Hoteles-fortaleza: 10 estancias en un verdadero castillo medieval
Un recorrido por auténticos castillos de la Edad Media hoy reconvertidos en hoteles. Desde los mejor conservados de Cataluña o de Aragón hasta los paradores más especiales y las posadas y residencias reales más exquisitas

Cuenta Luis Zueco en el prefacio de su libro El Castillo, el primero de su 'Trilogía medieval', que hay "enclaves que han quedado suspendidos en el tiempo". Se refiere al castillo de Loarre, protagonista de su novela, pero no es el único castillo que le permite al viajero trasladarse a la Edad Media. Concretamente, el propio Zueco es director de un hotel-castillo, el de Grisel, en Zaragoza, también con orígenes medievales. Grisel es uno de los enclaves que forman parte de este reportaje sobre castillos que han sobrevivido hasta el siglo XXI, época actual en la que cuentan con un aliciente: se han reconvertido en hoteles para regocijo de los viajeros más señoriales.
1. POSADA REAL CASTILLO DEL BUEN AMOR, SALAMANCA
La historia de este castillo de nombre tan amoroso se remonta al siglo XI, a tiempos de la Reconquista, cuando se construyó una fortaleza militar conocida como Castillo de Villanueva de Cañedo. En el siglo XV pasó a poder de los Reyes Católicos, que la utilizaron como avituallamiento de sus tropas antes de la toma de Toro en la guerra de sucesión de Isabel la Católica frente a Juana la Beltraneja.

Fueron los propios Reyes Católicos los que legitimaron a los hijos que el nuevo habitante del castillo, el obispo de Ávila Alonso de Fonseca y Quijada, tuvo con su amante, Doña Teresa de las Cuevas. El obispo compró en 1478 el castillo y lo transformó en un palacio señorial para vivir con Doña Teresa, lo que le granjeó el sobrenombre de Castillo del Buen Amor. Fallecidos los amantes, el castillo fue abandonado, saqueado, utilizado como almacén agrícola e incluso sufrió un incendio, hasta que en 1958 fue adquirido por la familia Fernández de Trocóniz y restaurado. Abrió en 2003 como alojamiento con encanto.

El castillo está situado en Topas, Salamanca, cuenta con un espectacular foso y permite dormir en suites como la Medieval, con cúpulas de ladrillo mudéjar, vigas de madera y acceso directo a los torreones, o una suite con Torreón privado. El castillo cuenta con jardín, en el que se pueden hacer pícnics, y con su propio viñedo.

2. PARADOR DE ALARCÓN, CUENCA
El bonito pueblo de Alarcón en Cuenca es Conjunto Histórico Artístico y en él se encuentra este castillo de más de 13 siglos de historia sobre un meandro del río Júcar, en lo alto del peñasco Pico de los Hidalgos. Es el castillo mejor conservado de Cuenca y cuentan que tomó su nombre del rey visigodo Alarico, aunque luego fue ciudadela árabe y después cristiana desde el siglo XII.

Su aspecto actual es de castillo gótico, estructurado en torno a un pequeño patio interior con aljibe. Pero hay una excepción, su renacentista Torre del Homenaje. Tuvo un patio de armas externo, amurallado y hoy desaparecido que se correspondería con los actuales jardines y aparcamiento delParador, que abrió sus puertas en 1966. Acceder a él ya es toda una aventura, ya que hay que hacerlo a través de una estrecha carretera. Tras sus tres puertas y fosos se alza el castillo de planta trapezoidal que se adapta a la roca sobre la que se construyó. Uno de los dueños del castillo fue Don Juan Manuel, el responsable de la obra El conde Lucanor y considerado el máximo exponente de la prosa castellana del siglo XIV.

El parador tiene 14 habitaciones y ofrece la posibilidad de desayunar en la antigua capilla del castillo, hoy un salón de altos techos con arcos. Una de las habitaciones más especiales es la 106, dedicada al Infante Don Juan Manuel (sobrino de Alfonso X El Sabio), situada en lo más alto de la Torre del Homenaje del Castillo y con una impresionante bóveda de medio punto que le da ese ambiente mágico de fortaleza medieval. Desde ella se accede en privado a la antigua almena vigía inferior de la Torre, desde la que hay unas inmejorables vistas.
3. CASTILLO DE GRISEL, ZARAGOZA
Bien de Interés Cultural y uno de los castillos más importantes y mejor conservados de Aragón. Así es el castillo de Grisel, una fortaleza de finales del siglo XIV, aunque su primera edificación data de los siglos XI-XII. Construido en sillar, a día de hoy sigue conservando todos sus elementos defensivos: el matacán, las murallas almenadas con saeteras, sus adarves y torres defensivas… Además, es un caso excepcional de fortaleza gótica en Aragón, ya que ha conservado íntegramente su muralla perimetral y es la única que cuenta con dos patios interiores. Y todo gracias a la gran restauración a lo largo de 30 años que han hecho sus actuales propietarios, que fueron los que lo convirtieron en hotel en el año 2014 tras recuperar el aspecto de construcción medieval que había perdido. Para ello llegaron incluso a realizar excavaciones arqueológicas y estudios históricos para conocer cómo era el conjunto entre los siglos XI y XIV.

