El Museo Nacional de Afganistán, una joya de la arqueología de nuevo amenazada por el régimen talibán

Al drama personal que vive el país afgano, sometido de nuevo al extremismo de los talibanes, se une el de reliquias históricas de valor incalculable que vuelven a correr el peligro de ser destruidas o vendidas en el mercado negro

Museo Nacional de Afganistán

Museo Nacional de Afganistán

/ Michal Hvorecky

Una ubicación estratégica en la Ruta de la seda y miles de años de historia a sus espaldas han hecho que Afganistán destaque por su gran diversidad cultural. El país asiático se convirtió en un verdadero crisol de culturas gracias al comercio con Europa y con el resto de Asia, sobre todo con países vecino como Irán, Pakistán o la India. El resultado fueron los tesoros provenientes de diferentes rincones del mundo, lo que se refleja actualmente en el Museo Nacional de Afganistán.

La institución fue fundada en 1924 en un palacio real en Kabul, la capital del país, aunque años después fue trasladado a su ubicación actual a las afueras de la ciudad. El museo tenía el objetivo de guardar entre sus paredes ese rico patrimonio artístico, una gran variedad de piezas arqueológicas que recorren la historia del país.

Museo Nacional de Afganistán

Estatua de Buda de estuco sin cabeza encontrada en el sitio arqueológico Hada

/ Carl Montgomery

En él se podían encontrar, por ejemplo, restos neandertales, esculturas de estuco budistas, estatuas hindús de mármol, objetos de oro de la antigua región de los bactrianos, una enorme colección de monedas griegas y romanas, además de la increíble Colección Bagram, con más de 1.800 piezas de Asia Central, India, Roma, Grecia y Egipto. En definitiva, el Museo de Kabul atesoraba el registro más completo de la historia de la región asiática.

Los talibanes acabaron con el 90% del museo

Desgraciadamente, el esplendor del museo fue destruido a manos de los talibanes en 1993, cuando estos bombardearon y saquearon el edificio, destruyendo así gran cantidad de sus piezas. Los artefactos que se libraron de la catástrofe fueron trasladados a unas bóvedas con puertas de acero ubicadas en el nivel inferior del edificio. Sin embargo, los años siguientes los talibanes continuaron con los saqueos y se perdieron casi la totalidad de las piezas del museo.

Cuando los talibanes tomaron el poder, decretaron respetar los tesoros del museo que se habían salvado, no obstante, en 2001, el grupo extremista decidió finalmente destruir todas las estatuas y objetos preislámicos del país. Además, como método de financiación, los talibanes vendieron numerosas piezas del museo a coleccionistas extranjeros, con lo que han aparecido objetos robados en muchos rincones del mundo.

Museo Nacional de Afganistán

Interior del Museo Nacional de Afganistán

/ Carl Montgomery
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Con la caída del régimen talibán en Afganistán ese mismo 2001, la UNESCO y otras organizaciones culturales colaboraron en la rehabilitación del Museo Nacional de Afganistán, de sus edificios y sus colecciones. Así, poco a poco el museo fue recuperando su lugar en la sociedad afgana.

Sin embargo, el horror se cierne de nuevo en Afganistán, y es que el grupo extremista se está haciendo nuevamente con el poder, de modo que, junto a la libertad del pueblo afgano, las 80.000 piezas que restan en el museo se encuentran otra vez en peligro. Tal y como cuenta un reportaje de National Geographic, aunque en febrero los líderes talibanes ordenaron proteger las reliquias y sitios históricos, “los expertos en patrimonio cultural afgano se muestran escépticos”, ya que temen que el grupo vuelva a causar daños tal y como hizo en 2001.

La terrible pérdida de los Budhas de Bāmiyān

Entre las numerosas reliquias que fueron destruidas por los talibanes se encontraban los impresionantes Budas de Bāmiyān, piezas de un valor incalculable. Se trataba de dos monumentales estatuas de Buda talladas a los lados de un acantilado en el valle de Bāmiyān, en el centro del país.

Budhas de Bāmiyān, Afganistán

Budhas de Bāmiyān antes de ser destruidos

/ James Gordon

Estaban ubicadas a una altura de 2.500 metros sobre el nivel del mar, y fueron construidas en los siglos V o VI. Además, una de ellas era el Buda de pie más alto del mundo. La ciudad de Bāmiyān está ubicada en la Ruta de la Seda, de modo que fue el lugar de varios monasterios budistas y un gran centro del arte greco-budista.

Pero después de sobrevivir prácticamente intactas durante 1.500 años, el fin de las majestuosas estatuas llegó en 2001 cuando los talibanes las destruyeron con dinamita por considerarlas contrarias al Corán. A pesar de la catástrofe, los contornos y algunas características de las estatuas aún son reconocibles dentro de los nichos donde reposaban y es posible visitar las cuevas de los monjes y los pasadizos que conectan con ellas.

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