía el valor de las propiedades. Pero si vemos la rápida transformación del East End de Londres, comprobamos que ha encontrado su sitio: visto ahora como ‘valiente’ y ‘provocador’, el arte urbano genera interés hacia este barrio. Y transforma el espacio público mientras las viviendas y locales de la zona se vuelven caras, modernas y deseables”.
El artista prosigue: “Su sentido de autenticidad lo ha convertido en un medio para acelerar el proceso de gentrificación. Pero a medida que aumentan los precios de las propiedades, el coste de la vida obliga a irse los propios artistas que llenaron todo de arte, así como a los residentes locales, que ya no pueden permitirse el lujo de vivir aquí. Y en ningún caso este proceso se ha dado de manera tan contundente e inequívoca como en Shoreditch [donde se tomaron estas imágenes]: Brick Lane, Redchurch Street y Sclater Street, todas ellas casos de arte urbano al aire libre que genera un turismo considerable”.
El fotógrafo se refiere a que en su día el grafiti fue considerado como “vandalismo con spray”, pero ahora aparece en galerías y museos de todo el mundo. “Los artistas, antes encapuchados, escondidos y nocturnos, están ahora a la intemperie, produciendo su trabajo a plena luz del día. Por encargo de marcas multinacionales como Adidas y Gucci, ofrecen intervenciones creativas en el paisaje urbano, imágenes de trasladan frescura y riqueza, pero murales, al fin y al cabo, destinados a convertirse en propaganda instagrameable”.
Shoreditch está todavía en medio del proceso gentrificador, lo que ha supuesto que convivan dios circunstancias difícilmente conciliables, en un mismo barrio. “Todo esto tan ‘cool’ se mezcla con escenas de pobreza y personas que comercian en las calles productos y objetos que son cualquier cosa menos ‘cool’”, dice Wallace. “La gentrificación ha traído consigo una suerte de adormecimiento aparente de la sociedad, pero si miras con atención verás los descarados carteles de protesta sobre muchos de esos nuevos murales, de crítica política, de rebelión contra el cambio climático, en carteles y pegatinas muchas veces desfiguradas, como si la voz de las calles la reclamaran sus propias paredes”.
Lo que hace que este proyecto sea oportuno es el telón de fondo de la crisis de vivienda del Reino Unido, que ha llegado a un punto crítico. “De una manera sutil, en mis imágenes, la representación de la riqueza de este barrio queda eclipsada con historias humanas, dando así voz a los no escuchados: los residentes locales olvidados, por un lado, y la resistencia emergente, por el otro. Cada detalle capturado por la cámara se puede interpretar al mismo tiempo como una forma de arte y una llamada a las rebelión”.
Un ojo muy escocés
Atribuye su visión única a su educación y experiencias vividas en Glasgow o presenciadas perceptivamente durante más de dos décadas de residir en el este de Londres, desde los días desinhibidos de la fiesta, cuando el área era un páramo cultural, hasta su continua regeneración urbana, convirtiendo esto distrito en un destino de moda y meca turística.
“Vivir en Shoreditch me ha ayudado a desarrollar un ojo para el lado tragicómico y desordenado del comportamiento humano desinhibido. Mi educación en Glasgow ha dado forma a mi estilo, que ha sido descrito como 'exagerado visualmente' y 'de bordes duros’".
Lo que motiva sus imágenes, matiza el artista, es el comportamiento humano: “Las interacciones y emociones de las personas me fascinan. Mis historias son temáticas. Mi trabajo se basa en las tendencias e incongruencias de las sociedades y traduce lo que veo a través de la lente en ingenio, crítica y viñetas humorísticas”. Y zanja: “Me gustaría pensar que mis fotos transmiten un punto de vista creíble y absurdo".
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