Entrevista a Pedro Ruiz, artista
Es el "hombre orquesta". Periodista, "showman", actor, guionista, escritor, humorista, productor, provocador... Distintas facetas que él resume en una sola: artista. Haciendo honor a su recordado programa "Como Pedro por su casa", este hombre rápido e imaginativo, de 60 años, reniega de los viajes organizados, siente atracción por el mar y valora más la naturaleza que la obra humana.

Su madre, a la que adoraba y por la que dejó de trabajar para cuidarla durante los últimos años de su vida, es la protagonista de muchos de los portarretratos que descansan sobre las mesas y estanterías de su casa madrileña. Siempre en lugar destacado. Siguiendo un orden de preferencia, aparecen distintas fotografías de Pedro Ruiz en el mar, otra de sus grandes pasiones, y algunas más con personalidades del mundo de la cultura -foto con Camilo José Cela en Estocolmo, antes de recoger el Nobel-, del espectáculo y de la farándula. Hasta el porche de su vivienda llega el rumor del agua de la piscina en la que se baña todo el año, incluso en invierno, y en el césped del jardín hay varios balones de fútbol, deporte que sigue practicando con los veteranos del Real Madrid. Desde este escenario recorre con VIAJAR los lugares que han marcado su vida.
Sus viajes de niño...
Han sido los más bonitos de mi vida. Uno de los paraísos de mi infancia es Elciego (Álava), a donde íbamos con mi padre, que entonces trabajaba como chófer del marqués de Riscal. También recuerdo las casas de mis tíos en Soria y Valladolid, pero sobre todo Garraf, en la costa barcelonesa, en cuyas aguas están las cenizas de mi madre. Cuando estoy en Barcelona, voy todos los días a la playa de Garraf a comer y a cenar. En Elciego todavía me quedan algunos amigos que son prácticamente familia. Estas son mis primeras experiencias viajeras.
¿Hasta qué punto los viajes han cambiado su visión del mundo?
El gran viaje es el que hacemos por dentro. Por fuera solo hacemos recados. El conocimiento de otros modos de vida, evidentemente, relativiza el tuyo, pero mi experiencia es que las costumbres se parecen mucho. Todo está cifrado en el miedo, la esperanza, el cariño, la economía... No hay mucho más. A mí lo que me conmueve es la naturaleza.
¿Le impresiona más la naturaleza que la obra humana?
Me emociona realmente la naturaleza: los cañones, los desfiladeros, las playas, los montes, las noches, los aromas... La muralla china o la torre Eiffel las considero pequeñas obras de hormiguitas que pueblan la tierra.
¿Hay algún paisaje que le emocione especialmente?
Los paisajes marinos. Para mí, la vida está en el mar. Siempre que puedo salgo a navegar. Mis mejores vacaciones marítimas las he disfrutado navegando por aguas de las Islas Baleares. También he viajado unas cuantas veces a Islas Maldivas; y onozco Tahití, Cuba, el Caribe... Flotar en cualquier mar es desconectar del mal rollo diario que hay en la tierra. En Madrid echo de menos el mar y siento morriña de Barcelona.
¿De dónde le viene esta vocación marinera?
La vida arrancó en el agua. El mar es el líquido amniótico de la humanidad. En el momento en que el cuerpo se me sumerge dentro del agua, es como si estuviera naciendo y al salir me siento fresco. Por eso me baño en la piscina aunque esté nevando.
Sobre las inmersiones invernales en la piscina del jardín de su casa, cuenta Pedro Ruiz una anécdota divertida. Hace unos años, cuando salía desnudo del agua, con el césped nevado, oyó la voz de un jardinero que detrás de los setos le decía a su interlocutor: "¿Qué, te lo crees ahora o no?".
¿Qué sitio le gustaría conocer?
No tengo fijaciones. Eso sí, no iré en avión, salvo que haya un mar por medio. Han convertido los viajes en avión en algo enormemente antipático. No soporto los aeropuertos.
¿Aprovecha las giras artísticas para hacer turismo?
Tampoco soy de museos, ni de visitar el monumento local. Cuando no tengo función, me voy al cine o a la playa, si hace bueno y estoy en la costa. Soy un tipo muy solitario.
¿Prefiere los pueblos aislados a las grandes ciudades?
Por supuesto. A mí no me encontrarán nunca en Nueva York ni en Tokio. El amontonamiento de la gente me echa para atrás. No me gustan las multitudes y no tengo el menor interés en conocer Japón o China. Ni siquiera iría a verme a mí mismo al teatro si hubiera siete mil personas. Me gusta perderme por Cadaqués, por Garraf o en un pequeño pueblo marinero. Hay tres lujos en la vida: la sinceridad, el silencio y el tiempo.
¿El humor tiene fronteras?
El sentido del humor no tiene que ver con los países; tiene que ver con las personas. El clima, evidentemente, condiciona tu planteamiento de vida, pero nada más.
¿Qué tal le sentaría un viaje organizado, con guías y horarios?
Yo no voy a nada organizado. Y mucho menos con horarios. Busco sobre todo la paz. El verano pasado me fui a Bagur, con mi guitarra y mi bloc. Jugaba al fútbol y me bañaba por la mañana, escribía a media tarde, tocaba la guitarra por la noche... y paseaba.
¿Conoce un pueblo de Perú que se llama Pedro Ruiz?
No lo conozco, pero sí conozco una pedanía de Fuente Vaqueros (Granada) que también se llama Pedro Ruiz y de la que soy hijo adoptivo, contra la opinión del gobierno municipal de entonces. Me hicieron el homenaje en la calle, porque el Ayuntamiento no cedió sus dependencias.
Viajamos lejos y desconocemos lo que tenemos al lado...
Para empezar, desconocemos quienes somos nosotros mismos. Y llevamos de viaje a un desconocido como si tal cosa. Imagínese cómo es el asunto. De repente se pone de moda Bangladés o Calcuta y hay que ir a la India para ser bueno. Si para ser bueno tienes un hospital al lado de casa y un señor que no puede comer en la vivienda de enfrente... El gran viaje es por dentro, el resto son recados.
¿Qué no puede faltar en su maleta?
Un bañador y un cuaderno, que es mi ordenador preferido. Siempre llevo conmigo un bloc como este que tengo en la mano.
Sobre la libertad y otras reflexiones
"La vida es un paisaje transitorio"
A Pedro Ruiz le ha tocado enfrentarse a su propios fantasmas en los sitios más insospechados del planeta. "La primera vez que fui a Maldivas, coincidiendo con el barullo que montó Hacienda contra mí, estaba en la isla de Kurumba y se acercó un señor que me dijo: Soy un fotógrafo de Tarragona y me llamo Josep Borrell''. Digo, pues aquí estamos". Pedro Ruiz relativiza las presiones y silencios que soporta por empeñarse en decir lo que quería decir en cada momento. Su libertad, según sus palabras, está por encima de todo. "Mi madre, siendo yo un chaval, le dijo delante de mí a un señor esta frase que se me ha quedado grabada para siempre: Mire, yo soy libre porque lo decido yo, no porque me lo permita usted''. El que renuncia a su libertad es un imbécil." Otra reflexión de Pedro, que recuerda a las inolvidables parodias de El Séneca: "La vida es una anécdota, con unas pequeñas cabronadas y unas cuantas cosas bonitas que te ocurren a lo largo de ella, y luego nos vamos. Todo es un paisaje transitorio". En una ocasión, en Morea (Tahití), jugando al fútbol descalzo con unos chavales, se dio cuenta que eran felices y que solo sabían de nuestra existencia por el Barça y el Madrid. No necesitaban más.
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