Ezcaray, punto de partida a un paraíso en la montaña
Hambre no se pasa en esta hermosa población al pie de la sierra de la Demanda, en el extremo occidental de La Rioja, con sus bares de pinchos y con las dos estrellas Michelin de Francis Paniego. Ni frío, con las mantas de mohair que teje y tiñe artesanalmente la familia Valgañón.
En el valle del río Oja (cuyas aguas han bautizado a una región, La Rioja, que a su vez ha dado nombre al rey de los vinos, el rioja, lo cual es una especie de milagro) se levanta Ezcaray desde el siglo X, cuando Sancho Garcés I de Pamplona arrebató el valle a los moros. Ezcaray suena a vasco porque esa era la lengua que hablaban sus primeros habitantes. Curiosamente hoy muchos de los veraneantes de Ezcaray y de los esquiadores que frecuentan la estación de Valdezcaray se conocen y se saludan con un “¡epa!” porque proceden del País Vasco. De la antigüedad de Ezcaray es testigo la iglesia de Santa María la Mayor, un buen ejemplo de templo-fortaleza, mezcla de gótico aragonés y castellano.
Cerca de Ezcaray, sobre un altozano, se halla la ermita de Nuestra Señora de Allende, que alberga una valiosa colección de 10 ángeles arcabuceros, óleos procedentes del Perú, donde el tema causaba sensación en los siglos XVII y XVIII. Si nos gusta ver piedras viejas, visitaremos con gusto el templo de San Esteban, en el municipio de Zorraquín, a dos kilómetros de Ezcaray; la iglesia de Tres Fuentes, en Valgañón, a cinco; y la ermita de San Asensio de los Cantos, a seis kilómetros, todos ellos románicos.
Otro edificio antiguo llamativo es la Real Fábrica de Paños fundada en 1752 por Carlos III, que hoy es casa consistorial, albergue y teatro. En Ezcaray llegó a haber cerca de mil obreros trabajando en 29 fábricas textiles. Hoy solo queda una, Mantas Ezcaray (mantasezcaray.com), donde la familia Valgañón confecciona eso mismo, mantas, desde 1930. El fuerte de Mantas Ezcaray es el mohair, y su orgullo, el hacer algunas cosas (el lavado, el teñido y el acabado) como se hacían en el siglo XV, aunque, lógicamente, otras las hacen a máquina. La tienda está instalada en el viejo taller del abuelo Cecilio, donde se conserva un telar antediluviano y se exhiben los nuevos productos (vestidos, chaquetas, capas y bolsos) que están ensayando los hijos y los nietos para que el negocio dure otros 91 años.
En otoño, Ezcaray se llena de buscadores de setas, porque en estos bosques de la Sierra de la Demanda hay Boletus edulis a patadas. En invierno, los visitantes cambian la cesta por los esquíes. Aunque esquiar, la verdad, no esquían mucho. De las 10.000 personas que pueden llegar a visitar la estación de Valdezcaray (valdezcaray.es) en un fin de semana, 3.000 no saben o no quieren esquiar. ¿Y entonces, a qué vienen? Pues a subir en telesilla a la cota 1.620, la principal de la estación, para ver el panorama tomando un rioja, un pincho y el solecito invernal.
También son habituales de la estación los madrugadores montañeros que ascienden, equipados con crampones y piolets, por la Canal Ancha del pico San Lorenzo, con rampas heladas de hasta el 60 % de desnivel; y una vez en la cima, que preside la Virgen de Valvanera, describen un círculo con la mirada que abarca las montañas de media España, a saber: Gorbea, Pirineos, Moncayo, Neila, Urbión, Ayllón, Guadarrama, Fuentes Carrionas, montes de Espinosa de los Monteros y nuevamente Gorbea. Valdezcaray es también uno de los epicentros del telemark en España, gracias a la labor entusiasta del club Torocuervo (torocuervo.com), que alquila material y organiza cursos y escapadas fuera de pista, auténtica razón de ser de esta modalidad de esquí tan antigua (nació en 1825) y tan de moda.
