Fin de Año en el Fin del Mundo

De Japón a Ushuaia, fiestas y ritos marcan la nochevieja en los confines del planeta.

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/ Revista viajar

En Japón los días previos al 31 de diciembre se realiza una limpieza profunda en casas, oficinas y tiendas para purificar el entorno y recibir como se merece al nuevo año. El hogar se decora con hojas de pino y bambú, símbolos de la longevidad y la virtud, y en la mesa se sirven los fideos "toshi-koshi-soba", largos como la vida que se desea al comerlos. A las 12 de la noche, los templos budistas de todo el país dan 108 campanadas, una por cada deseo terrenal que hay que mantener alejado. La fiesta termina con el primer amanecer del año, cuando los japoneses acuden a los santuarios sintoístas para pedir a los dioses felicidad y prosperidad. En Islandia celebran el Gamlarskrold, después de la cena, en torno a numerosas hogueras, mientras el cielo se llena de fuegos artificiales. Imprescindible es también la pirotecnia en Sidney, donde se festeja la Nochevieja con una de las celebraciones más multitudinarias del mundo. Cerca de 80.000 cohetes se disparan en la ciudad en un espectáculo que se completa con música en vivo, teatro y actuaciones al aire libre. En Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, las fachadas de las casas se iluminan con luces para dar la bienvenida al año, la gente cena asado argentino, brinda con champán y los niños encienden "cañitas voladoras" mientras las sirenas de los barcos anuncian la llegada de la medianoche. La capital de Bahamas, Nassau, posterga la fiesta hasta las 2 de la madrugada, cuando un disparo al aire inicia el Junkanoo, un desfile que tiene su origen en las fiestas que hacían los esclavos en los tres días libres que tenían al año: Navidad, Día de Boxeo y Año Nuevo.

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