Georgia: el paraíso espera en algún lugar en tierra de nadie
¡Bienvenido a Georgia! 'Sakartvélo'… Pocos países pueden sonar tan desconocidos a un oído español como Georgia. Ni Europa ni Asia, ni lejana ni cercana, Georgia no encaja en ninguna categoría conocida
¿País post-soviético? ¿Conflictos en el Cáucaso? ¿Guerra con Rusia en agosto de 2008? ¿Patria de Stalin? Los clichés vienen de lejos y las imágenes, preconcebidas, no son necesariamente atractivas... Sin embargo, ¿quién sospecharía que este pequeño país que lucha por estar en la esfera de Occidente tiene uno de los mayores potenciales turísticos de esta parte del mundo?
Y al mismo tiempo, y precisamente por el desconocimiento generalizado, es uno de los poquísimos países capaces de combinar una belleza extrema con cero masificación turística. Así nos lo descubre la guía que le dedica la prestigiosa colección Petit Futé, de la editorial Alhenamedia. Este antiguo territorio, su milenaria civilización, sus iglesias encaramadas en parajes imposibles, sus tradiciones, su amor por el vino, sus polifonías, su turbulenta historia, su capital cosmopolita, sus costas subtropicales, sus montañas inmaculadas, sus frescos medievales, su pintoresco hábitat, su suave clima sureño... ¡Y la hospitalidad de su gente! Este pequeño país aglutina muchas influencias: persas, turcas, griegas, rusas...
A caballo entre dos de las cordilleras más bellas del continente euroasiático, desplegada sobre sus fértiles llanuras, sus altas mesetas o sus verdes colinas, a merced de las influencias contrarias del húmedo mar Negro y el árido mar Caspio, Georgia no puede ser más atractiva para el viajero, quien no dejará de sorprenderse ante los constantes cambios del paisaje y del clima; ante la belleza impresionante de cada valle, de cada poblado troglodita, ante un monasterio encaramado sobre la montaña o ante las evocadoras ruinas de un castillo... Veremos la roca donde fue encadenado Prometeo y el río que remontó Jasón para llegar a Cólquida. Nos dejaremos embriagar por la que es, según dicen, la cuna del vino, y atrapar por la amabilidad y la siempre sorprendente generosidad de sus habitantes. Y quedaremos fascinados por la omnipresente naturaleza caucásica apenas profanada por el hombre.
Paisajes majestuosos y variados
Naturaleza omnipresente, cultura rural, grandes áreas silvestres: los paisajes de la montañosa Georgia han sido increíblemente preservados por la industrialización y por la roturación de tierras que marcaron a muchos países post-soviéticos. Hoy en día, Georgia tiene una Naturaleza majestuosa y abundante. Destinada por los líderes soviéticos a la agricultura y al turismo, el país experimentó en el siglo XX una expansión urbana relativamente modesta, por lo que el campo y la naturaleza todavía conservan sus derechos sobre la mayor parte del territorio. La mayoría de las regiones por las que transitará el viajero se caracterizan por sus paisajes alegres, favorecidos por un clima templado y unas tierras fértiles.
Además, por su tamaño —como Irlanda —, Georgia posee una sorprendente diversidad de climas y paisajes. El mar Negro ofrece costas subtropicales; la región de Kajetia, en la frontera con Azerbaiyán, es casi un desierto y no muy al norte se encuentra el valle vitivinícola de Alazani. La región de Imericia se caracteriza por su reluciente llanura y sus colinas verdes. Kartli es una meseta bastante árida, a veces dura, a veces fértil, rodeada por cordilleras y sus altos picos. La cuenca del Tiflis recuerda el ambiente mediterráneo. El Gran Cáucaso, el techo de Europa, es una alta muralla cristalina con profundos valles encajados y magníficos paisajes de alta montaña. El Cáucaso Menor muestra un complejo y deforestado relieve volcánico, exuberante en Ayaria y Guria, y boscoso en Borjomi. Samatsje es una alta tierra árida; mientras que Yavajeti es una meseta lacustre casi lunar. En las regiones montañosas se observan grandes variaciones climáticas dependiendo de la altitud, desde la humedad subtropical hasta la aridez esteparia. Calores estivales propicios para el senderismo y la natación en verano, y abundantes nevadas para esquiar en invierno... Sea cual sea la época de su visita, las actividades al aire libre siempre estarán presentes.