En primavera, cuando las nieves se retiran, es el momento de sacar la bicicleta para pedalear por la Vía Verde del Oja (viasverdes.com), siguiendo una recta de 28 km (en su mayor parte, asfaltada) desde Ezcaray hasta Casalarreina, entre campos de cereales y viñedos. La antigua estación de Ezcaray, convertida en bar-restaurante, es un buen lugar para desayunar antes de salir. Tiene terraza en el viejo andén, con vistas a un jardín encantador, y en el interior hay fotos de El Bobadilla, el tren que subía antaño hasta Ezcaray por el valle del Oja.
En Casalarreina (donde hoy acaba la vía verde, aunque la férrea seguía hasta Haro) hay que visitar el monasterio de Nuestra Señora de la Piedad, de monjas dominicas, que es una joya del gótico isabelino. La iglesia (con bóvedas de crucerías estrelladas con combados rectos), el claustro, el convento propiamente dicho y la huerta amurallada de 30.000 m2 ocupan medio pueblo. A mitad de camino entre Ezcaray y Casalarreina está Santo Domingo de la Calzada. Aquí la vía verde se cruza con el Camino de Santiago, por donde un río de peregrinos avanza en dirección a la catedral. Enfrente de la tumba del santo (que no paró de hacer obras en el Camino y prodigios en favor de los caminantes), se encuentra el famoso gallinero que desde el s. XV mantiene en su interior un gallo y una gallina vivos (no los mismos, claro), en recuerdo del milagro que dio pie al dicho popular: “Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada”.
La antigua estación de Ezcaray también es el punto de partida de una senda que permite acercarse a San Millán de la Cogolla, en el vecino valle del río Cárdenas, caminando por el monte 17 km (unas cinco horas, solo ida) sin perder de vista las marcas de pintura blanca y roja del sendero GR 93-Sierras de La Rioja. En San Millán, en el monasterio de Yuso (monasteriodesanmillan.com), veremos una copia de las Glosas Emilianenses,notas aclaratorias escritas hace mil años por un monje de esta comunidad en el margen de un texto en latín que Dámaso Alonso consideró el “primer vagido de la lengua española”. También fueron el primer vagido escrito del vasco.
Algo más que una estación de esquí
Dentro de la nueva Estrategia de Turismo Sostenible de España 2030, la Conferencia Sectorial de Turismo en base al Programa de Sostenibilidad Turística en Destinos ha seleccionado, entre los proyectos presentados, el Plan de Sostenibilidad Turística del Valle de Ezcaray para su financiación y desarrollo. Este programa tiene como finalidad hacer frente al reto demográfico en los municipios de interior mediante un uso sostenible de las infraestructuras verdes (espacios naturales, vías verdes, caminos) e impulsar a aquellos destinos con un patrimonio cultural, material o inmaterial destacable, de manera que puedan crearse productos turísticos diferenciadores con el fin de incrementar la eficiencia del sistema turístico. El Plan de Sostenibilidad Turística de Ezcaray acoge el primer paso para la desestacionalización del turismo de nieve en Valdezcaray hacia otras opciones que permitan la práctica del turismo activo y deportivo con la idea de convertir la estación de esquí en un gran centro turístico de montaña y naturaleza para todo el año. Entre las actuaciones previstas está la señalización y el acondicionamiento de senderos, la divulgación digital de las rutas para bicicleta de montaña, el embellecimiento de calles y la implantación de zonas exteriores para la realización de actividades deportivas. Además, en paralelo, se está planificando ya la mejora de algunos servicios de la estación de Valdezcaray para la próxima temporada, haciendo de este valle riojano en la Sierra de la Demanda uno de los núcleos más importantes para el ecoturismo de la España interior.
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