130 años de Agatha Christie: aquí se escribieron sus crímenes
Un viaje por tres destinos tocados por la varita de la gran dama del misterio...
Vendió más de dos mil millones de ejemplares en todo el mundo de una obra que incluyó 120 libros de misterio, seis novelas románticas firmadas con seudónimo, quince obras de teatro y un sinfín de relatos, cartas y anotaciones. Agatha Christie, la gran dama del misterio, habría cumplido este mes 130 años de no haber sido llevada por la muerte en 1976, cuando ya había entrado en el Libro Guiness de los Records como la escritora más vendida y traducida del mundo.
Con lupa, como lo haría Miss Marple o Mister Poirot, diseccionamos los lugares en los que la reina del crimen vivió o aquellos otros que dejó inmortalizados en sus novelas negras. Escenarios de su literatura y de su propia vida que despiertan al detective que todos llevamos dentro.
Torquay, donde empieza todo
Situado en la costa oeste de la espléndida bahía de Torbay, Torquay es el corazón de la llamada Riviera inglesa y el lugar que vio nacer a Agatha Christie el 15 de septiembre de 1890. Una idílica localidad agraciada con un bello paseo marítimo y que a menudo se cuela por sus tenebrosas novelas transfigurado como Hollowquay.
Nadie como esta escritora podría alterar mejor la placidez de este rincón del sur del Reino Unido bajo la intriga de un delito enrevesado. Así lo hizo en el Hotel Imperial, asomado al Canal de la Mancha, donde en su obra Peligro inminente aparece rebautizado como The Majestic; y donde también sitúa el desenlace de Un crimen dormido con la inquietante historia que se oculta entre los sórdidos muros de una casa.
Sentimentalmente ligado a la escritora está también otro hotel de Torquay, el Grand Hotel, testigo de su fugaz luna de miel con el que fuera su primer esposo, el aviador Archie Christie, de quien conservó para siempre el apellido. Fue justo en la Nochebuena de 1914 cuando la pareja, temerosa por el estallido de la guerra, improvisó su matrimonio desprovisto de todo fasto para, eso sí, alojarse en este establecimiento de lujo, que es todo un grito a la elegancia. Hoy, entre sus habitaciones, se conserva la suite Agatha Chrisitie, que es uno de los puntos turísticos de la milla de oro consagrada a la autora en su ciudad marinera.
Egipto, la tierra exótica
El Nilo, ese río al que Agatha Chrisitie dotó de misterio como nadie, copaba las vistas de su habitación en el hotel Old Cataract de Asuán, en pleno desierto de Nubia, mientras la puesta de sol desdibujaba la isla Elefantina con el mausoleo de Aga Khan en el horizonte. Nada extraña que semejante escenario fuera el telón de fondo de una de sus novelas más célebres, Muerte en el Nilo, en la que Hércules Poirot había de resolver el crimen cometido a bordo de un lujoso barco fluvial.
Hoy, el Old Cataract, allí donde también descansó Howard Carter tras descubrir la tumba de Tutankamon, sigue siendo ese mágico lugar de regusto colonial, con su legendaria fachada victoriana, su vestíbulo de suelos de mármol y su evocador piano-bar abierto a la más impresionante panorámica del padre de todos los ríos.
También en Egipto, pero esta vez a la sombra de las pirámides, halló inspiración la escritora para tejer otras tramas de suspense. Especialmente en el hotel Mena House Oberoi, con su privilegiada situación entre exuberantes jardines. Un hotel de Giza que ocupaba un palacio con reminiscencias a la época dorada de los faraones y a los tesoros de la antigüedad. Nada era más apreciado por entonces que sus lujuriosos interiores plagados de reliquias, obras de arte y mobiliario artesanal.
Estambul, el eterno glamour
Indisociable a la figura de Agatha Christie es el Pera Palace de Estambul, el hotel con el que la exótica ciudad del Bósforo llamó a las puertas del siglo XX de la mano del refinamiento. Especialmente la habitación 411, que lleva su nombre desde aquellos tiempos gloriosos del Orient Express, cuando la flor y nata europea recalaba en la ciudad turca tras un largo y legendario viaje en tren.
Así también llegó Agatha Christie a este palacio art nouveau barnizado de lujo oriental, que fue inaugurado en 1895 y recientemente devuelto a su esplendor a cargo del grupo Jumeirah. En su suite con vistas al Cuerno de Oro cuentan que remató Asesinato en el Orient Express, mientras disfrutaba cada día del té, como buena dama inglesa, enmarcada por el glamour de sus ominosos salones, algunos de los cuales han sido catalogados como patrimonio artístico nacional.
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