Bucear en la Barrera de Coral, el mayor espectáculo de la naturaleza

El más preciado tesoro de Australia es una de las Siete Maravillas del Mundo Natural

Gran barrera de coral
Gran barrera de coral / Aaron Bull

Cuando la naturaleza se pone superlativa, sólo cabe esperar expresiones extremas. Esto es lo que ocurre con la Gran Barrera de Coral, la mayor red de arrecifes del planeta, una de las Siete Maravillas del Mundo Natural y el único ser vivo que es visible desde el espacio. En definitiva, 2.300 kilómetros de belleza submarina en una larguísima franja paralela al litoral de Queensland, desde donde arranca la Costa de Capricornio hasta acariciar el sur de Nueva Guinea. Para hacerse una idea: este espectáculo de la naturaleza tiene unas dimensiones mayores que la Muralla China.

Gran Barrera de Coral
Gran Barrera de Coral / mevans / ISTOCK

Pero más que su extensión, lo que destaca de la Gran Barrera es su biodiversidad fascinante. Un universo marino que no tiene réplica en ningún otro rincón de la Tierra y que precisamente por ello es un paraíso para los amantes del submarinismo. Bucear en este lugar seguramente es el sueño de todo diver que se precie. Y es que la cantidad de ecosistemas que se encuentran en los fondos es mucho más rica que la que presenta la selva tropical.

Gran Barrera de Coral
Gran Barrera de Coral / DKart / ISTOCK

Todas las criaturas

Entre las criaturas que pueblan este universo inverosímil de arrecifes, cayos coralinos y un centenar de islas tropicales con deslumbrantes playas de arena blanca, se pueden encontrar mamíferos como ballenas, delfines y manatíes. Pero también mil quinientas especies de peces; cuatrocientos tipos de coral y hasta cuatro mil clases de moluscos… Todo en una dimensión tan sorprendente, tan caleidoscópica, que bucear por estos pasajes es como sumergirse en una película de dibujos animados.

Gran Barrera de Coral
Gran Barrera de Coral / Aaron Bull / ISTOCK

No obstante, hay que elegir donde se bucea. Porque aunque dicen se podría realizar una inmersión cada día y aun así, en toda una vida, no se llegaría nunca a conocer todos los secretos de la Gran Barrera, lo cierto es que sí que hay ciertos puntos que merecen más la pena que otros.

Gran Barrera de Coral
Gran Barrera de Coral / TonyFeder / ISTOCK

¿Buceo fácil o difícil?

Cairns es la localidad más famosa para aventurarse en el submarinismo. Una ciudad playera y hedonista, tremendamente turística, sí, pero con un ambiente agradable de bares y mochileros. Aquí es donde el arrecife se encuentra más próximo al litoral, por lo que resulta más fácil la exploración, como dan cuenta las múltiples agencias que ofrecen decenas de circuitos.

Gran Barrera de Coral
Gran Barrera de Coral / filipefrazao / ISTOCK

Mar adentro desde Cairns, en puntos como Green Island, Fiztroy o el Frankland Islands National Park, la calidad de los corales es elevada. Aquí se esconden bonitos jardines y una fauna diminuta (peces, tortugas, pequeños tiburones…) sin presencia de mamíferos. Es, en definitiva, un buceo sencillo, a no demasiada profundidad, ideal para buceadores principiantes.

Gran Barrera de Coral
Gran Barrera de Coral / treetstreet / ISTOCK

El asombro de James Cook

Los más expertos tendrán que acudir a Ribbon, el lugar más recomendable para inmersiones más complicadas. Para ello hay que tomar un barco desde Cairns y navegar nada menos que unas ocho horas. La recompensa será enorme: en esta cadena de diez arrecifes se pueden ver tiburones, barracudas y grandes cardúmenes. Algo similar a lo que ocurre en Osprey, en medio del océano, en un jardín formado alrededor de un viejo volcán. Se trata de palabras mayores, puesto que tanto la profundidad como la dificultad es máxima. Eso sí, es el lugar donde ver al tiburón ballena.

Tuburón Ballena
Tuburón Ballena / EXTREME-PHOTOGRAPHER / ISTOCK

El tesoro más preciado de Australia es realmente un lugar único en el planeta. Nada extraña el asombro que debió de experimentar el explorador británico James Cook, que fue el primer europeo en divisarla, allá por 1770, durante uno de sus viajes por el Pacífico a bordo de la nave Endeavour. Tan fascinado debió de quedar con el panorama al encallar en algún punto indeterminado del nordeste australiano, que hasta sus diarios guardan constancia del impacto de este descubrimiento.

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