Organiza viajes para millonarios: esta es la petición más extraña que le han hecho

¿Cómo serían unas vacaciones en las que el dinero no es problema? Deborah Duquesne, agente de viajes para multimillonarios, tiene la respuesta a esa pregunta. Ella es una consultora afincada en Cannes, que dedica su vida a reproducir experiencias únicas para las élites y conseguir las vacaciones definitivas para sus clientes.

Para llevar a cabo esta tarea, Deborah y su equipo realizan una investigación sobre cada uno de sus clientes para después diseñar un itinerario que, como un traje a medida, se ajuste al milímetro a cada una de las personas que la contratan. En una entrevista para el Daily Mail, Ducquesne admitió que la mayoría de sus clientes ni siquiera saben en qué va a consistir el viaje cuando la contratan, dejando en sus manos “sorprenderlos con una experiencia única”.

Unas vacaciones sin límites

Entender cuáles son las necesidades de sus clientes sin tener que preguntar forma parte de este inusual trabajo. Con el tiempo, Deborah ha ido detectando patrones con relación a las experiencias vacacionales que requieren los más pudientes. Durante la entrevista al periódico británico, admite que tienen cosas en común dependiendo del lugar de procedencia de la persona con la que trabaja.

De esta forma, explica ella, aquellos que provienen de Reino Unido se suelen alojar en mansiones de estilo provenzal y lujosos villa europeas, en contraposición a los americanos, con un gusto por las residencias más modernas. Además, añade, los clientes británicos aman la buena fiesta y los climas cálidos, en los que se arrinconaba en un club de playa con todo incluido.

Por otra parte, los magnates asiáticos son muy exigentes en cuanto a la experiencia en general, con comida entregada en su residencia desde restaurantes de Estrella Michelín hasta experiencias de compras de lujo que hacen desde la comodidad de su casa.

La petición más extraña de su carrera

Acostumbrada a trabajar con perfiles tan adinerados, sorprender a Deborah a estas alturas no es tarea fácil. Sin embargo, cuenta que no hace mucho tiempo un adinerado empresario de oriente medio llegó a ella con una petición de lo más inusual. 

“El cliente me pidió un viaje en el que poder localizar un diamante para poner en la tiara de su hija”, dijo. Ello llevó a la localización de una joya única de 70 quilates y un valor aproximado de 300 millones de dólares. A petición del usuario, la piedra localizada fue de color verde para simbolizar “pureza y prosperidad”.