¿Conoces Salamanca como la palma de tu mano? Espera a ver estos rincones
Damos un giro de tuerca y exprimimos aún más la ciudad charra
La ciudad de Salamanca es uno de los lugares más turísticos de España pero no por ello podemos decir que está completamente explorada por todos los que la han visitado hasta ahora. En efecto, la población charra es casi inabarcable, pues es tal su riqueza cultural, histórica y patrimonial que necesitaríamos seguramente varias vidas para descubrir todos sus secretos.
Aquí han ocurrido acontecimientos de talla mundial, al mismo tiempo que ha sido el escenario de las correrías de personajes universales. De la Universidad de Salamanca salieron hace cinco siglos los estudios que dieron paso al calendario que rige nuestro día a día en gran parte del mundo, el gregoriano, así que no perdemos más el tiempo y aterrizamos entre sus calles para descubrir rincones que quizás no conocías.
Calle Latina
En pleno centro de Salamanca, a pocas decenas de metros de los principales edificios históricos de la Universidad de Salamanca, se encuentra la calle Latina. Una vía estrecha y de corto trayecto pero de gran importancia, pues fue aquí donde nació, allá por el año 1465, Beatriz Galindo, apodada La latina, la primera mujer universitaria del mundo y profesora de Isabel la Católica y sus hijos.
Alumna destacada de Antonio de Lebrija, autor de la primera Gramática del castellano en 1492, fue en el dominio del latín donde despuntó, motivando posteriormente el famoso mote que ha dado nombre a uno de los barrios más castizos de Madrid.
Convento de las Úrsulas
A unos doscientos metros andando desde la Plaza Mayor y justo enfrente de la conocida y misteriosa Casa de las Muertes, se levanta el convento de las Úrsulas.
La palabra Úrsula, que significa «osita» en latín, da nombre a este monumental convento franciscano en cuya fachada se dibujan unos llamativos frontones triangulares que invitan a penetrar en su interior, donde encontraremos, bajo el coro de la iglesia, un recogido museo con obras de gran valor y un artesonado excepcional.
Pero uno de los elementos que más llama la atención de los visitantes es el sepulcro de Alonso de Fonseca y Acevedo, el controvertido Arzobispo de Santiago de Compostela en el siglo XV que sería desterrado por un delito y que acabaría en Sevilla gracias a un rocambolesco intercambio de sede con su tío. Al cumplir la condena e intentar este último recuperar su arzobispado, cuál sería su sorpresa al comprobar que su sobrino no tenía ninguna intención de devolverle su puesto. De este curioso hecho procede el célebre dicho popular «El que se fue de Sevilla, perdió su silla».
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La antigua Casa de Mancebía de Salamanca
El Puente Romano de Salamanca es uno de los lugares más señalados y antiguos de los que podemos encontrar en esta ciudad, además de la referencia absoluta de las riberas del río Tormes a su paso por la capital charra. En una de esas riberas, la que se encuentra en el extremo opuesto al inconfundible verraco, se ubicaba la antigua Casa de Mancebía de Salamanca, primera de toda Castilla dedicada a la prostitución y una de las primeras de España.
Fue Juan, el príncipe descendiente directo de los Reyes Católicos, quien ordenó erigirla con el fin de controlar el creciente amancebamiento en la ciudad como consecuencia del elevado número de estudiantes que demandaban estos servicios en la época.
Una casa gestionada por el famoso «Padre Putas», el encargado de la costumbre instaurada por Felipe II de devolver cruzando el río a las prostitutas tras el periodo de Cuaresma, origen de la multitudinaria celebración de El Lunes de Aguas.
Casa de Santa Teresa de Jesús
Se trata de un rincón poco frecuentado por los turistas que acuden a visitar Salamanca a pesar de su gran valor histórico y su excelente grado de conservación.
Situada en la calle Condes de Crespo Rascón, su apariencia externa nada nos haría adivinar que se trata de la morada que utilizó Santa Teresa de Jesús durante su estancia en Salamanca entre 1570 y 1575, cuando llegó a la ciudad para fundar la que sería la séptima de sus fundaciones.
Perteneciente a Juan de Ovalle, esposo de una de sus hermanas, fue cedida por este a Santa Teresa para que dispusiera de ella como alojamiento temporal. Aquí, en la planta superior, que junto con las escaleras y ciertas áreas del patio conserva partes prácticamente intactas desde aquel entonces, fue donde sufrió uno de sus éxtasis, inspiración de algunos de los versos más emblemáticos de la santa… “vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero”.
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