Nos adentramos en el barrio más peligroso del mundo
Los asesinatos y la violencia están a la orden del día en este barrio del que muchos no podrán salir.
La delincuencia y la violencia son factores muy presentes en la sociedad actual y en la historia de la humanidad. Desde tiempos ancestrales las diferentes civilizaciones se han enfrentado para conquistar territorios y dominar a sus habitantes y como podemos ver en conflictos de hoy en día como Rusia y Ucrania, la cosa no ha cambiado. La pobreza económica y el auge de algunas enfermedades sumado a la decadencia política y social de algunos países han hecho que surjan nuevos problemas derivados de los anteriores que se ven reflejados en los estratos más bajos de la sociedad.
Las grandes ciudades y sus habitantes viven felices haciendo como que no ven la miseria de los barrios que colindan con sus calles en los que la violencia y el malvivir son el pan de cada día. Este hecho aumenta en países de Latinoamérica y África donde un asesinato no significa nada y alguien que muere de hambre es sólo una persona más sumada a la lista de los miles como este.
Así es por dentro el barrio más peligroso del mundo
Ubicado en lo más profundo de Caracas, Venezuela, encontramos Petare, un barrio que se ha ganado la fama mundial de ser uno de los lugares más peligrosos de nuestro planeta. La característica principal de este barrio (a parte de su peligrosidad) son sus callejuelas en forma de laberinto que facilitan los crímenes y la violencia y que se han convertido en un reflejo de la dificultad social que sufre el país. El verdadero nombre de este barrio es Dulce Nombre de Jesús de Petare e inicialmente se formó como una comunidad en crecimiento ya que era una de las principales zonas de paso hacia Caracas. No obstante, los tiempos de bonanza y riqueza se terminaron y llegó la era de la inseguridad y el miedo.
Este es uno de los epicentros de la delincuencia y el crimen organizado de América Latina, y no es para menos ya que se estima que cada semana se producen en sus calles entre 30 y 60 asesinatos. Las chabolas y favelas se han convertido en auténticos escenarios del crimen donde miles de personas luchan por sobrevivir entre pobreza, enfermedades, hambre y violencia, todo ello sumado por los bajos sueldos y la falta de oportunidades. Además, como en todas partes, las diferencias sociales que se encuentran en Petare son notables, podemos encontrar construcciones de ladrillo, que sin ser nada del otro mundo superan con creces la calidad de vida de aquellos que habitan en chabolas con suelos de tierra.
Todas estas cualidades convierten a Petare en el destino perfecto para las pandillas y las bandas ya que la falta de presencia policial efectiva y sin corrupción es el escenario ideal para que organizaciones de asesinos y secuestradores prosperen sin impedimento alguno. Los pocos medios policiales que se encuentran en la zona no ofrecen protección sino que extorsionan a la población, participan en actividades ilegales como extorsiones y secuestros y no logran que la población salga de este sistema en el que ser feliz y vivir seguro no es una opción.
Los habitantes de este decadente barrio tratan de resistir y oponerse a estos actos vandálicos pero es casi imposible salir del agujero en el que se encuentran. La violencia no es el único problema latente, el alcoholismo es otro de los grandes protagonistas de Petare. En un acto de desafío a la miseria, la población de la zona se vuelca en las licorerías gastando el poco dinero que ganan en un trabajo precario para buscar consuelo en la fiesta desenfrenada. Por supuesto, las drogas también están muy presentes en el barrio con camellos y trapicheos constantes por sus calles.
Petare es la representación más fiel de las profundas fracturas que sufre la sociedad venezolana donde la economía y la política no colaboran con el bienestar social y la lucha por la supervivencia es una realidad. La desconfianza en las instituciones gubernamentales crispa una situación insostenible donde el único mediador es un juez de paz que trata de controlar la violencia en barrios como este.
Los habitantes de Petare conviven con una cruda realidad que pretende ser una llamada de atención para la sociedad mundial recordando que cualquiera puede encontrarse en una situación como esta y que debemos luchar por cambiar la forma de vida de aquellos que se dedican a arrebatarle la misma a otras personas.
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