'Road trip' por España (VII): la sierra norte de Madrid en un Mustang eléctrico
Nada mejor que un coche eléctrico, silencioso y no contaminante, para inmiscuirse en algunos de los paisajes más bellos de España. Los encontramos a menos de una hora de la capital

Las escenas de Steve McQueen dando saltos por las onduladas calles de San Francisco al volante de un precioso Ford Mustang en la película Bullit forman ya parte del imaginario universal. Pero hace ya más de medio siglo de aquello, y si bien el mítico filme no ha tenido segunda parte, la historia del Mustang sí que ha continuado.
Desde entonces han ido apareciendo nuevas generaciones de este deportivo que se han ido poniendo convenientemente al día, pero ninguno marca un antes y un después como el que nos ocupa: el Mustang Mach-E no solo es la primera versión del histórico modelo que ya no necesita gasolina para moverse: es el primer modelo completamente eléctrico de Ford.

Si somos sinceros, lo cierto es que sus líneas tienen poco de las del modelo clásico, pero es indudable que se trata de un coche atractivo que transmite mucho poderío: mezcla líneas de SUV, de berlina y, por supuesto, de deportivo, con su larguísimo morro y su zaga recortada.

Por dentro es espacioso para cuatro adultos, y su puesto de conducción recuerda al de una nave espacial, porque casi destierra todo que pueda llevar el adjetivo “analógico”. Desde una enorme pantalla vertical situada en el medio se controla prácticamente todo, bien por el tacto o bien por la voz, y frente a mí tengo un velocímetro digital de pequeñas dimensiones.
La ruta
De Patones a la Sierra del Rincón: unos 85 kilómetros, apenas hora y media sin paradas y un día si vas parando en los pueblos que vas encontrando por el camino, o para admirar los increíbles paisajes de esta ruta: porque aquí hay valles, sierras y embalses que lo convencen a uno de que no es necesario irse a Suiza para disfrutar de escenarios montañosos de ensueño.

Y todo esto, claro, lo recorremos por carreteras serpenteantes, perfectas para poner a prueba a nuestro Mustang eléctrico. De entrada, tengo que decir que su comportamiento casa perfectamente con el aspecto deportivo de su carrocería. En el modo Untamed (en inglés, “indómito) libera todo su potencial, esto es, los 351 CV, directamente a las cuatro ruedas en cuanto pisas un poco el acelerador. Los eléctricos, a diferencia de los motores de combustión, no requieren es lapso de tiempo desde que el motor empieza a girar hasta que la fuerza llega al asfalto, de modo que la sensación de empuje es brutal, y la garantía de poder realizar adelantamientos seguros, total.

En cualquier caso, es recomendable no pasarse con el acelerador, y llevarlo en modo Whisper (susurro) el mayor tiempo posible, solo así podrás acercarte a la autonomía oficial de casi 500 kilómetros. De otra manera, y más en esta época de temperaturas bajas, la batería puede descargarse más rápido de lo que esperas.
Partimos de Patones de Arriba, un pueblo tan apartado que la leyenda dice que sus moradores no se enteraron de la Guerra Civil. Lo que es indudable es que sus casas de pizarra (que recuerdan a los Pueblos Negros de Guadalajara) le dan una belleza y singularidad que lo hacen único en la Comunidad madrileña. Por eso conviene darse un paseo por sus empinadas callejuelas y admirar su arquitectura, antes de iniciar el road trip.

Descendemos por el cerro que aloja a este pueblo hacia Patones de Abajo, que si bien coincide en el nombre, no tiene nada de la belleza de hermano. Lo mejor es seguir por la carretera a mano izquierda, hasta el embalse del Atazar, pasando por el Pantón de la Oliva, una presa histórica porque es la primera que levantó el Canal de Isabel II, allá por 1858. El embalse es enorme, y las frondosas laderas que lo rodean, añadido a la neblina que nos encontramos en esta ruta, nos hicieron pensar rápidamente en el Lago Ness.
Llegamos a un cruce y cogemos dirección El Berrueco, un pequeño pueblo de apenas medio millar de habitantes: en esta zona es muy recomendable visitar la Iglesia Parroquial de Santo Tomás Apóstol y sus tres cruces de granito, cuyo origen no está muy claro hoy en día.

Seguimos la ruta y, a unos 10 kilómetros de allí, llegamos al embalse de El Villar, donde se recoge el agua de Lozoya (sí, la que beben todos los madrileños, y cuyo sabor tiene tan buena fama).
Desde allí tomamos dirección a Robledillo de la Jara, de donde parte la carretera sinuosa que sube a la Sierra del Rincón: no es muy conocida, pero su frondoso paisaje y sus elevados barrancos desde luego merecen una visita. Llegamos a Puebla de la Sierra a 1.200 metros de altura, el único lugar poblado de esta sierra. Aquí conviene bajarse y recorrer sus callejas rodeadas de casas de piedra. Parece mentira que estemos a menos de una hora de la ciudad más poblada de España: el silencio es absoluto, y el aire de una limpieza realmente reconfortante.

Y aquí es donde uno se alegra realmente de conducir un coche eléctrico y silencioso: porque así, sí que se logra dejar atrás el estrés y la contaminación de la capital.
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