Teatro de expartidos

En las cadenas abundan los programas en los que nuestros emigrantes de postín explican sus aventuras por esos mundos de Dios.

Teatro de expartidos
Teatro de expartidos / Raquel Aparicio

Desde hace varios meses circula por los aires un tipo de programas de televisión que atraen mucho a la parroquia. Quizás, tomados en bloque, son los que más interesan después del fútbol. Y resultan también los preferidos de las mujeres, según parece. Con tal poder de contagio que son poquísimas las cadenas que no emiten ya el suyo, bajo formas de disimulo más o menos fuertes para que no se les acuse de plagio. Intentan describir la vida presente de españoles avecindados por más o menos tiempo en otros países, emigrantes de postín. Es una población ya conocida y clásica a la que los ingleses pusieron nombre propio: expatriados. La poca significación de España hasta ahora impedía que abundaran los nuestros en esa conspicua cofradía, fuera del caso de emigrantes puros y duros y de los misioneros religiosos. Pero los nuevos tiempos han diseminado ya por el mundo a compatriotas que ejercen oficios u ocios de todo género en cualquier parte.

Ellos son los que ahora en el teatro casero explican cuánto les ha costado el piso, qué delicias o guarrerías tienen que comer, cuánto añoran las cañitas de las tabernas de su barrio, dónde venden las mejores gangas locales y si piensan o no volver a la madre patria cuando concluya su aventura familiar o laboral. Las que más abundan son las "enamoradas", señoras casi jóvenes que se casaron con un guapo extranjero o que han seguido a sus maridos nacionales, bien situados, por esos mundos de Dios.

Tales programas se emiten en las mejores horas y su éxito ha sido tan grande que incluso ya ha nacido una réplica, es decir, otra versión que intenta contar cómo ven la vida en España los expatriados extranjeros avecindados entre nosotros. El envés de la trama. Quizás la contemplación hogareña de estos espectáculos represente una nueva manera de viajar, amena, cómoda y chismosa.

También un tanto maniquea, por cierto. En general son reportajes simples y baratos de realización; los de algunas cadenas pueden considerarse incluso epilépticos, en razón de los cortes súbitos -de imagen y de palabra-, la loca ilación de los asuntos tratados, los saltos, los gruñidos y la voluntad insoportable de necio protagonismo de los reporteros -sobre todo las-, sus réplicas de guardería, la torpeza del lenguaje, así como la profusa ignorancia del país que intentan retratar: "¡Ah, pero si aquí también mojan pan en la salsa!".

Menos es nada, desde luego, y no hay que quejarse mucho si estos espectáculos se comparan con la bazofia general de la televisión patria y sus dioses y diosas mugrientos tipo Gran Hermano, o los manipulados pseudodebates corraleros como La Noria o Sálvame. Pero conviene avisar que los espectáculos de los celtíberos "...en el mundo" raramente deben admitirse como reportajes periodísticos y viajeros. A lo máximo son avisos publicitarios de lo mejor y más simple y vistoso de una ciudad desde el punto de vista de un individuo -individua la mayor parte de las veces- determinado. Centrados en los tópicos por lo común, enhebrados por las prisas, intrascendentes y juguetones, entretienen sin duda al personal.

Tampoco sus protagonistas, cuando han sido bien elegidos, deben considerarse propiamente viajeros, pues no lo son. Sencillamente viven en otro lugar respecto al que los mira y contempla. Cada uno de ellos, según su cultura, su habilidad y sus dones describe y en ocasiones juzga las grandezas y menudencias del rincón que lo cobija. Con la ventaja de que su sensibilidad y su educación (o falta de ella) están muy próximas al espectador, el cual puede muy bien hacerse cargo de la tragedia que supone no encontrar a mano una buena tortilla de patatas y de lo fantástico que es poseer una casona de lujo por menos de doscientos mil euros.

De modo que información hay en estos programas, aunque sea menuda. Información que puede incluso considerarse exótica, digerible para el viajero del sillón. Sin duda, por eso se multiplican tanto en las pantallas y gozan de tan sólido éxito.

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