Ellos han mantenido hasta los muebles originales del castillo, eso sí, restaurados. También se han conservado la capilla, la cocina antigua, el salón palaciego… Situado en Grisel, una localidad de Zaragoza a tres kilómetros de Tarazona, es habitual ver por sus estancias al escritor Luis Zueco, director del hotel y cuyo tío, Manuel Giménez, fue quien se hizo con la propiedad y empezó a restaurarla. Ellas le sirvieron de inspiración para escribir novelas como El castillo o El monasterio.

El castillo se puede alquilar íntegramente para eventos desde 650 euros al día, pero también es posible la estancia individual o doble en sus especiales habitaciones, cada una de ellas dedicada a un género literario. Una de ellas, llamada Viajero, está dedicada a los apasionados por la literatura de viajes. En esta fortaleza también se organizan actividades culturales y en 2019 fue premiada como la Mejor Experiencia Turística de Aragón.

4. PARADOR DE BAIONA, VIGO
Tiene fama de ser una de las fortalezas más bellas de España y es que su enclave, en la península de Monterreal, frente a la ría de Vigo, es excepcional. Por eso fue ocupada por celtas, fenicios y romanos hace más de 2.000 años pasando de tener un castro a una construcción militar con muralla defensiva conocida como castillo de Monterreal, castillo que, por cierto, fue asaltado por el corsario inglés Francis Drake a mediados del XVI. Ya en el siglo XIX, un nuevo palacio sustituyó a la fortaleza medieval, y en 1963 se instaló en él el actual parador.

Hoy se pueden recorrer sus murallas de unos tres kilómetros para admirar sus torres, puertas, baluartes… Destacan la Puerta Real, del siglo XVI, la más bonita del recinto, y las Torres del Reloj, del Príncipe (la más antigua) y la de la Tenaza.

En la entrada del parador reciben al viajero unas espectaculares escaleras de piedra propias de una gran fortaleza medieval y todas las habitaciones tienen vistas al mar, al igual que el jardín del complejo. Una de ellas, la número 323, es quizá la más especial, ya que cuenta con vistas al monte donde esta ubicado el monumento a la Virgen de la Roca.
5. CASTILLO DE MONDA, MÁLAGA
Construido sobre los cimientos de una antigua fortaleza árabe del siglo IX, Al-Mundat, el castillo de Monda ha logrado conservar una de sus torres originales y partes de algunos muros antiguos. En su bar se pueden ver aún algunos restos de la sillería original.

Como destacan Diego J. Sánchez Guerra y Francisco Marmolejo en el libro El castillo de Monda en la historia, la arqueología y la memoria, es uno de “los mejores ejemplos de la edilicia almohade y nazarí en la provincia de Málaga. Levantado en el siglo XII, fue desmantelado a finales del siglo XV por orden de los Reyes Católicos tras concluir la guerra contra Granada”.

Se encuentra situado en una colina de este pueblo blanco de la comarca de la Sierra de las Nieves, a unos 15 minutos en coche de Marbella, y empezó su proceso de restauración para convertirse en hotel en los años 80.

Cuenta con 29 habitaciones, zona wellness, restaurante, varias terrazas con vistas al valle, al pueblo y hasta al mar, piscina con agua salada… y dicen que hasta un fantasma en la bodega.

6. PARADOR DE BENAVENTE, ZAMORA
Asentado sobre el antiguo castillo palacio de los Condes de Benavente, que fue sede de las Cortes de 1176, el parador de Benavente cuenta con una torre, la de Caracol renacentista, que es monumento nacional desde 1930. Es la única que se conserva de la edificación original, que empezó en el siglo XII, pero vivió varias modificaciones en los siglos XIII, XIV y XV. En 1972 pasó a convertirse en parador nacional.

El parador cuenta con piscina, grandes habitaciones y en la citada Torre de Caracol hay un bar de época, cubierto por un artesonado mudéjar.

7. PARADOR DE TORTOSA, TARRAGONA
El castillo de Zuda y sus murallas son considerados uno de los tesoros del patrimonio cultural de Tortosa. En ellos se han encontrado restos íberos y romanos, pero fueron los árabes los que la convirtieron en alcazaba en el siglo X. De esa época se conserva un cementerio, el único al descubierto de Cataluña, y el trazado de las murallas. La fortaleza fue conquistada en el siglo XII y el cerro fue dividido y una parte fue a parar a los templarios. También fue residencia real para Jaime I y fortín en los siglos XVI y XVII.

