El viajero impaciente

Sus rasgos aparecen en frescos barrocos de media Europa, en estatuas por media Asia, hasta en sellos y manuales escolares de Japón, como parte de su legado histórico.

El viajero impaciente
El viajero impaciente

Es una de nuestras figuras más universales. Sus rasgos aparecen en frescos barrocos de media Europa, en estatuas por media Asia, hasta en sellos y manuales escolares de Japón, como parte de su legado histórico. Noble de nacimiento, Francisco de Javier nació un 7 de abril de 1506 en el castillo de Javier, hijo de Juan de Jasso, presidente del Consejo Real de Navarra, y de la noble María de Azpilicueta. A los 19 años marchó a estudiar a París, donde conoció a Ignacio de Loyola; éste le animó a formar parte del grupo fundador de la Compañía de Jesús. En Italia se ordenó sacerdote y desde Lisboa partió hacia las Indias Orientales, bordeó África y las costas de Brasil, predicó en la India y Ceilán, tomó como base Malaca (en la actual Malaysia) para ir a las Molucas y a Japón, la misteriosa Cipango hasta entonces vedada a los occidentales. Su idea era penetrar en China, pero murió a sus puertas, consumido por la fiebre, un 3 de diciembre de 1552, en la isla de Sancián, cerca de Cantón. El periodista y escritor José María Pemán transformó ese fuego en su mejor drama en verso, El divino impaciente (1933).

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