Un rico patrimonio humano
Todo el país está salpicado de vestigios del pasado, testigos de una antigua y brillante civilización. Aunque la arquitectura urbana medieval fue devastada en gran parte por las invasiones que desgarraron el país, los georgianos supieron preservar sus iglesias y monasterios, construidos a lo largo de los siglos en espléndidos parajes naturales, al abrigo de las montañas y los “valles. Se han censado más de 3.000 monumentos religiosos y Georgia conserva unos 5.000 monumentos históricos, valiosas reliquias de una brillante mezcla de tradiciones autóctonas y diferentes culturas que han cruzado el país. Las influencias persas, turcas, bizantinas, rusas, armenias o alemanas se han unido con las tendencias culturales locales para crear un patrimonio abundante a caballo entre el Occidente y el Oriente cristiano o musulmán. Encontrará un emplazamiento arquitectónico antiguo y grandioso en cualquier lugar: fortalezas en ruinas sobre un pico rocoso, capillas, iglesias o complejos monásticos, cuevas trogloditas, aldeas de montaña con torres defensivas, ruinas de mezquitas o sinagogas.
En el siglo XIX el Imperio ruso infundió en sus estados meridionales un rápido desarrollo urbano que adoptó parcialmente los estilos autóctonos y dio lugar a una arquitectura particularmente colorista e ingeniosa: balnearios, edificios de prestigio o simples bloques residenciales dieron lugar a un patrimonio urbano rico y fascinante. Su quintaesencia se encuentra en Tiflis, la más majestuosa de las ciudades del sur del Cáucaso y una magnífica combinación de varios siglos. Las típicas viviendas georgianas han hecho soñar a generaciones de artistas con sus balcones, terrazas, jardines con sus cenadores y sus patios interiores, propicios para el suave clima del país…
El viajero: huésped antes que turista
Georgia es un país que permanece al margen del turismo de masas. A medida que viaje por el país, la gente entablará con usted un vínculo basado en la hospitalidad antes que en una relac“ión con un turista. Aunque sea evidente que el viajero extranjero tiene dinero, en cualquier región de Georgia, especialmente si es remota, le tratarán ante todo como un huésped a quien mostrarle, orgullosos, su país. Si le invitan a un lugar, no será necesariamente para obtener algún beneficio, sino porque es sagrado transmitirle una buena imagen de su patrimonio. Aunque este comportamiento es más frecuente en el resto del país que en la capital, en líneas generales el aspecto pecuniario dista mucho de ser el más importante entre los locales. Disfrute pues de su tradición hospitalaria, lejos de los circuitos turísticos que han desnaturalizado la relación del viajero con los autóctonos.
Tradiciones vivas y pintorescas
Georgia ofrece espectáculos únicos a lo largo de todo el territorio, todos de un enorme colorido. A nivel artístico, el folclore es rico y curioso, compuesto por una mezcla de acentos orientales y occidentales: profundos cantos polifónicos, ritmos originales, danzas acrobáticas, artesanía variada. No pierda la oportunidad de disfrutarlo. La cocina georgiana es muy original: khinkalis, jugosos raviolis (pelmeni), brochetas cocinadas con granada, pasando por los khachapuris (pan relleno de queso fundido). Las especias son sabrosas, particulares, a menudo nunca vistas. La tierra georgiana produce deliciosas frutas y legumbres, y el vino es de los más reputados. No pierda la oportunidad de asistir a ceremonias civiles o religiosas. La "supra", el banquete georgiano, con sus ritos y sus brindis, es de una singularidad pintoresca. Las misas ortodoxas ilustran la originalidad de la espiritualidad georgiana. En Tiflis las fiestas religiosas y civiles marcan el calendario durante el año, unas veces como un recuerdo de las antiguas tradiciones del país, otras como legado de las celebraciones masivas de estilo soviético. De todas formas, siempre son una experiencia única.
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