Desde 1976 es parador nacional y cuenta con piscina, comedor con ventanales góticos, cómodas habitaciones y vistas a la ribera del Ebro en su tramo final. Está certificado como destino de turismo familiar.

8. RESIDENCIA REAL CASTILLO DE CURIEL, VALLADOLID
Situado en el municipio vallisoletano de Curiel de Duero, en un cerro a 927 metros de altura con impresionantes vistas al valle del Duero, este castillo está documentado desde el siglo XI y fue propiedad de varios reyes castellano-leoneses y prisión para otros cuantos, como Jaime IV de Mallorca, el Infante Don Juan o Diego de Castilla (hijo de Pedro I y prisionero en Curiel durante 54 años, uno de los cautiverios más largos de la historia de España). El castillo es la fortaleza más antigua de la provincia de Valladolid.

En su interior hoy hay un complejo hotelero de 23 habitaciones y suites con salones, restaurante, piscina y solárium en las almenas. Todas las habitaciones están personalizadas y dedicadas a alguno de los personajes que fueron propietarios o vivieron en el castillo, como la habitación Doña Berenguela, ya que la que fuera reina de Castilla y reina consorte de León fue también señora de Curiel. Aunque actualmente cerrado por las restricciones de la pandemia, esperan reabrir sus puertas en mayo. El castillo cuenta también con las bodegas Castillo de Peñafiel.


9. PARADOR DE JARANDILLA, CÁCERES
Especial, porque entre sus huéspedes estuvo el emperador Carlos V en 1557. Este descansó en el castillo de Jarandilla entre noviembre de 1556 y febrero de 1557 antes de retirarse al monasterio de Yuste. Por supuesto, el hoy parador recuerda al más ilustre de sus huéspedes a través de retratos y escudos imperiales. El parador forma parte también de la llamada Ruta del Emperador, entre Jarandilla y Yuste y que recorre los últimos pasos de Carlos V.

Se cree que el castillo se construyó a finales del siglo XIV, cuando Jarandilla se integró en el condado de los condes de Oropesa. Se levantó en torno a tres recintos cuadrangulares y a él se accedía a través de un puente levadizo. Parte de su muralla y su foso aún son visibles hoy. En el conjunto destacan sus dos torres cuadradas en el perímetro interior y cuatro circulares en el exterior. El edificio se desarrolla en torno a un patio de armas engalanado con escudos heráldicos y señoriales, lo rodea una galería gótica. En 1966 se convirtió en parador de turismo y estar en él significa estar en el mismo centro de la Vera, pero también estar compartiendo tiempos, estancias y jardines con Carlos V.

10. PARADOR DE CARDONA, BARCELONA
Son frecuentes las búsquedas en internet de la habitación número 712 del parador de Cardona. ¿El motivo? Que supuestamente está embrujada por relacionarse con una leyenda del siglo XI que cuenta que una joven cristiana fue encerrada en una de las torres del castillo porque se enamoró de un musulmán y acabó muriendo de pena en ella. Hoy, su alma deambula por dicha habitación. Leyendas aparte, el parador se asienta sobre un castillo medieval del siglo IX, considerado el más importante de Cataluña, en el que destaca su Torre Minyona, donde encerraron a la cristiana de la leyenda, y una bonita iglesia. Desde casi todos los puntos del castillo se admira el pueblo de Carmona y las tierra bañadas por el río Cardener, en la comarca del Bages.

Para los que quieran evitar la habitación 712 hay otras habitaciones especiales, como la habitación Cardona (la número 203), con su espectacular cúpula y dos ventanales con orientación al este y al sur, desde donde los señores feudales controlaban las minas de sal de la zona.

La citada habitación está situada justo sobre el antiguo polvorín de la fortaleza, que junto a las estancias de los canónigos y el antiguo palacio de los señores es donde se ubica hoy el parador. Sin embargo, el conjunto es mucho mayor, e incluye varios edificios superpuestos durante siglos. Fue Wilfredo I quien impulsó la construcción de un castillo en el siglo IX y años más tarde se edificaría también un palacio y una colegiata, la de San Vicenç. Desde el siglo XVII sufrió el asedio en varias guerras, como la de Secesión, la de Sucesión, la de la Convención y la de la Independencia, pero siempre aguantó.

Parador de turismo desde el año 1976, ofrece la posibilidad de comer en uno de los restaurantes más impresionantes de toda la red, el antiguo refectorio de los monjes, un espacio de arcos apuntados de más de 40 metros de profundidad que surge de la unión entre las antiguas dependencias palaciegas y el refectorio de los clérigos de Sant Vicenç.

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